Un regreso que nada tuvo que ver con el de la Bundesliga
Los datos oficiales indican que la distancia entre España y Alemania es de algo más de dos mil kilómetros pero el arranque de LaLiga Santander el pasado fin de semana demostró que la diferencia con la Bundesliga va mucho más allá.
La irrupción del fútbol español arrinconó los recelos apuntados desde los terrenos de juego germanos, en funcionamiento desde hace justo un mes. Nada que ver. Ni sobre el césped ni por televisión. El aspecto desolador que delatan las retransmisiones de la competición alemana despertó el ingenio de los operadores españoles que encontraron ciertas soluciones para aplacar el silencio y el vacío. Público y aliento virtual como opción para la nueva normalidad.
La condición de local sigue desaparecida en Alemania tras 6 jornadas. De hecho, en la última sesión solo el Bayern Múnich ganó en su campo. En los 9 partidos 6 victorias fueron visitantes y los otros dos terminaron en empate.
El fútbol español arrancó con otro ritmo. Compatibiliza el jugador el respeto por el protocolo con la naturalidad. Casi todo es más próximo a lo real que a lo aparente, que a lo impuesto. No es tímido el festejo tras un gol. Permanecen los abrazos, las piñas, la satisfacción. No han desaparecido las protestas, ni el cara a cara. Hubo entradas fuertes, forcejeo y también faltas de concentración.