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La ley de la botella

● El regreso de la Bundesliga, la primera gran liga en hacerlo, ejemplific­a cómo será la vuelta a competir

- Santiago Aparicio (Efe) MADRID

La puesta en marcha de la Bundesliga fue el preludio del desconfina­miento en el fútbol, el punto de partida de la nueva normalidad que advierten los expertos y a la que se ve abocada la sociedad aún amenazada por la crisis del coronaviru­s.Como en tantas cosas, Alemania asumió el riesgo y ejerció de precursor.

Superó los miedos y con las precaucion­es que la situación exige dio un paso al frente. Derribó el muro, alzó el telón. Fijó una fecha de comienzo y tal cual cumplió.

Fue un halo de esperanza para el resto de países que contemplan todavía con cierto recelo la normalidad, sometidos aún al cobijo como respuesta al golpeo del virus. Una promesa a la evasión, una buena noticia para las otras ligas del Viejo Continente que esperan la apertura de puertas y que ruede el balón.

Es el caso de torneos como el húngaro o el checo, previstos para el próximo fin de semana. O el de las ligas de Austria, Dinamarca, Polonia, Croacia o Grecia, que vendrán a continuaci­ón. Y también, y especialme­nte por la seducción que suscitan, las grandes, las de Italia, Inglaterra y España, fijadas para más adelante, ya en junio.

La pelota en juego en Alemania habrá desempolva­do las dudas entre los responsabl­es deportivos de Francia, Bélgica y Holanda, que echaron el cierre con premura a la competició­n cuando los daños del virus estaban en pleno apogeo. Una decisión irremediab­le ahora.

La Bundesliga ha supuesto un espejo para los demás. Para los que transitan mal que bien hacia el camino de salida, instalados aún en el cumplimien­to de las fases que llevan a la liberación, al escape. Pero el fútbol que volvió y que será el fútbol que veremos no fue el de antes del encierro. No lo será la vida y tampoco el deporte. De momento. Nuevas normas y nuevos hábitos amenazan con aposentars­e en el día a día que llegará.

Mientras l a sombra de las mascarilla­s se asoman por las pasarelas de los desfiles de moda el nuevo fútbol ya espera. Por ahora sin gente, con asientos vacíos hasta que la imaginació­n idee cualquier recurso para reanimar la pinta desangelad­a que en su arranque delataron los estadios de Alemania.

Será el nuevo futuro el que espera mientras la puesta en escena de este fútbol renacido nos lleva y nos traslada a un pasado no tan lejano. Como en los comienzos, como cuando la infancia. Cuando el profesiona­lismo quedaba tan lejos.

Las normas y las precaucion­es avivan algo de nostalgia. Para los que se movían por campos de la periferia, por recintos de barrio. Sin asientos y sin gente. Con sonidos traidores, sin tapujos sobre el terreno de juego. Antaño de barro, hoy día de un tapiz artificial.

Como cuando eran niños la ducha después de entrenar es en cada casa. Y cada profesiona­l lleva su bolsa, con su ropa, con su material. Atrás quedaron los días que el traslado al estadio desde el autocar era con las manos en los bolsillos, con el botero bajo el brazo mientras un empleado se encargaba de todo el equipaje y lo llevaba al vestuario. Eso ya es algo del pasado.

Todo se oye en el césped. Sin ambiente, el factor campo decae. Y cada uno tiene su botella, su bebida particular. No hay secretos. Hay voces, no hay abrazos tras los goles. Emociones contenidas bajo un silencio demoledor.

Un fútbol nuevo, otro fútbol. Sin lujos, sin recogepelo­tas. La ley de la botella, el que la tira va a por ella.

El ambiente triste de las gradas vacías deja que todo lo que sale del césped se escuche

 ?? ALEXANDER HASSENSTEI­N / POOL ?? Una trabajador­a desinfecta un balón instantes antes de un partido de la Bundesliga II.
ALEXANDER HASSENSTEI­N / POOL Una trabajador­a desinfecta un balón instantes antes de un partido de la Bundesliga II.

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