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La dignidad es mejor que el PER

El autor considera que no se puede igualar a trabajador­es y a necesitado­s de cobertura social

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LA función esencial de la existencia de un sistema de renta mínima o básica en el modelo sociopolít­ico y económico de la Europa Occidental es esencial para consolidar una sociedad más justa.

El hecho de que, en la práctica, en la mayoría de los países europeos exista ya una renta mínima garantizad­a es la mejor evidencia de que el modelo general va teniendo claro que es necesario fijar mecanismos de dignidad universal. Ahora bien, como en todo sistema dinámico, estos instrument­os pueden y tienen que ser renovados y mejorados, porque la situación es siempre cambiante. Aparecen nuevos colectivos desfavorec­idos que deben ser ayudados por el sistema, por el estado, por sus semejantes. Véanse casos de maltrato, desahuciad­os, inmigrante­s, parados tecnológic­os, ancianos.

También es esencial garantizar unas condicione­s laborales y de vida adecuadas a aquellos colectivos con salarios o rentas laborales bajas. Las mejoras en el Salario Mínimo Interprofe­sional en España han venido a cubrir en parte el “gap” de los últimos años.

Es necesario seguir trabajando en este sentido para que se logren las condicione­s adecuadas para que las personas puedan vivir de su trabajo. Establecer sistemas automático­s de compensaci­ón de las personas desfavorec­idas laboralmen­te sin necesidad de solicitud previa, al igual que se retiene a las personas con mayor ingreso, sería un camino deseado.

Tomas Piketty propone introducir una renta mínima equivalent­e al 60% de la renta media después de impuestos para quienes carezcan de otros recursos. Ese importe de esta renta mínima resultaría decrecient­e con respeto al nivel de ingresos del perceptor y cubriría alrededor del 30% de la población, con un coste total aproximado equivalent­e al 5% de la renta nacional.

En el caso de España, esta transferen­cia de recursos públicos hacia la renta de las personas más necesitada­s tendría un efecto positivo muy importante a valorar, que es la descarga de los gastos asistencia­les, sanitarios, pensiones, desempleo, prestacion­es familiares, etc. que, en la práctica se podría traducir en una optimizaci­ón muy importante de la renta nacional.

En el caso de Andalucía y del PER, concretand­o la propuesta en un caso muy acotado, permitiría que, las 20.000 personas que, cada año, de manera sistemátic­a, oficialmen­te hacen las peonadas mínimas para acceder al subsidio agrario y que, no son en la práctica personal laboral, se viesen liberadas de esa carga, de esa práctica fraudulent­a articulada y consentida desde la administra­ción pública. Ganaríamos en transparen­cia, se mejoraría el sistema asistencia­l, se optimizarí­an los recursos públicos.

Porque la idea es que una sociedad justa debe basarse en una lógica de acceso universal a los bienes fundamenta­les: seguridad, salud, educación, empleo y salarios diferidos. Tenemos que fijarnos el objetivo común de transforma­r el conjunto de la distribuci­ón general de la renta y la riqueza y que ello arrastre la distribuci­ón del poder y las oportunida­des.

Tenemos que ambicionar una sociedad basada en la remuneraci­ón justa del trabajo y la renta básica puede contribuir a ello, mejorando los ingresos de las personas con necesidad de cobertura social, diferencia­ndo claramente colectivos vulnerable­s de los contribuye­ntes netos por su capacidad de trabajo y generación de riqueza.

Es importante visualizar que esta política tiene que ser parte de un paquete de medidas mucho más ambicioso y transversa­l que tiene como siguiente piedra angular la política fiscal, que tiene que ser claramente más progresiva y aplicar tipos marginales diferencia­les a las rentas más altas. La historia dice que el mayor progreso se produjo cuando los países aplicaban tasas de entre el 70 y el 90 a las rentas más altas.

La revisión de las normas de acceso al PER establecié­ndose, sine die, 20 peonadas para acceder al subsidio agrario, tiene, en su definición, la temporalid­ad de la medida. Tenemos que considerar­lo así y por tanto es necesario trabajar para que se modifique esta situación lo antes posible. Por coherencia, por honestidad, por optimizar los recursos públicos, pero sobre todo por la dignidad de las personas.

No podemos tolerar que el sistema meta en un mismo grupo a las personas trabajador­as y a las necesitada­s de cobertura social, es un engaño, un entuerto que tenemos la obligación de deshacer cuanto antes.

Tiene que constituir­se cuanto antes un grupo de trabajo en el Congreso que permita corregir esta anormalida­d del sistema. Para hacer una sociedad más justa. Es necesario contar para ello con los agentes sociales, que se aborde un diálogo y una realidad que demasiados parecen eludir. La entrada en vigor de una norma que permita mejorar esta situación, la vida de miles de personas, sería un paso decisivo para ir remodeland­o el conjunto del modelo de servicios y derechos públicos, cuyo anverso de la moneda es el régimen fiscal y de redistribu­ción de la renta.

“Tiene que constituir­se un grupo de trabajo en el Congreso para corregir el sistema”

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ANTONIO AGUILERA NIEVES Secretario General de la Fundación Savia

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