La gran madrastra filipina
IMELDA MARCOS, PODER EN LA SOMBRA bles de este retrato, podemos a ver a la glamurosa, ostentosa y emperifollada señora Marcos en su lujoso apartamento rodeada de picassos y miguelángeles, repartiendo billetitos a los niños pobres en las calles tras la ventana de su coche de lujo, rodeada de un séquito esclavizado que le retoca el pelo o el maquillaje para las cámaras o recoge los cristales y pedazos de lo que ha tirado con descuido. Ella misma se autoproclama la madre de todos los filipinos, embajadora mundial de los días de esplendor del país y la mujer que sedujo a todos los mandatarios internacionales de la época de la Guerra Fría.
Se diría que estamos ante una de esas caricaturas chanantes de Joaquín Reyes, si no fuera porque la señora Marcos, a sus casi 90 años, ha sido y sigue siendo real, pieza activa, resbaladiza, intocable por la justicia y a la postre determinante en la actual configuración política de Filipinas, un país a la deriva en el que nuevo pre
ra División. En la 2014-15 se consumó el descenso ‘a los infiernos’ y desde entonces el Recre lleva cinco años intentando regresar a la categoría de plata.
Ese 13 de junio miles de aficionados tomaron las calles de Huelva para celebrar el ascenso, teniendo su colofón en la fuente de la avenida de Andalucía, completamente abarrotada de aficionados con los colores azul y blanco.
El proyecto no partía como uno de los principales favoritos al ascenso, pero se dieron todos los condicionantes que llevan al éxito. Joaquín Caparrós, un desconocido que llegaba procedente del Moralo, le dio identidad a la plantilla, marcada por su juven
Diego de la Villa era el presidente y un casi desconocido Joaquín Caparrós el técnico