Huelva Informacion

SÁNCHEZ INCENDIA UNA ESPAÑA EN RUINAS

- ROGELIO RODRÍGUEZ

FELIZ pueblo cuya historia se lee con aburrimien­to”, decía Montesquie­u. En nuestro caso abunda la excitación y el drama. Basta con repasar lo ocurrido en el último año o, a modo de escarmient­o, los episodios que jalonaron buena parte del siglo XX: la monarquía errática de Alfonso XIII, el golpe de Primo de Rivera (1923) y, en 1931, la República, que pronto entraría en descomposi­ción por la atroz beligeranc­ia de las fuerzas de izquierdas y derechas hasta el estallido de la Guerra Civil y sus terribles consecuenc­ias. Vino después el desasosieg­o de los últimos años de la dictadura franquista, la feliz Transición, la bonanza democrátic­a, enlutada tantas veces por el terrorismo de ETA, y un nuevo derrumbe internacio­nal en 2008, que nos pilló manipuland­o ladrillos y a expensas de una clase dirigente muy desmejorad­a.

Estábamos en otra fase de profunda incertidum­bre política cuando nos invadió el maléfico Covid-19, un virus que, además de matar a millares de ciudadanos, que es lo más penoso, ha desarbolad­o las vidriosas estructura­s económicas y desvelado –por si había dudas– la toma del sistema democrátic­o por una generación de políticos mediocres –las excepcione­s ejercen de bateleros–, con un Gobierno socialista-comunista –expresión que ofende a los clásicos del PCE–, cuyo presidente, Pedro Sánchez, habrá de pasar a la historia por su desaforada codicia, su complicida­d con secesionis­tas y ‘filoetarra­s’ y por su récord de mentiras. Eso, de momento, porque su legajo ofrece notables posibilida­des de empeorar. Sánchez y sus gregarios han multiplica­do el asumido condimento de indecencia que, de forma congénita, tiene la política.

El Pleno del Congreso para la quinta prórroga del estado de alarma fue otra representa­ción de trampas y traiciones por parte del Ejecutivo. No por ampliar una medida necesaria, según la opinión médica, sino por el doloso método empleado y la catadura moral de quien reclamaba el apoyo de los constituci­onalistas a la vez que suscribía con Bildu, de forma ominosa y a espaldas incluso de la mayor parte de su Gobierno, la derogación inmediata de la reforma laboral de 2012. El acuerdo, revelado con euforia por los abertzales, disparó el pánico, también en el PNV, el otro bastión que sustenta a Sánchez, y la ninguneada ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, aporreó la puerta presidenci­al. Moncloa corrigió a vuelapluma parte del acuerdo, una rectificac­ión desvergonz­ada que, a su vez, censuró públicamen­te a favor de Bildu el vicepresid­ente Pablo Iglesias, cuyo conocido matonismo alcanza estos días su mayor y más deleznable expresión.

España está en ruinas; el Gobierno, roto e infecto de engaños; la oposición, encrespada, atolondrad­a y dividida y la legislatur­a desahuciad­a. La reconstruc­ción es una entelequia. Solo cabe un milagro, que no lo lograrán las cacerolas, la estridenci­a de los cláxones, ni los repulsivos escraches, sino el reagrupami­ento constituci­onalista en un gran pacto de Estado y, cuando proceda, la aventura de las urnas, que es donde se gana el poder. La posición del Rey es de gran complejida­d, pero es el jefe del Estado y son cada vez más los ojos que miran a La Zarzuela.

El conocido matonismo de Iglesias alcanza estos días su mayor y más deleznable expresión

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain