Cultura, sí, cultura
Afortunadamente, desde la infancia, tuve la oportunidad de vivenciar una amplia amalgama de experiencias socioculturales, las cuales fueron forjando mi personalidad y ofreciendo una visión de conjunto, reportándome un enriquecimiento personal. Sin lugar a dudas, de todas ellas, acudir cada Domingo de Resurrección a la Real Maestranza de Sevilla y a las sucesivas tardes de Feria eran mis eventos más esperados y deseados del año. En contrapartida, debo de cuestionarme, en un ejercicio de intentar comprender, ya que no puedo compartir, posicionamientos opuestos al mío. ¿Quién puede atacar de manera tan gratuita y virulenta al mundo de la tauromaquia? Imagino que las múltiples voces de los detractores del mundo del toro nunca habrán escuchado los clarines durante el paseíllo, no habrán vivenciado el silencio sepulcral a la espera de que el morlaco salga por la puerta de toriles, generándose una incertidumbre eterna, de rodillas Espartaco esperando al toro a portagayola; desconocerán la exclusiva poesía con la zurda del maestro jerezano De Paula al compás de una espontánea burlería; los terrenos sobrehumanos que llegaba a pisar Ojeda; una tarde inspirada del Faraón de Camas, otras no tantas, pero paciencia, hijo mío, porque a “los toreros se les espera” (me decía mi padre en las broncas toreras); la elegancia de Manzanares padre... Regreso de mis recuerdos y mis ojos se detienen en un titular publicado en prensa en el que el vicepresidente Iglesias declara que le “incomoda
enormemente que se reivindiquen las corridas como algo cultural”. Atónito y perplejo vuelvo a leer la noticia, le incomodan las corridas de toros, y me pregunto: ¿No le incomoda apoyar la gobernabilidad de los Bildu en Navarra? ¿Tampoco le incomoda tratar de efectuar una reforma laboral pactando con proetarras de espaldas a sindicatos y patronal, excluyendo a los agentes implicados? Por suerte o desgracia, la cultura no es lo que usted o yo decidamos, son los signos de identidad colectiva, y así ha quedado evidenciado durante siglos, erigiéndose la tauromaquia como acervo cultural e histórico, tal y como evidencian las Partidas de Alfonso X el Sabio, en las que ya el siglo XIII contemplaban y regulaban esta materia. Este legado cultural se mantiene hasta nuestros días, pese a los feroces ataques, pues se siguen colgando el cartel de “no
hay billetes”. Asimismo, es muy conveniente clarificar que la Fiesta nacional es una manifestación cultural por clamor popular, sí, pero además cuenta con el correspondiente respaldo legislativo, tal y como se establece, en la Ley 18/2013, de 12 de noviembre, la regulación de la tauromaquia como patrimonio cultural. (BOE, 2013). Cierro los ojos y sueño con los clarines, con la expectación de poder revivir en la plaza tardes de emoción, como la última que guardo en mi retina. Mis ojos vidriosos, como aquella tarde del 10 de mayo, reviven aquella Puerta del Príncipe abierta, no te cierres, no te cierres nunca. Leonardo Ruiz