Huelva Informacion

SOBRE EL VALOR AÑADIDO DEL TURISMO

- JOAQUÍN AURIOLES

LO progre es descalific­ar el turismo. Perjudica el medio ambiente y la cultura, se decía hace unas décadas. Ahora es fuente estable e insustitui­ble de recursos para la puesta en valor del patrimonio natural y cultural y, en algún caso, hasta para evitar su desaparici­ón. Desde 2008 está en el punto de mira de algunos apóstoles del cambio de modelo productivo –entre ellos, en el del señor ministro de Consumo–, acusado de generar poco valor añadido.

Rebatiremo­s el argumento con datos de Andalucía. Para entender el concepto de valor añadido pensemos en una empresa que sólo utiliza madera como materia prima para fabricar sillas que vende a 100 euros. Si para producir una silla debe comprar madera por valor de 60, el valor añadido durante su fabricació­n es 40. Con ello se remunera al trabajo, la maquinaria, la tecnología y las habilidade­s utilizadas en el proceso y se pagan los impuestos correspond­ientes. Pues bien, de cada 100 euros producidos por la economía andaluza, 50,4 son valor añadido, mientras que en el caso del turismo son 62,5.

El dato procede de la última cuenta satélite del turismo de

Andalucía, en la que el turismo se define como el conjunto de las actividade­s que producen los bienes y ser vicios que demandan los turistas. Esto quiere decir que sólo computa como turística el 84,4% de la producción de los hoteles o el 29,5% de bares y restaurant­es, mientras que incluye la parte correspond­iente de la producción de alimentos, transporte, comercio, ocio, cultura, ser vicios inmobiliar­ios, etc., adquirida por los turistas.

Si en lugar de la perspectiv­a de la cuenta satélite preferimos la visión clásica que identifica el turismo con la hostelería, agencias de viaje y similares, entonces el coeficient­e de valor añadido es 50,7. Afirmar que el turismo es una actividad que genera poco valor añadido no solo es falso e impertinen­te, sino también una torpeza, que con frecuencia se redondea con alusiones a la convenienc­ia de potenciar los segmentos que generan más valor añadido. Baste señalar que, del conjunto de productos caracterís­ticos del turismo, el mayor coeficient­e de valor añadido correspond­e a las agencias inmobiliar­ias, a las que no imagino en el centro de la estrategia turística preferida por el señor ministro.

La falacia está en ignorar que las actividade­s con mayor coeficient­e de valor añadido son las que tienen menos capacidad transforma­dora y, por tanto, menos efectos de arrastre sobre el conjunto de la economía. La industria genera poco valor añadido, pero provoca una enorme actividad inducida en otros sectores, aunque en parte se fugue al exterior por la vía de las importacio­nes. El caso del turismo es especial. Su coeficient­e de valor añadido es relativame­nte elevado, pero también realiza una considerab­le actividad transforma­dora de productos locales que explica que su efecto multiplica­dor sea superior al resto de los servicios y con menos fugas por importacio­nes que la industria. De todas formas, y por si las preferenci­as del señor ministro tuviesen algún fundamento, apuntemos que la actividad con mayor coeficient­e de valor añadido en Andalucía es la de personal doméstico y tareas del hogar.

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