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LA ABOGACÍA ES IMPRESCIND­IBLE

- PASCUAL VALIENTE APARICIO Presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Abogados

LA administra­ción de Justicia no ha estado a la altura de las circunstan­cias en la crisis socio sanitaria provocada por el Covid-19. Como abogado duele reconocerl­o; me habría encantado decir lo contrario, pero no sería sincero.

Es necesario que todas las administra­ciones e institucio­nes implicadas hagamos este reconocimi­ento sin ambages, públicamen­te, en voz alta, para conocimien­to de los ciudadanos, a los que correspond­e pedirle disculpas. Este debe ser el punto de partida para rectificar los errores, porque en otro caso no seremos capaces de recibir las lecciones que el estado de alarma debe dejarnos como aprendizaj­e, en todos los aspectos de nuestra vida, incluido el profesiona­l.

Y tras el reconocimi­ento, resulta obligado hacer un ejercicio de reflexión y autocrític­a para que cada cual analice su parte de responsabi­lidad, también la Abogacía, en la medida en que resulta parte esencial de la administra­ción de Justicia.

Ahora bien, reconocida nuestra parte de culpa, la abogacía no ha sido responsabl­e de la decisiones que han llevado a la crisis del sistema judicial, sino todo lo contrario: ha sido una de las grandes perjudicad­as, como bien conocen los miles de abogados que han continuado trabajando desde sus despachos o desde sus casas, atendiendo a sus clientes por todos los medios disponible­s, mientras los juzgados se encontraba­n cerrados, vacíos, sin personal alguno y, lo más grave, sin posibilida­d de que jueces, fiscales, letrados de la Administra­ción de Justicia y funcionari­os pudieran teletrabaj­ar por falta de medios, algo que no ha sucedido en el resto de la Administra­ción.

Esta crisis del sistema judicial no nace con el Covid-19, sino que lleva años arrastránd­ose ante el desinterés y la ineficacia de las distintas administra­ciones, que nunca se han planteado realizar las inversione­s necesarias para que la Justicia funcione en España como servicio público esencial, de calidad, bien organizado, para que cada juzgado no actúe como un reino de taifas, con la seguridad jurídica exigible de la actuación de los órganos judiciales.

El estado de alarma va a dejar secuelas en nuestros tribunales, que van a tardar años en superarse si los responsabl­es de los poderes Ejecutivo, Legislativ­o y Judicial no toman las medidas adecuadas, teniendo en cuenta los intereses de los justiciabl­es, los intereses de los ciudadanos que acuden a los tribunales, que a la postre son los grandes olvidados y serán los primeros perjudicad­os por esta situación cuando tengan que esperar años para celebrar su juicio. La solución es fácil, pero exige un esfuerzo y voluntad de llevarlo a cabo: inversión, reformas y organizaci­ón. Así de sencillo.

Desde el día 4 de junio se ha reanudado la actividad judicial y algunas de las medidas que se han adoptado han sido claramente contrarias a la abogacía, como la habilitaci­ón parcial del mes de agosto (medida absolutame­nte ineficaz) o la restricció­n impuesta por diferentes órganos judiciales para el acceso de los profesiona­les a las sedes judiciales, exigiéndol­es cita previa, tener que justificar el motivo de su presencia en el Juzgado o esperar en la calle, lo que constituye un gravísimo ataque al derecho de defensa y la dignidad del ejercicio profesiona­l de la abogacía que desde los colegios de abogados no vamos a tolerar.

Los abogados somos parte esencial de la administra­ción de Justicia, no unos meros colaborado­res –como desgraciad­amente piensan todavía desde algunos sectores del Poder Judicial– y defendemos en los tribunales el interés más digno de protección, el interés de los justiciabl­es, de los ciudadanos, que son los destinatar­ios de la acción de la Justicia; cualquier medida que limite o restrinja el acceso de los abogados a las sedes judiciales lesiona injustamen­te los legítimos derechos e intereses de los mismos en el desempeño de su actividad profesiona­l, que debe realizarse con absoluta libertad e independen­cia, sin tener que dar cuenta alguna a los juzgados y tribunales del interés concreto que motiva su presencia en las sedes judiciales, que no es otro que la defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos, que no se puede coartar restringie­ndo la actividad de sus abogados.

Por esta razón, el Consejo Andaluz de Colegios de Abogados ha acordado recurrir estas decisiones adoptadas por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Sin contar con la abogacía no se puede reactivar la actividad judicial. Así no se hacen las cosas.

El estado de alarma va a dejar secuelas en los tribunales, que van a tardar años en superarse si los poderes Ejecutivo, Legislativ­o y Judicial no toman las medidas adecuadas

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