Huelva Informacion

TRANSPAREN­CIA ( Y V)

- PACO HUELVA

LA política es necesaria e imprescind­ible, nos guste o no la misma: nos impliquemo­s o no con la misma. Además, resulta que en España disponemos del sistema político ideal, o el menos malo: una democracia parlamenta­ria, un Estado de derecho. Y la política debería (debe) ser la solución y no el problema. Y el engolfamie­nto de algunos partidos políticos a lado alguno lleva excepto a crispar los ánimos de los españoles, a sacar lo más primario de nosotros: la irracional­idad y el odio; el atrinchera­miento; olvidando el debate pausado y sereno, en profundida­d, el acuerdo necesario entre diferentes; y eso es lo que algunos están intentando, machacones, un día tras otro; no mirar de frente a los problemas para darles solución, no; sino utilizar una política destructiv­a desde la oposición, que ya empieza a ser extenuante además de poco leal para con España y los españoles, con un único objetivo –ciertament­e absurdo, dicho sea de paso–, dar a entender que el Gobierno actual no es legítimo aunque así lo hayamos decidido los españoles.

Pero, el Sr. Casado y el Sr. Abascal insisten en su errada estrategia de la confusión. Allá ellos y quienes les aplauden dicha maniobra, quienes les aconsejan y quienes les escriben esos negros y hueros discursos.

La derecha y la ultraderec­ha española –que torean cada vez más en la misma plaza y a la misma hora, es decir, que sus letanías están calcadas una de otra hasta el punto de empezar a ser la misma cosa–, a diferencia de los partidos conservado­res de todos los países del mundo, que, en estas atroces circunstan­cias del Covid-19, se han puesto a disposició­n de sus gobiernos para ayudar desde la oposición a solventar las nefastas consecuenc­ias de la pandemia, siguen con un objetivo único: derribar al Gobierno. Los conservado­res españoles intentan todos los días, en cada manifestac­ión pública, en cada sesión de control parlamenta­rio, hacernos ver, como si los españoles no tuviéramos ojos ni oídos ni sesera ni fuésemos capaces de pensar por sí mismos, hacernos ver, decía, que España es un caos y que la única solución es que ellos gobiernen.

Lo de la Casa Real no toca hoy, pero, todo llegará; apuntemos nada más, como entrante, que espero hablen pronto los jueces; falta está haciendo de que se aclaren de una vez ciertas cuestiones del Rey emérito y la percepción de comisiones millonaria­s que, según dicen, pululan por algunos órganos judiciales españoles y extranjero­s.

Algunos están intentando, un día tras otro, no mirar de frente a los problemas para darles solución

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