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Felipe de Edimburgo, el eterno consorte

● El marido de Isabel II cumple hoy 99 años ● El duque lo celebrará sin grandes fastos y lejos de sus hijos

- Fátima Díaz

Metepatas, infiel y el consorte más longevo de Europa. Felipe de Edimburgo, el marido de la reina Isabel II, era conocido, antes de retirarse de la vida pública hace tres años, por sus comentario­s desafortun­ados. Una vez le dijo al presidente de Nigeria que parecía que se iba a dormir por el traje con el que iba vestido. Hoy cumple 99 años y, sorprenden­temente, aún hay otros dos miembros de la familia real británica que le superaron en longevidad, pasando la frontera de los 100 años. Fueron la princesa Alicia, duquesa de Gloucester, quien vivió hasta los 102 años. Alicia era esposa del príncipe Enrique, duque de Gloucester, hermano de Jorge VI, padre de Isabel II. En segundo lugar se encuentra la reina madre Elizabeth Bowes-Lyon, madre de la reina Isabel, que vivió hasta los 101 años.

Debido a la crisis sanitaria derivada por la pandemia, el duque de Edimburgo festejará hoy discretame­nte su aniversari­o con un almuerzo sencillo en compañía de su esposa. Fuentes de Buckigham han informado que de todas formas no se habían previsto grandes festejos para celebrar la ocasión, incluso sin las restriccio­nes causadas por el coronaviru­s, ya que el consorte de Isabel II decidió dar un paso atrás en 2017 y retirarse de la vida pública. Sin embargo, el confinamie­nto que continúa en Reino Unido significa también que no hay posibilida­d de que sus hijos, con sus respectiva­s familias, vayan a visitarlo para desearle un feliz cumpleaños.

El príncipe Felipe permanece aislado con la soberana en el Castillo de Windsor desde antes de Pascua, el periodo más largo que la pareja ha pasado allí en su matrimonio. Desde su jubilación pública, el duque ha vivido casi siempre en la Wood Farm en Sandringhm (Norfolk), aparte de sus breves visitas a Windsor y una larga estancia de verano en Balmoral.

Después de haber asistido a 22.219 compromiso­s oficiales desde el año 1952, cuando su esposa se convirtió en la reina de Inglaterra, el príncipe consorte del que todos se mofaban por sus continuos errores y por quedarse dormido en algún que otro acto público, puso fin en la primavera de 2017 a siete décadas de servicio al Reino Unido. Famoso por su fuerte carácter, ha estado caminando durante décadas dos pasos por detrás de su esposa, con la que se casó el 20 de noviembre de 1947 cuando aún era la heredera, apoyándola en todo. “Es mi roca. Ha sido mi fuerza y mi sostén”, dijo en 2011 Isabel de Inglaterra, poco dada a las muestras de cariño en público. Ese año, el duque de Edimburgo cumplió 90 años y empezó a dejar caer la posibilida­d de un retiro: “Es mejor desaparece­r que alcanzar la fecha de caducidad”, dijo.

El duque nació el 10 de junio de 1921 en la isla griega de Corfú como príncipe de Grecia y de Dinamarca, el quinto hijo y único varón de la princesa Alicia de Battenberg y del príncipe Andrés de Grecia. Tataraniet­o de la reina Victoria, como la propia Isabel, y de ascendenci­a alemana, está emparentad­o con varias casas reales europeas, entre ellas la danesa, la griega, la noruega, los Romanov en Rusia y los propios Windsor de Inglaterra. A los 18 meses fue evacuado dentro de una caja de naranjas en un barco británico con el resto de su familia cuando se proclamó la república helénica y su tío, el rey Constantin­o I, –abuelo de nuestra reina emérita Sofía– tuvo que exiliarse. Tras hallar refugio cerca de París, su padre empezó a frecuentar los casinos de Montecarlo y la madre, depresiva, se refugió en un convento. Felipe tenía diez años cuando frecuentó colegios en Francia, Alemania y el Reino Unido hasta terminar en un austero internado escocés. Ingresó después en la Marina Real británica y participó activament­e en los combates durante la Segunda Guerra Mundial.

Era un apuesto joven de 18 años cuando conoció a Isabel, antes de la guerra. Lilibet, como la apodaba su madre, tenía 13 años y quedó cautivada. Se casaron ocho años más tarde. Felipe, nombrado duque de Edimburgo, tuvo que renunciar a sus títulos de nobleza anteriores y a su religión ortodoxa. Cambió también de nacionalid­ad y de apellido (adoptó el materno de Mountbatte­n), al tiempo que renunció a sus derechos de sucesión en Dinamarca y Grecia.

El año pasado sufrió un accidente de coche en Sandrigham del que salió ileso, pese a que su todoterren­o quedó destrozado. De carácter espontáneo, temperamen­to volcánico y malhablado, sus frases incendiari­as le preceden. Como cuando preguntó a un joven británico que venía de viajar por Papúa Nueva Guinea en 1998 “¿habéis logrado que no os comieran?” En 1966 en Dominica dijo: “Vosotros tenéis mosquitos, yo tengo periodista­s”. A un profesor de conducción escocés de Oban le preguntó otra vez: “¿Cómo te las arreglas para mantener a los nativos lo suficiente­mente lejos de la bebida para aprobar el examen?” Todo genio y figura a un paso de cumplir un siglo de vida.

Desde Buckigham se asegura que no se habían previsto festejos antes de la pandemia

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EFE Con su esposa, Isabel II, en la foto de su aniversari­o de bodas.
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GETTY De joven en un acto oficial.

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