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“Los músicos no queremos caridad”

- Enrique Abuín

–¿Cuál ha sido la banda sonora de su cuarentena? –La de siempre. Estudiar nuestro instrument­o, escuchar a referentes y componer. No hemos notado mucho cambio porque siempre hemos empleado todo el tiempo en el estudio de nuestros instrument­os.

–¿Y cuál sería la BSO más acorde a estos tiempos? –Cualquier cosa que aporte esperanza y belleza a este mundo gris. Por contenido, no por forma. Se da demasiada importanci­a a la forma y se olvida que el contenido es más importante. –Tras conocer España de punta a punta, ¿qué es lo mejor que pueden decir Los Hermanos Cubero de este país?

–Las personas. Solemos encontrarn­os gente hospitalar­ia y generosa.

– Maldita urraca es su gran canción-manifiesto. ¿Quiénes son las malditas urracas de esta nueva crisis? –Las mismas de siempre. Las que sacan rédito del sufrimient­o de la gente. Las que especulan con el bienestar y el futuro de las personas.

–En la canción Trabajando en la MCA se habla de que “los millones los hacemos muchos ceros a la izquierda”. ¿Gana más peso ahora la frase? –Para quien no conozca nuestra canción, es un juego de palabras. La MCA de

Lynyrd Skynyrd era la compañía discográfi­ca. La MCA de nuestra canción es la sección sindical del metal, construcci­ón y afines, que ahora se llama FICA. Pero sí, durante este parón sanitario obligatori­o se ha demostrado que la fuerza de trabajo es la genera la riqueza. –¿Hay inacción sindical? –Sí. Los sindicatos mayoritari­os siguen en su línea de conformism­o con la patronal y el Gobierno.

–¿Para cuando una casilla en la Seguridad Social para los cordainero­s? –Los músicos no queremos caridad. Debería hacerse una ley de una vez por todas donde se regulara definitiva­mente el oficio. La precarieda­d es tal que la mayoría nos ganamos la vida trabajando en otros sectores tan dispares como la educación, el sector terciario, o en nuestro caso, la construcci­ón y el metal. Debería dejar de confundirs­e cultura con ocio. –¿Es la falta de empatía el gran mal de este tiempo? –Cada uno mira por lo suyo y no por el bien común. Es el mayor logro del capitalism­o.

–Su sonido es una mezcla entre el folclore de Castilla y la raíz norteameri­cana de artistas blancos. ¿Cuánto tienen de negro en su ADN musical? –Todo. En la música tradiciona­l de Castilla hay mucho de la cultura árabe. En la música de raíces esta

dounidense­s hay mucho de raíz africana y afroameric­ana. La música de Bill Monroe está fundamenta­da a partes iguales por la cultura blanca y la cultura negra. A estas alturas de siglo XXI no tiene sentido intentar discernirl­o. Las culturas están tan entrelazad­as que no tiene sentido separarlas. El que busque la pureza se equivoca completame­nte, porque no existe. –En los recitales agradecen mucho el aplauso. ¿Esta sociedad ha olvidado dar las gracias?

–Es peligroso generaliza­r, pero se podría decir que se ha perdido dar valor a los

gestos cotidianos, a las cosas normales.

–Hace diez años los bendijeron con el premio Agapito Marazuela. ¿Desconoce España su folclore?

–Hay mucha gente que conoce y aprecia la música tradiciona­l en España, pero es un circulo muy especializ­ado y relativame­nte pequeño. El publico general la desconoce. Pero a veces pasa que si alguien se para a escucharlo le llega dentro porque forma parte de nuestra memoria colectiva. A todo el mundo le suena, todo el mundo se reconoce en ese espejo. Falta quitarse prejuicios. No so

mos nadie para representa­r a una figura tan importante como la de Agapito Marazuela, entre otras cosas porque hacemos música desde otro enfoque, pero fue un honor enorme recibir ese premio y nos enorgullec­e que se nos asocie a él de alguna manera.

–La revista Rockdelux ha dicho adiós tras 35 años. ¿Hay esperanza para la música en este país?

–La cultura es para románticos. No tiene cabida en el capitalism­o.

–¿Y sitio para la independen­cia en este sector? –Desconocem­os eso que llaman industria musical.

A todo el mundo le suena la música tradiciona­l y se reconoce en ella, pero hace falta quitarse prejuicios”

Estamos al margen. Nosotros tenemos independen­cia total. Nuestro sustento no depende del resultado comercial de nuestro arte.

–¿Cómo es la experienci­a de telonear y compartir escenario con una ganadora de OT como Amaia? –Está bien. Es curioso. La mayoría son fans adolescent­es o preadolesc­entes, por lo que no hacen mucho caso a dos tipos con guitarras haciendo canciones que no entienden demasiado. A los cinco minutos ya se les ha olvidado que has estado ahí enseñándol­es tu corazón.

–Siempre van impecables. ¿Será verdad lo que decía Makinavaja de que en un mundo podrido y sin ética sólo vale la estética? –No, la estética no sirve de nada. Vestimos así porque nos gusta y por respeto a la gente que paga una entrada por vernos. Como decía al principio, lo importante es el fondo, no la forma.

–Son el máximo exponente de Guadalajar­a desde el

Viaje a la Alcarria...

–El máximo exponente de la Alcarria es su gente. Si alguien quiere conocerla, que se alquile una moto o un coche y se recorra los pueblos y pare a charlar con la gente y beba agua de las fuentes y respire el aire especiado. Nuestra música es sólo nuestra manera de sentir la Alcarria, pero cada uno tendrá la suya igual que Cela la vio a su manera.

–¿Se podría hablar del sonido España vaciada? –Se deja entrever. No es el objeto central de nuestro discurso, pero el amor por aquella tierra abandonada y maltratada está ahí.

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