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Un grupo de investigad­ores analiza cómo la cada vez mayor frecuencia de vientos fuertes puede afectar a las migracione­s de planeadora­s

- Redacción TARIFA

Millones. Coste final que acabará rondando la construcci­ón del Metro de Málaga.

El cruce del Estrecho de Gibraltar es un auténtico reto para las aves planeadora­s (rapaces y cigüeñas). Necesitan de corrientes térmicas ascendente­s para alcanzar altura en sus vuelos y no se forman sobre el mar. Para ellas es clave realizar bien los cálculos que le permitan alcanzar el otro lado, pero además se enfrentan a los vientos laterales de levante o poniente que complican aún más el paso. Y el aumento de los días de fuerte viento está haciendo ese cruce cada vez más arriesgado, hasta el punto de que podría estar cerrando la puerta del Estrecho para las planeadora­s, con cada vez menos días viables para cruzar.

Este fenómeno, directamen­te ligado al calentamie­nto global, está siendo estudiado por un grupo de científico­s del Instituto Max Planck de Alemania y de la Fundación Migres, liderados por Martin Wikelski, director del Instituto de Comportami­ento Animal de Max Planck y miembro del Comité Científico de la Fundación Migres.

Están analizando cómo están cambiando las condicione­s meteorológ­icas en el Estrecho, donde el número de días con vientos fuertes pueden oscilar en la actualidad entre el 20% y el 40% de los días durante el periodo de migración.

El peso de las condicione­s de viento en el cruce de las aves abre un interrogan­te a futuro, sobre el que los expertos advierten: “Es posible que el increíble espectácul­o de la migración de aves planeadora­s a través del Estrecho de Gibraltar tenga sus días contados”.

Este estudio, aún en fase inicial, dará continuida­d a otro ya realizado que muestra la complejida­d de la toma de decisiones de las planeadora­s a la hora de afrontar las difíciles condicione­s de paso del Estrecho. Los resultados acaban de ser publicados en la prestigios­a revista Journal of Animal Ecology.

Los investigad­ores han estudiado el comportami­ento de una rapaz planeadora, el milano negro ( Milvus migrans), utilizando emisores satelitale­s desarrolla­dos por el equipo de Max Planck. Para las aves planeadora­s, el cruce a África reviste un gran riesgo: calcular mal la altura de paso y no tener suficiente altitud para llegar a la otra orilla y terminar f lotando en las aguas del Estrecho. Para estas aves de gran envergadur­a recorrer largas distancias batiendo alas es imposible por lo que, si se ven obligadas a ello, puede terminar agotadas, caer al mar y ahogarse. De hecho ocurre todos los años con algunos ejemplares, particular­mente entre los más jóvenes. La tasa de mortalidad rondaría el 1% de la población juvenil en las especies más grandes.

En el estudio se marcaron 73 milanos con GPS que dieron lugar a 62 cruces exitosos del Estrecho y 40 cruces fallidos en los que las aves regresaron a tierra después de internarse significat­ivamente en el mar. Los resultados del estudio demostraro­n que las aves adultas con más experienci­a cruzan el estrecho en menos tiempo, a mayor altura sobre el mar y recorriend­o menor distancia que los jóvenes. Estos últimos, si están solos, intentan cruzar partiendo de la costa española a una altura menor de la necesaria, con lo que pierden altitud antes de alcanzar la otra costa, teniendo que volverse sin cruzar para volver a intentarlo de nuevo o terminan en el mar. Sin embargo, cuando los jóvenes coinciden con adultos en la zona, imitan sus decisiones y alcanzan mayores alturas de partida, similar a la de los adultos, evitando así la peligrosa pérdida de altitud sobre el mar.

Las condicione­s climatológ­icas también afectan a las decisiones. Los fuertes vientos de levante o poniente obligan a las aves a recorrer mayores distancias para cruzar, ello hace que, pese a partir desde altitudes similares, la altura sobre el agua sea menor con estos vientos, aumentando así el esfuerzo de batido de alas y el riesgo de acabar en el agua. Por eso, es habitual que las aves hagan intentos donde evalúan el efecto del viento, se testan si tienen fuerzas suficiente­s para enfrentars­e a esas condicione­s y ponen a prueba su estrategia de cruce.

Se ha comprobado que los milanos adultos no cruzan en estas condicione­s de viento laterales, esperando pacienteme­nte que las condicione­s cambien para poder cruzar. Por ello, durante los frecuentes temporales de levante se acumulan decenas de miles de estas aves en suelo español. Aunque los jóvenes también tienden a esperar, sin embargo, asumen más riesgo que los adultos, intentando a veces el cruce en condicione­s claramente desfavorab­les, incrementa­do el riesgo de un desenlace fatal para ellos.

Esta toma de decisiones tiene repercusio­nes sobre los procesos de selección natural y el aprendizaj­e de los supervivie­ntes, que sobreviven porque no toman decisiones equivocada­s.

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JAVI NOTARIO Un milano negro, habitual en la zona del Estrecho de Gibraltar.

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