EL AMOR EN TIEMPOS DEL COVID-19
hábito, de tez blanquísima, cara bella y delicada. Le corren lágrimas por las mejillas, y me dice escurridiza, como avergonzada, “no es aún la hora, vuelva dentro de unos minutos”.
A la vuelta, con actitud recompuesta, se disculpa: “Hay una señora enferma, esperábamos la ambulancia cuando usted llamó…”.
Reconozco que esa primera imagen me impresionó; me pareció ver en ella una pena auténtica, un dolor humano por alguien ajeno, por un prójimo por lo general olvidado y transparente como son nuestros mayores.
A lo largo de este año, en las sucesivas visitas al lugar, estas mujeres han ido creciendo ante mis ojos. Es reconfortante apreciar la personalización de su trato con cada residente, la complicidad con ellas, y cómo se las arreglan para transmitirles una actitud de orgullo y dignidad en su situación y en esa etapa de la vida tan poco valorada. Sólo he podido ver en estas mujeres entregadas sonrisas abiertas, trabajo incansable, paciencia, dedicación y alegría. En las mayores y en las jóvenes. Navidades, Rocío, fiestas diversas, tienen su pequeña sede en el centro con participación directa de las residentes, con bromas y risas, supliendo las posibles deficiencias del local con la ilusión innegable de las religiosas. Alguien que ha visitado por su profesión de médico muchas instalaciones de este tipo, me decía: son maravillosas, entrega, entrega y más entrega a las ancianas. Las mejores para cuidar a Manuela.
Las circunstancias actuales las han obligado a prescindir de la ayuda externa de que disponían, –supongo que también a reducir el tiempo de oración que tanto valoran y tanto alimento les proporciona–, ya que además de atender a las ancianas residentes han de realizar las competencias de monitoras, personal de limpieza, horarios de gimnasia, manualidades…
Yo, como Kitty, la protagonista del libro, admiro y me pregunto qué fuerza es la que las impulsa. Y quizás tenga la respuesta en el mismo libro: “La única cosa que vale es el amor al deber; cuando el amor y el deber se fundan en uno, la paz reinará en su espíritu y gozará de una felicidad superior a todo lo imaginable”.
“La única cosa que vale es el amor al deber; cuando el amor y el deber se fundan en uno, la paz reinará en su espíritu y gozará de una felicidad superior a todo lo imaginable”