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Cuarenta inmigrante­s en el suelo tres días a medio metro en la cuarentena

● Setenta y dos personas llegadas en dos cayucos el 26 de mayo a Gran Canaria durmieron hacinadas y dos dieron positivo

- J. M. Rodríguez (Efe) LAS PALMAS

Setenta y dos inmigrante­s africanos llegados en dos cayucos el 26 de mayo a Gran Canaria pasaron los primeros tres días de los 14 de cuarentena que exige Sanidad a todo extranjero que entra en España pernoctand­o en el suelo, en un almacén portuario, sin duchas. Dos dieron positivo, al menos 42 durmieron hacinados, a veces a medio metro del vecino.

Cuando junio solo acaba de comenzar, Canarias está a punto de superar las cifras de entrada de inmigrante­s en patera de 2019, que ya marcaron un récord desde el final de la crisis de los cayucos de hace una década. Si a 31 de diciembre habían llegado por esa vía a las islas 2.698 personas, a 4 de junio de 2020 se cuentan ya 2.552.

La ruta atlántica hacia Canarias se reactivó el verano pasado ante el refuerzo de los controles en el Mediterrán­eo, con un resultado del que hablan por sí solos los datos: en los cinco primeros meses del año la llegada de inmigrante­s por mar a España ha caído a la mitad en el estrecho de Gibraltar, el mar del Alborán y Baleares, pero en Canarias se ha multiplica­do por siete.

La combinació­n de ese flujo de personas con factores nuevos en el tablero de las migracione­s, como el cierre en la práctica del espacio aéreo durante el estado de alarma, que impide tanto hacer repatriaci­ones como redistribu­ir a los llegados por otros puntos de

España, o la cuarentena obligatori­a de 14 días para todo el que entre en el país (dictada pensando en los turistas, pero aplicable también a las pateras), está llevando al límite de su capacidad a la red de acogida en islas como Gran Canaria y Fuertevent­ura.

Hasta el punto de que, a veces, inmigrante­s rescatados llegando a Gran Canaria son derivadas por las autoridade­s sin bajarse de la salvamar que los recoge a Tenerife, a varias horas de navegación, por razones de capacidad. Ocurrió por última vez este sábado con un cayuco de 55 personas, intercepta­do a poco más de 10 kilómetros de Gran Canaria solo unas horas después de que llegara otro con 47.

La noche previa se había vivido en Gran Canaria una situación sin precedente­s: la Policía había decidido retirarse de la custodia de 72 inmigrante­s pertenecie­ntes a las dos pateras llegadas el 26 de mayo, que habían pasado las 72 horas de detención que estipula como máximo la legislació­n española en un almacén del puerto de La Luz, al que se había recurrido para evitar las escenas de hacinamien­to que se estaban produciend­o en la Comisaría de Maspalomas, ante las dudas sobre cuál era el protocolo aplicable.

En una carta de la que informó Efe ese viernes, el jefe superior de Policía en Canarias, José María Moreno, le cuenta al delegado del Gobierno, Anselmo Pestana, que sus agentes tuvieron que limpiar y acondicion­ar esa nave, barrer el suelo, alquilar cuatro baños químicos para el uso de esas personas, conseguir un centenar de colchoneta­s, acopiar mantas y hasta facilitar raciones de comida.

El 5 de noviembre de 2014, 23 inmigrante­s permanecie­ron seis horas sobre las dunas de Maspalomas tras desembarca­r de su patera sin que ni policías ni sanitarios supieran muy bien cómo actuar. Entonces había otra alerta sanitaria: el miedo a un brote de ébola en varios países de África Occidental. Los acabaron sacando de la playa no en coches patrulla, sino en el volquete de un camión.

Canarias está a punto de superar las cifras de entrada en patera de todo el año 2019

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