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La fiesta que no vimos de una maestra de la comedia

● Sus programas sólo se veían en el circuito catalán durante la Transición. Pero ‘Ahí te quiero ver’ fue lo mejor de la TVE de los 80

- Francisco Andrés Gallardo

Rosa María Sardá, fallecida un jueves de Corpus, era muy de los catalanes. Con humor burlón y un flequillo adelantado y alborotado que lució mucho antes que Cristina Pardo. Su hermano Javier le creaba unas entrevista­s con mordiente y guasonas, como después oiríamos con él en La bisagra y La ventana. Mucho antes de que Javier aterrizara por Marte en Telecinco probaba con la familia gags y recursos. Fue donde conoció al señor Galindo. Ahí te quiero ver fue de lo mejor de la TVE ochentera, la Tele Roja de Calviño (José María, padre de la ministra), donde el entretenim­iento podía unirse al interés informativ­o o cultural. Además de la burguesa repelente que veía la tele aburrida con Honorato (Enric Pons, fallecido en 2001) Rosa María entrevista­ba, actuaba y hacía reír. Y hacía pensar.

Se valora que Los Simpson fuera una serie tan pionera que cambia en cada introducci­ón pero eso ya lo hacía un lustro antes el equipo de Ahí te quiero ver (19841987), con lo de “la presentado­ra más excitante de la televisión mundial”.

Fueron dos temporadas pero Rosa María Sardá se hubiera permitido mucho más. Optó mejor por el cine. Como todo quedaba en familia, había llegado entonces la hora de sus compadres de La Trinca, en TV3 y en la TVE de Pilar Miró ( Tariro, tariro), de ahí a fundar Gestmusic, una máquina de hacer formatos y de fabricar dinero.

La mujer por entonces del rubio de la Trinca, Josep Maria Mainat (se divorciaro­n en 2002), se encargó de un Vídeos de primera para las autonómica­s y la vimos en Canal Sur en Olé tus vídeos, por el 92, con este eurovisión regional de cachondeo y caídas. Gestmusic estaba llamada a metas mayores. El ex cuñado de Rosa María, Joan Ramón Mainat, empujó el proyecto de Crónicas marcianas y se inventó lo de Operación Triunfo.

Pero la recordada actriz nació como un fenómeno local que animaba las tardes del llamado entonces circuito territoria­l de Cataluña de TVE. Montaba una fiesta de sobremesa cuando en el resto de España lo que se sintonizab­a era agüilla hertziana. “Sólo en Cataluña y Baleares”, como anunciaban en el Teleprogra­ma, tenían su franja de tarde en catalán con una programaci­ón variada de contenidos bastante rentables. Cuando Carme Forcadell hacía reportajes pelín petulantes con Giravolt, la actriz favorita de Terenci Moix era un indiscutib­le cascabel deslumbran­te para el público de finales de los 70 con su Festa amb Rosa María Sardà.

Por las tardes había fiesta catalana, un cabaret donde “la Sardá” se contoneaba con tintes satirones por la sala. La Trinca se atisba en esos programas, como el posterior Las nits de la tieta Rosa y Per molts anys, el inmediato precursor de Ahí te quiero ver. En el éxito de Rosa María se encuentra el espíritu de los de Canet con su animación, humor y coreografí­as picaronas, premeditad­amente anticuadas. Su público la encontró en Una vella i coneguda olor (Un viejo y conocido olor) serie ( Novela) sobre la obra de Josep Maria

Benet, en 1975. Ya por entonces demostró su versatilid­ad aunque la broma y la ironía le surgían casi sin querer.

Tuvo una presencia más bien breve en la televisión nacional pero fue un trampolín suficiente para curtirse en el cine y en el teatro. Pero si apretamos l a memoria l a encontramo­s en la gala de inauguraci­ón de la Lotería Primitiva. Rosa María Sardá presentó junto a Bertín Osborne el nuevo juego en octubre de 1985, con el secretario de Estado de Hacienda, Josep Borrell, en las mesas del Florida Park. Lo más memorable de aquella noche donde los españoles descubrier­on la quiniela de puro azar fue la actuación de Tip y Coll. ¿Para qué? Paraguayo. Y en tres ocasiones la catalana fue la maestra de ceremonias de la gala de los Goya.

La aparición de Rosa María en la pantalla era una fiesta porque no se prodigaba por el cristal. En 1994 protagoniz­ó una de las primeras telecomedi­as de antihéroes en TVE, al recuelo de Los ladrones vana la oficina que triunfaba en Antena 3, Villa Rosaura, que pasó de largo.

En 2005, para las tardes del fin de semana en T VE, protagoniz­ó la adaptación de las vivencias de Rosa Regás con Abuela de verano, muy del espíritu de Rosa María, que venía a representa­r una Cataluña fresca y descarada y a su vez reconocida y respetada. Aunque en realidad ella nunca quiso ser representa­nte de nada.

“La Sardá” era desparpajo. Una comedianta completa, brillante en el contexto de su generación y del tiempo que le tocó animar.

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MARTA PÉREZ / EFE
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