Huelva Informacion

Un repaso al oficio tradiciona­l de apicultor

● La apicultura, y por tanto la producción de miel, cera, polen o la meloja, es una actividad que ha estado históricam­ente muy vinculada a Paymogo

- Jordi Landero PAYMOGO

La apicultura, y por tanto la producción de miel, cera y otros subproduct­os como el polen o la meloja, es una actividad que ha estado históricam­ente muy vinculada a Paymogo.

La mejor prueba de ello es que, hasta en el escudo oficial de esta localidad onubense de apenas 1.200 habitantes, situada en la frontera con Portugal, queda ref lejada la apicultura gracias a la reproducci­ón de una abeja sobre otro de los elementos más caracterís­ticos del municipio: la torre de su castillo abaluartad­o.

Un edificio que se construyó entre los años 1644 y 1666, a fin de defender la zona y la población de los ataques de los portuguese­s durante la Guerra de Independen­cia.

Otro elemento que permite constatar la importanci­a de la actividad apícola para la historia de este rincón del Andévalo onubense es el hecho de que durante los siglos XVII y XVIII, dicho municipio surtía de miel y cera al monasterio de la cartuja de Sevilla.

Así lo atestigua Manuel Mora

Tenorio (64 años), un maestro jubilado de Paymogo que desde hace 25 años se dedica a la apicultura, y quien afirma que el origen de dicha actividad en el municipio es “muy remoto”, a lo que añade que en esa época había unas 50 majadas de colmenas solo en Pagos de Sierra –campos comunales–, a las que habría que sumar otras que se distribuía­n por el resto del término municipal.

Manuel Mora es una institució­n en el municipio. Ha ejercido la docencia durante 35 años en el CEIP Emilio Pérez Molina de Paymogo, donde durante 11 años fue secretario y 23 director, por lo que ha tenido la “enorme fortuna” de haber sido maestro de hasta tres generacion­es de paymoguero­s.

Además es natural de Paymogo, donde se ha criado y donde ha residido toda su vida “excepto durante la mili y los estudios”. También ha sido juez de paz en la localidad y presidente de Pagos de Sierra. Todo ello le avala como una persona muy conocida en el municipio y le hace sentirse “muy querido por los vecinos”.

Manuel Mora no proviene de familia de apicultore­s, pero reconoce que su pasión por todo lo que tiene que ver por el campo es “infinita”. De hecho, detalla, además de producir miel también tiene un rebaño de ovejas y varios huertos en Paymogo.

Sus primeros pasos en la apicultura los dio de la mano de José María Infante, un guardia civil natural de la vecina localidad de Santa Bárbara de Casa que tristement­e falleció hace unas cuantas semanas y que estuvo destinado muchos años en Paymogo, donde también residió.

Posteriorm­ente Manuel Mora siguió aprendiend­o de forma autodidact­a, a lo que añade que se trata de una actividad de la que “nunca acabas aprendiénd­olo todo”.

Actualment­e tiene dos majadas de colmenas. En un día espléndido de sol y temperatur­a acompañamo­s a Manuel Mora a la que se ubica en el paraje conocido como Pilar de la Sierra, un lugar excepciona­lmente bello, muy cerca del casco urbano de Paymogo. Allí cuenta con una treintena de colmenas, las mismas que en la otra majada, localizada en el paraje del Chancilla,

Paymogo surtía de miel y cera al monasterio de la cartuja de Sevilla

ya dentro de los campos comunales de Pagos de Sierra, muy cerca del río Chanza y de la frontera con Portugal.

A la apicultura se dedica desde hace 25 años, en principio por ser una actividad “compatible” con su profesión como maestro. Confiesa que se aficionó a ella “porque te permite estar en contacto directo con el campo” y para “intentar recuperar parte de la historia y las costumbres de Paymogo, especialme­nte las directamen­te vinculadas a la obtención de miel”.

No obstante con el paso del tiempo la apicultura “me ha atrapado y me apasiona”, confiesa Manuel Mora, que a pesar de contar con todos los requisitos legales para llevarla a cabo, no la realiza exclusivam­ente con “fines comerciale­s”. Para él la obtención de miel, añade, le permite “obtener unos ingresos extras”, ya que la vende entre sus vecinos de Paymogo y entre otras personas a título personal de

Manuel Mora, maestro jubilado, se dedica a la apicultura desde hace más de 25 años

otros muchos puntos de la provincia.

Básicament­e recolecta miel y polen, así como también elabora meloja, un subproduct­o de la miel que se ha convertido en una “auténtica delicatess­en”. Este apicultor paymoguero produce anualmente una media de entre 200 y 300 litros de miel, aunque precisa que “venimos de unos años muy malos por la escasez de lluvias y porque la enfermedad de la varroasis está afectando muy negativame­nte a las abejas”.

También subraya que su miel es “multif lora con componente­s de encina, de muy buena calidad y totalmente natural y ecológica”. Unas cualidades tan valoradas por quienes se la compran que le hacen tener “más demanda que producción”. “La tengo vendida de antemano, hasta el punto de que muchas veces tengo que racionaliz­arla entre mis clientes”, añade.

En este mismo sentido señala que la miel que se produce en esta zona “evidenteme­nte es mucho más natural que la obtenida en otros lugares más poblados y donde hay agricultur­a intensiva. Y es que aquí no hay polución y no se usan productos fitosanita­rios agrícolas, a los que las abejas son muy sensibles”.

UNA SOLA EXTRACCIÓN DE MIEL AL AÑO

El apicultor paymoguero Manuel Mora afirma que por esta zona solo se suele hacer una extracción de miel al año, entre finales de junio y principios de julio. “Vamos al campo –describe–; extraemos los cuadros de los panales llenos de miel; los trasladamo­s a una pequeña nave donde tengo el extractor –aparato donde se colocan los cuadros para extraer la miel por fuerza centrífuga–; se deja reposar y, por decantació­n, las impurezas suben y la miel se queda abajo. Lo separamos y a envasar”.

RELEVO GENERACION­AL

Manuel Mora lamenta la poca gente que actualment­e se dedica en Paymogo a la apicultura “a pesar de lo que esta actividad ha significad­o para el municipio”. De hecho, concreta, “prácticame­nte todos los que nos dedicamos actualment­e a esto en Paymogo somos jubilados y aficionado­s”.

A pesar de ello, añade, últimament­e están surgiendo algunos jóvenes que se están aficionand­o, lo cual “es muy positivo porque se trata de una actividad sostenible, que generaría riqueza y trabajo, y de la que podrían vivir muchas familias”.

Así, concluye indicando que las administra­ciones “deberían plantearse potenciar esta actividad como fuente de ingresos y generadora de riqueza en Paymogo, organizand­o para ello talleres, cursos y otras acciones formativas”. Y es que a ello añade que la apicultura “no entraña riesgos si se adoptan las medidas adecuadas, no exige grandes esfuerzos y por tanto se puede compatibil­izar con otros trabajos, y no requiere grandes inversione­s”.

ACTIVIDAD HISTÓRICA, ANCESTRAL

Para el diputado territoria­l del Andévalo de la Diputación de Huelva, Antonio Beltrán, la miel elaborada en esta comarca se obtiene de la recolecció­n que las abejas hacen de “multitud de f lores que encierran toda la intensidad del Andévalo”, lo cual la dota “de una singularid­ad y excelencia inconfundi­bles”.

Según prosigue, se trata de una labor “artesana y trasmitida de generación en generación desde, al menos, el siglo XVI”, lo cual ha hecho de la apicultura en Paymogo “una manera de entender el cuidado de los panales, y de saber elegir las dehesas, solanas o planicies donde colocar las colmenas –antes fijas y ahora móviles– para obtener la mejor miel, meloja, cera o jalea real”.

La explosión intensa de f lores de tomillo, romero, mirto, jaras, y en general las que florecen junto a los cauces que alimentan las riveras del Malagón o el Chanza “configuran un conjunto de propiedade­s organolépt­icas que hacen que esta miel haya sido muy apreciada desde tiempos inmemorial­es”, indica Beltrán.

Finalmente subraya que la Diputación de Huelva “reconoce la excelencia de los productos que se elaboran a partir de la recolecció­n de las colmenas, poniéndolo­s en valor en los diversos eventos a los que son invitados con la pretensión de reforzar sus posibilida­des de comerciali­zación”.

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REPORTAJE GRÁFICO: JORDI LANDERO Manuel Mora Tenorio (64 años), un maestro jubilado de Paymogo que desde hace 25 años se dedica a la apicultura.
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Mora nos muestra uno de los panales que tiene en su campo.
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En el paraje conocido como Pilar de la Sierra, muy cerca del casco urbano de Paymogo, cuenta Manuel con una treintena de colmenas.
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