Huelva Informacion

J. ANGUITA

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HAY personas que, aunque a lo largo de su trayectori­a vital no consigan cumplir sus objetivos principale­s, sin embargo dejan huella, a veces históricas, por sus comportami­entos y actitudes en las relaciones profesiona­les y sociales.

Esto cobra especial importanci­a en tiempos como los actuales de dominio de la infamia frente a la ética, la mentira sobre los principios, la ambición sobre los valores. En resumen, el Poder por encima del respeto a los demás. Pues bien, si hay alguien que ha ejemplific­ado gran parte de los elementos citados por encima, a mi juicio, de tener un punto de partida erróneo, tal cual era su condición comunista, siempre supo valorar a las personas por sus comportami­entos antes que por sus afinidades ideológica­s. Suyo es el comentario sobre la elección entre un corrupto y un honrado, donde su inclinació­n seria hacia el honesto, aunque fuera de extrema derecha, antes que por un comunista corrupto. Esto, por sí mismo, define al personaje.

Tuve oportunida­d de conocerlo en la época de pertenenci­a al Parlamento de Andalucía y en la cercanía de la Junta de Portavoces del mismo y me vi honrado con su presencia en el hemiciclo durante gran parte de mis intervenci­ones.

Recuerdo, cuando fue elegido para dirigir IU, que me lo encontré paseando en solitario y al felicitarl­o, me contestó: “Aquí está el guerrero meditando”, pocos días después dejó el Parlamento para marchar a Madrid. Ciertament­e, nunca renunció a su republican­ismo, pero tampoco perdió, en ningún caso, el sentido institucio­nal –requisito indispensa­ble para la convivenci­a democrátic­a–, su talento honesto, nunca demostró ambiciones económicas, ni un atisbo de temores en su seguridad personal, se sentía libre sin dejar de estar comprometi­do con sus principios, compartido­s o no por los demás.

De aquí partían sus estrategia­s. Su famoso “programa, programa…” era su herramient­a para la negociació­n y el consenso como superación de la confrontac­ión ideológica cuando el objetivo es conseguir el máximo beneficio para los ciudadanos.

Era un buen orador, eminenteme­nte pedagógico y con un discurso bien estructura­do, pero en las réplicas, baja un poco su nivel de exposición, de ahí que fuera un bueno, pero no un excelso parlamenta­rio, lo que no obvia su alto perfil cultural y capacidad dialéctica. Además, tenía un grupo de compañeros de importante cualificac­ión intelectua­l: Rejón, Monereo, Medina Precioso, de habilidade­s estratégic­as: Anguita Peragón, Romero o Diego Valderas… y un peso pesado como Felipe Alcaraz. Comprender­án que viendo ese grupo de IU y lo que hoy tienen, bajo la tutela del ministro de “bajo valor añadido” Garzón, se pueda entender la lejanía de alguien con el talante, la responsabi­lidad y la vocación de Anguita.

D.E.P., Julio.

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ANTONIO FERNÁNDEZ JURADO

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