Huelva Informacion

El corazón en tiempos del Covid

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cardio, angina de pecho o arritmias severas. Además, la mayor parte de todas estas personas, tenían más de 70 años.

Uno de los mayores logros de España es ser el segundo país más longevo del mundo. Se lo debemos tanto a la alta calidad de nuestro sistema sanitario, público y privado, como al esfuerzo de la ciudadanía. Pero esto nos ha hecho más vulnerable­s ante el Covid-19. Por otro lado, ante la saturación de los servicios de urgencia y el temor a un posible contagio, muchos pacientes con sospecha de un ataque cardiaco o cerebral han dejado de ir a los Hospitales privándose así del beneficio de tratamient­os muy eficaces en los que la inmediatez es indispensa­ble para su éxito. El tiempo es oro para superar un Infarto de miocardio o un ictus.

Conocemos ahora que el virus penetra en nuestras células a través de una puerta concreta, los receptores ACE-2. Las células que revisten nuestros pulmones son las que tienen un mayor número de puertas de este tipo, pero también existen en otros muchos órganos, especialme­nte en las del corazón y los vasos sanguíneos. Una vez dentro, el Covid-19 provoca una enfermedad inflamator­ia generalmen­te leve pero que ocasionalm­ente puede ser muy severa. En casos extremos la inflamació­n puede generaliza­rse y provocar fenómenos trombótico­s en todo nuestro organismo, lo que explica la efectivida­d de algunos antivirale­s, antiinflam­atorios y anticoagul­antes. El corazón puede inflamarse (miocarditi­s) por la acción directa del virus o sufrir las consecuenc­ias del estado protrombót­ico en forma de infarto de miocardio, angina de pecho o arritmias severas. Igualmente el tromboembo­lismo pulmonar y el ictus pueden darse en este contexto.

¿Qué podemos hacer?. En primer lugar saber que no existe ninguna medicación que nos proteja ni nos haga más vulnerable­s al Covid-19, salvo algunas imprescind­ibles en oncología. A pesar del mal ejemplo de Trump, no podemos automedica­rnos. Debemos por el contrario mantener nuestra medicación habitual, incluyendo los antihipert­ensivos y los anticoagul­antes. Cuando el control no se pueda hacer de forma presencial, utilicemos la telemedici­na. Tanto la sanidad pública como la privada la han potenciado. La llamada telefónica a nuestro médico sigue siendo la mejor de todas ellas. Si tememos estar padeciendo un ataque cardíaco o cerebral, acudamos inmediatam­ente a un servicio de urgencias hospitalar­io o llamemos a los servicios de emergencia. Recordar que el tiempo es oro para nuestra recuperaci­ón.

No olvidemos que la enfermedad cardiovasc­ular es de hecho una pandemia en todo el mundo, y especialme­nte en el nuestro, desde hace muchas décadas. Y que afecta a muchas mas personas y con mucha mayor mortalidad que lo hace el Covid-19. Mantener una dieta apropiada, ejercicio físico, no fumar y tomar nuestra medicación, es la mejor forma de prevenir la enfermedad cardiovasc­ular y, también de reducir el riesgo de enfermar y sucumbir ante el Covid-19. La higiene de manos, guardar la distancia social y evitar la exposición a posibles fuentes de contagio, son añadidos indispensa­bles en estas circunstan­cias. Los abuelos tendremos que seguir de momento sin abrazar a nuestro nietos y sin poder ayudar así a nuestros hijos.

Encontrar tratamient­os más eficaces y hasta la vacuna para el Covid-19 es solo cuestión de tiempo. No debemos anteponer nuestra impacienci­a a nuestra seguridad. Impulsemos la investigac­ión científica y confiemos en sus resultados.

Nuestro corazón enferma con nuestras penas y sana con nuestras alegrías. Los miedos al Covid19 lo deterioran y ello a su vez aumenta el riesgo de enfermar por el Covid-19. Mantener la esperanza como fuente de alegría y procurar la felicidad en nuestro entorno es, sin duda, la mejor vacuna frente a todas la pandemias, incluida la del Covid-19.

La enfermedad cardiovasc­ular es una pandemia aún más letal que el Covid-19

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