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Colocados en hojas de coca

Más de 230.000 familias viven en Colombia del cultivo de la planta Las zonas han sido históricam­ente marginadas y abandonada­s por el Estado

- Efe BOGOTÁ

Más de 230.000 familias campesinas, indígenas y negras dependen del cultivo de coca como principal medio de sustento económico, según la campaña “Rostros que siembran”, presentada por organizaci­ones de la sociedad civil colombiana.

La Coordinado­ra Nacional de Cultivador­es de Coca, Amapola y Marihuana de Colombia (Coccam), la ONG Christian Aid y el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (Cajar) son los promotores de esta iniciativa que busca combatir el estigma que llevan a cuestas estos productore­s, el eslabón más débil de la cadena productiva del narcotráfi­co.

SIN ALTERNATIV­AS

El cultivo de coca, materia prima para la producción de cocaína, es para muchas comunidade­s campesinas una cuestión económica que “tiene que ver con que estos territorio­s hace años fueron marginados del desarrollo del país y sufren el abandono histórico del Estado”, manifestó el delegado nacional de Coccam, Arnobi Zapata, citado en un comunicado.

La falta de oportunida­des y la rentabilid­ad de la hoja de coca, con la que ganan “unos dos salarios mínimos”, también favorece a los cultivos ilegales frente a otros tradiciona­les como el café o el cacao, cuya comerciali­zación es más difícil, señala la campaña.

Los campesinos cocaleros enfrentan además el problema de que viven bajo el yugo de los grupos armados ilegales que regulan el mercado de la coca y en una economía con “mentalidad de guerra” que se adaptó a las condicione­s del conflicto armado interno que ellos quieren superar, agrega la informació­n.

Con la esperanza de empezar a transforma­r su economía, 99.000 familias se acogieron al Programa Nacional Integral de Sustitució­n de Cultivos Ilícitos (PNIS), producto del acuerdo de paz firmado en noviembre de 2016 con la antigua guerrilla FARC, mientras que Christian Aid busca ayudarlas con programas de comerciali­zación de cultivos legales.

Esta iniciativa comenzó con el “Proyecto María Caicedo” para el desarrollo de mercados inclusivos, que estudió casos en tres lugares del país: el Valle del Río Cimitarra (centro), el Catatumbo (frontera con Venezuela) y Tuluá, en el departamen­to del Valle del Cauca (suroeste).

RETOS DEL CAMPO

El informe muestra que las mayores trabas para la sustitució­n voluntaria de la coca está en “la falta de infraestru­ctura, de servicios públicos, como centros educativos y de salud, y los altos costos de producción y de transporte”.

También identificó problemas estructura­les, como la falta de propiedad de la tierra, que dificulta el acceso a la financiaci­ón formal.

“Los comerciant­es de víveres en las comunidade­s campesinas otorgan créditos, no necesariam­ente en efectivo, solo por el hecho de tener un cultivo de hoja de coca por la confianza en términos de retorno que este genera”, indicó el estudio.

Aún así, varios programas de sustitució­n voluntaria de cultivos ilícitos ya están operativos, como es el caso de Ecobúfalo en el Magdalena Medio, que cuenta con 80 asociados, y el de Café Soberano, en el Valle del Cauca, con unos 400 socios.

MUJERES Y JÓVENES

ELa campaña también quiere visibiliza­r el trabajo de jóvenes y mujeres, que representa­n casi la mitad de la mano de obra en los cultivos de coca y en la elaboració­n de pasta base.

Normalment­e “ellas son las que se hacen cargo de las labores en la cocina, así como las que llevan la contabilid­ad y se responsabi­lizan del pago a los obreros”, según el estudio “El papel de las mujeres y jóvenes en la economía de la pasta de base de coca”.

Según dijo por teléfono a Efe la portavoz de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC), Yurani Cuéllar, hay que dar importanci­a a cómo las mujeres “han administra­do y garantizad­o la economía familiar” y en los cultivos se ocupan de “darle la comida trabajador­es y de organizar toda la logística para la actividad”.

Colectivos han lanzado una campaña para luchar contra el estigma de los productore­s

 ?? LUIS ACOSTA / AFP ?? Un campesino recolecta hojas de coca en una plantación en La Machaca, a 750 kilómetros al sur de Bogotá.
LUIS ACOSTA / AFP Un campesino recolecta hojas de coca en una plantación en La Machaca, a 750 kilómetros al sur de Bogotá.

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