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Muere Rosa María Sardá, intérprete versátil y una mujer “consecuent­e”

● La barcelones­a fascinó con la honestidad que desprendía dentro y fuera de los personajes ● “No tenía pelos en la lengua y le cantaba las cuarenta a cualquiera”, recordaba Mario Gas

- Agencias BARCELONA

La actriz, humorista y presentado­ra Rosa María Sardá falleció ayer en Barcelona a los 78 años, según informó en un tuit la Academia de Cine, la misma institució­n que le otorgó dos Premios Goya –por Sin vergüenza y ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?– y reconoció a la intérprete con la Medalla de Oro de la Academia.

Más conocida por sus cualidades como actriz de comedia, Rosa María Sardá interpretó no obstante a lo largo de su carrera todo tipo de papeles, algunos tremendame­nte trágicos, tanto en el teatro como en el cine, haciendo gala de su camaleónic­a versatilid­ad.

Sardá nació en 1941 en Barcelona en el seno de una familia vinculada al mundo del espectácul­o, con un bisabuelo y una abuela actores, que transmitie­ron sus cualidades a ella y a su hermano Xavier.

Actriz vocacional y de formación autodidact­a, debutó en la

escena profesiona­l con 24 años, en la obra Cena de matrimonio­s, de Alfonso Paso, y cuatro años después fue la protagonis­ta de El Knack (1969), dirigida por Ventura Pons, una obra que la consagró en la escena teatral.

Desde entonces, su presencia fue habitual en los teatros de Barcelona y Madrid, interpreta­ndo obras como Esperando a Godot, de Samuel Beckett; Madre Coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht; Wit, de Margaret Edson, o La casa de

Bernarda Alba, de Federico García Lorca, un celebrado montaje dirigido por Lluís Pasqual y en el compartía tablas con Núria Espert. “Cuando a alguien se le pone el artículo delante, y se dice La Sardà, La Caballé, es porque aquella persona es capaz de hacer algo de lo que no es capaz nadie más”, apuntó Pasqual.

A lo largo de su carrera teatral trabajó con autores y directores como Terenci Moix, Josep Maria Benet i Jornet, Adolfo Marsillach, Josep Maria de Sagarra y Mario Gas, entre muchos otros. Gas la definió ayer como “una mujer de armas tomar y con ideas propias” que “no tenía pelos en la lengua y le cantaba las cuarenta a quien fuera”.

Moros y cristianos, Alegre ma non troppo, Airbag, La niña de tus ojos, Todo sobre mi madre, Sin vergüenza y Ocho apellidos catalanes son algunos de los trabajos más destacados de la intérprete barcelones­a en el cine.

En los últimos años se le rindieron diferentes homenajes, y entre ellos en 2015 recibió el Max y en 2016 el Feroz de honor. Este 2020 debería haber recogido el Fotogramas de Plata especial en una ceremonia que se suspendió por la pandemia del coronaviru­s. La revista resumió a la perfección los valores de la actriz: “Tan capaz de mutar de personaje cómico cada diez minutos como de dejar asomar una humanidad, una tristeza o un patetismo como únicamente las grandes, quienes han pasado de la comedia al drama, son capaces”.

El mundo de la cultura, pero también la política y otras esferas, despidió con tristeza a una de las grandes de la escena. “Una cena con Rosa María Sardá y Terenci Moix rivalizand­o en contar anécdotas era lo mejor que podía ocurrirte en mucho tiempo”, recordaba la periodista y escritora Maruja Torres. “Dice el tópico: ‘Siempre se van los mejores’. Pero hoy se cumple. Se nos fue La Sardá”, comentaba José Corbacho, que la describía como “un faro para una generación de titiritero­s y gentes de la comedia”.

“Nos ha dejado un mito de nuestra cultura. Brilló en el teatro, el cine y la televisión. Como los grandes cómicos de la historia, nos hizo reír horas y horas mientras, sin darnos cuenta, nos enseñaba a ser mejores personas”, sostenía el director Juan Antonio Bayona. “Todo lo que pueda decir sobra”, aseguraba por su parte Isabel Coixet. “Tu fricandó es el más tierno, sabroso y bueno del mundo. Punto. Ese día fue sublime. Todos los que lo probamos te adoramos. No hay ni habrá otra mujer como tú”.

Estaba dotada para la ironía, pero sabía dar vida y emoción a la tristeza y el patetismo

La actriz sevillana I ngrid García-Jonsson, que rodó con ella la comedia Salir del ropero, pendiente de estreno, evocaba a la Sardá como “una tía muy consecuent­e en cuanto a cómo trabajaba, lo que decía y lo que sentía, nunca se ocultaba. Quiero ser como Rosa. Hoy voy a fumarme un cigarro, beberme un gin tocnic y a verme un capítulo de The Crown en su honor”, afirmó.

Su figura suscitó elogios de los políticos. El presidente Pedro Sánchez le rindió homenaje diciendo que era “historia en mayúsculas de nuestra cultura, ejemplo de sensatez, una mujer luchadora”, e incluso los que defienden el independen­tismo catalán, con el que fue muy crítica Sardá, reconocier­on su magisterio. “Se va una gran parte del patrimonio cultural que tenemos. Si hubiera nacido en Boston y no en Barcelona tendría 3 Oscar. Así de grande era”, opinó el diputado de ERC Gabriel Rufián.

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TONI ALBIR / EFE 1
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TONI GARRIGA / EFE 2
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1. Con la Medalla de la Academia de Cine. 2. Junto a Lluís Pasqual y Núria Espert, cuando presentaba­n ‘La casa de Bernarda Alba’. 3. Con Cecilia Roth y Penélope Cruz en ‘Todo sobre mi madre’.
3 1. Con la Medalla de la Academia de Cine. 2. Junto a Lluís Pasqual y Núria Espert, cuando presentaba­n ‘La casa de Bernarda Alba’. 3. Con Cecilia Roth y Penélope Cruz en ‘Todo sobre mi madre’.

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