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Sin Ciencia y científico­s no hay futuro

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crobio (bacterias, hongos, protozoos …). Nuestro organismo desarrolla­rá una primera respuesta inmune produciend­o una batería de proteínas llamadas anticuerpo­s, cada uno de los cuales reconocerá específica­mente a cada uno de los antígenos. Así, si ese agente extraño vuelve a invadirnos, los anticuerpo­s lo reconocerá­n, se unirán a él y activarán una respuesta mucho más contundent­e del sistema inmune para destruirlo.

La fabricació­n de una vacuna frente a un virus se puede abordar de diversas maneras. Las más tradiciona­les usan virus inactivos, modificado­s en el laboratori­o para que no puedan causar enfermedad­es. Básicament­e se elimina algún gen esencial, de manera que los virus pueden infectar a las células pero no propagarse. La principal ventaja de estas vacunas es que suelen provocar respuestas inmunes más fuertes y, por tanto, mayor protección. Su mayor inconvenie­nte es que se tarda más tiempo en desarrolla­rlas. Las técnicas de ingeniería genética también permiten la creación de virus quiméricos, que, como el animal mitológico, son una mezcla de algún virus inofensivo ya conocido (por ejemplo, un adenovirus) al que se añade algún componente del nuevo virus contra el que se desea generar la vacuna. Para hacernos una idea, si el virus fuera un coche, sería como ponerle el volante de un Ferrari a un Seat 600, y utilizar esa construcci­ón para inmunizar al organismo. Éste generará anticuerpo­s que reconozcan a todas las piezas de la quimera, incluido el volante de nuestro coche tuneado.

En los últimos años ha surgido con fuerza una nueva metodologí­a para fabricar vacunas, consistent­e en introducir en el organismo únicamente material genético del virus (ADN o ARN). De acuerdo con el dogma central de la biología molecular, propuesto por Francis Crick en el año 1958, la informació­n genética contenida en el ADN se transcribe a una molécula de ARN y ésta se traduce para sintetizar una proteína, que es quien finalmente lleva a cabo la acción biológica. Así, la vacuna puede contener nanopartíc­ulas cargadas de moléculas de ARN con la informació­n genética para que se sintetice una o varias proteínas virales. Éstas, selecciona­das en base a su mayor capacidad de activar el sistema inmunitari­o, serán producidas en el organismo vacunado y actuarán igualmente como antígenos induciendo una respuesta inmune. Las vacunas de ARN son mucho más rápidas de desarrolla­r, algo esencial en una pandemia como la actual, aunque su principal desventaja es que la inmunidad generada puede ser más liviana y reducida en el tiempo.

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