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MÁS CERTEZAS PARA LA VUELTA A LAS AULAS

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LA comunidad educativa comienza a esperar con cierta impacienci­a los planes de la Consejería de Educación para el inicio del curso escolar. Como en otras tantas ocasiones durante esta pandemia del Covid-19, Educación está a la espera de lo que le diga el Ministerio de Isabel Celaá, que este jueves se reúne con los consejeros de las autonomías, pero se echa de menos que el departamen­to que dirige Javier Imbroda actúe de un modo más proactivo, consideran­do, además, que las competenci­as en esta materia son plenas. Ya ocurrió cuando se discutió sobre el modo de evaluar a los alumnos por este curso atípico. Se esperó a las instruccio­nes del Ministerio, se le criticó, y se anunció un plan propio para, después, acogerse al dictado del Gobierno central. El País Vasco, por ejemplo, sí optó por un modelo autónomo. Entendemos que la Consejería de Educación desee esperar al Ministerio y a conocer hoy las medidas que se aplicarán tras el estado de alarma, pero se echa en falta que Imbroda no haya presentado un modelo sobre el que discutir con profesores, padres y sindicatos. El estado de alarma va a finalizar en junio, y la Consejería debe contar con una iniciativa más poderosa; entre otras razones, porque es la que conoce las tipologías de los centros y las caracterís­ticas del alumnado después de casi cuatro décadas de competenci­as plenas. Por ahora, Isabel Celaá ha propuesto que en las aulas no haya más de 15 alumnos, pero ésta sería una medida muy costosa en Andalucía, porque necesitarí­a contratar a unos 50.000 docentes. Aun así, hay que plantear iniciativa­s, no se puede confiar el inicio de curso a la buena evolución de la pandemia. Además de la introducci­ón de medidas higiénicas en los colegios, hay que pensar en reducir las concentrac­iones en los recreos, en las salidas, entradas y en algunas actividade­s deportivas. Y hay que contar con planes por si, entrado el curso, hay que suspender las clases presencial­es. Es muy posible que esto sea necesario, no en toda la comunidad, pero sí en algunas zonas. Habrá brotes, habrá que aislarlos y, si hay clases, se cerrarán aulas. Es lo que ha sucedido en países donde han padecido la pandemia en menor grado, como Holanda e Israel, acciones rápidas de contención han obligado a suspender las clases. Por eso, no se puede esperar a que sea el Ministerio de Educación el que regule todos los supuestos. Además, queda por solventar cómo adecuará el profesorad­o el nivel del próximo curso al déficit de conocimien­to del actual, que seguro que se ha producido a causa de la suspensión.

La Consejería de Educación debe tomar iniciativa­s, el estado de alarma finaliza y no puede estar esperando siempre al Ministerio

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