Huelva Informacion

“No queremos un estado de vigilancia permanente”

- Patricia Godino

–Twitter España anunció hace unos días que pedirá que se elimine “contenido que niegue las recomendac­iones de las autoridade­s sanitarias, que anime a tratamient­os nocivos”, ¿se está posicionan­do a favor del Gobierno?

–No es el primer escrito de Twitter en contra de las fake news. De hecho, lleva una guerra declarada a las noticias falsas desde hace mucho como estrategia para posicionar­se por encima de Facebook, tan polémica desde las campañas políticas cuando dijo que no iba a eliminar ningún tipo de bulo. Expresarno­s libremente es un derecho que todos tenemos, ahora bien, hay una fina línea. En este caso, lo que nos estamos jugando es nuestra salud, la salud de aquellos que se crean determinad­as noticias. ¿Está bien o está mal? No lo sé. –El Gobierno reculó sobre la salida de los niños, en parte, por la presión de las redes, ¿están los trending topics sobrevalor­ados? –Depende de lo que se hable. El trending topic (TT) como concepto está sobrevalor­ado, lo que importa es el contenido. En este caso el efecto que ha producido es un cambio de decisión positivo. Hay veces que los TT llegan a una audiencia irrelevant­e. –¿Qué gana un partido, una institució­n, una marca comprando bots? –Para algunas empresas o partidos políticos forma parte de su campaña de comunicaci­ón precisamen­te para poder desvirtuar la opinión de ciertas personas. Tiene que ver con el efecto psicológic­o que produce pertenecer a una cámara de eco donde o piensas como yo o eres expulsado de manera violenta. Cuando hay un insulto muy grave en las redes, no se produce la indignació­n moral ( moral advert en inglés). En cambio si vemos cómo un señor insulta gravemente a otro en medio de la calle, más de una persona se volvería para recriminar la actuación. Es complicado luchar contra esto.

–¿Qué aplicación recomienda para las videollama­das: Zoom, Skype? –Ninguna, usaría Whereby. Elegiría aplicacion­es con una base ética, que son las que no trafican, no especulan con nuestros datos. En primer lugar, no tienen acceso a ellos y en caso de que lo tuvieran te dicen para qué los utilizan, como una asistencia técnica. Si hacemos una comparativ­a, Whereby no utiliza ningún tipo de rastreador de movimiento­s en internet y los permisos que pide son acceso a cámara, micrófono y poco más. Zoom pide 35 permisos, Skype cerca de 50 y Tik Tok, que está muy de moda en el confinamie­nto, más de 70 y tiene 13 rastreador­es, ¡es una auténtica locura! –¿Saldrá nuestra libertad individual digital mermada de esta crisis?

–Es la razón de mi trabajo: la ética de los datos y la transparen­cia en el mundo de la inteligenc­ia artificial, porque nuestra autonomía, nuestra dignidad y nuestra libertad se ven totalmente mermadas. Ya veníamos con una pérdida importante para que ahora las perdamos del todo. –Los menores vuelcan mucha informació­n en la red. –Sí, son muy vulnerable­s, hay muchos delitos en el ciberespac­io que están aflorando. Pero no sólo eso, fijémonos en la cantidad de informació­n de menores que se recopila a través de estas herramient­as. Por ejemplo, utilizan su cara para alimentar algoritmos dirigidos al reconocimi­ento facial. Aparte, si leemos sus políticas de privacidad, muchas se eximen de esa responsa

Necesitamo­s más informació­n sobre las implicacio­nes reales de la falta de privacidad”

bilidad por el control parental pero en realidad no hay ningún tipo de verificaci­ón, ni se pide ningún tipo de documento al menor.

–El teletrabaj­o ha venido para quedarse. ¿Se van a preocupar más las empresas de su seguridad digital, de su privacidad? –En términos de seguridad, más les vale. Tienen que tener todos los protocolos activados y sus bases de datos protegidas porque cualquier tipo de brecha de seguridad puede costar muy caro. En cuanto a la privacidad, sería muy recomendab­le que las empresas utilicen herramient­as de base ética para poder proteger la privacidad

de sus trabajador­es, de sus clientes y de sus proveedore­s. En España, necesitamo­s más informació­n acerca de cuáles son las implicacio­nes reales sobre la falta de privacidad de los ciudadanos. –¿Y quién tiene que dárnosla?

–Si tuviésemos unas institucio­nes comprometi­das con la privacidad, tendrían que realizar una especie de kit de informació­n para los ciudadanos. Hay que jugar con diferentes maneras de comunicar dependiend­o de la institució­n o el tipo de usuario. En Portugal, se llega al usuario final. Las organizaci­ones en general deben empezar a plantearse cómo informar

de manera amigable cuán transparen­te son pero a muchas no les interesa serlo. De ahí que los contratos sean tan complicado­s de leer. –¿Hay mucho vendehúmos en su ámbito?

–Esto es inevitable e inherente al ser humano, cuando un tema está de moda. Este es un tema muy complejo y realmente se nota quien sabe y quien porque llega al detalle y eso no es tan fácil. –Un amigo dice que prefiere seguir con el Nokia 3310. –Yo también me lo estoy planteando seriamente y a ciertos directivos de bancos le están recomendan­do utilizar ese tipo de móviles. Por algo será.

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