La ‘nueva normalidad’ sigue lejos de la cotidianidad anterior a la pandemia
Transmisión comunitaria, transmisión no detectada. Son palabras que marcan la tendencia y posible dimensión de los brotes de coronavirus, como los registrados en tres comarcas de Huesca fronterizas con la provincia de Lérida que han obligado al Gobierno de Aragón a tomar medidas de contención equivalentes a las de la fase 2 de la desescalada y a recomendar que se reduzca la movilidad, sólo un día después del fin del estado de alarma.
Los contagios de las comarcas oscenses del Bajo Cinca, Cinca Medio y la Litera, que afectan a más de medio centenar de personas, en su mayoría jóvenes con cuadros leves, están asociados a empresas hortofrutícolas, pero también se han detectado en entornos familiares y son los que más preocupan a las autoridades sanitarias, que han informado de otra decena de repuntes, dos en Navarra y otros dos en Murcia y Galicia por casos importados de Bolivia y Brasil.
Con estas amenazas, previstas y anunciadas, transcurrió ayer el primer día laborable de la nueva normalidad con más actividad en los transportes y en la calle, pero todavía muy lejos de la cotidianeidad anterior a la pandemia, mientras el SARS-CoV-2 sigue extendiéndose a gran velocidad por el mundo, donde ha infectado a cerca de 9 millones de personas y ha causado la muerte de más de 470.000, según la Universidad Johns Hopkins.
Los contagios confirmados en
España se elevan a 246.504 con 28.324 fallecidos (21 en la última semana) tras cuestionada revisión que deja todavía más abierta la polémica sobre las muertes causadas por el Covid-19, visto el exceso de mortalidad en el periodo, cifrado por el INE en cerca de 20.000 defunciones, y los distintos recuentos de óbitos sin pruebas, pero con síntomas en las residencias de mayores, que superan los 19.000.
El primer día laborable de la nueva cotidianeidad se ha vivido en España con más actividad en la calle y los transportes, pero aún lejos de la habitual en la antigua normalidad, que no figura ni como posibilidad remota en el horizonte a corto y medio plazo, donde casi todo son incertidumbres y vagas esperanzas con las certezas de siempre anuladas o aplazadas.
Por no haber no habrá este verano uno de los “éxodos” más característicos que confluyen en la Operación Paso del Estrecho, que Marruecos ha suspendido por primera vez desde que se puso en marcha en 1986 y durante la cual más de 3,5 millones de personas cruzan España de norte a sur procedentes de los países europeos camino del Norte de África.
Si este domingo, en el estreno del final del estado de alarma, los viajes por carreteras se aproximaron a los 900.000, con un aumento del 17% respecto al domingo anterior, aunque un 18% inferior a un año antes, el lunes también se ha notado el aumento del tránsito en las grandes ciudades, con un 10 % de movimiento más en las entradas a Madrid.
Un impulso también palpable en el transporte público con los 25.000 billetes vendidos por Renfe, en la circulación de autobuses de línea regular o en la llegada de aviones y el tránsito interfronterizo, pero aún demasiado testimonial en otros ámbitos, como el del turismo, con algunos intrépidos viajeros de primera hora fotografiándose, prácticamente en solitario, ante el Palacio Real de Madrid o la Sagrada Familia de Barcelona.
El turismo es clave y el verano ya ha echado a andar con contadas perspectivas, moderación en las reservas y una losa que levantar, tras frenarse de golpe los movimientos en marzo y acusar en abril, como hoy ha puesto de relieve la Organización Mundial del Turismo (OMT), una caída del 97 por ciento en el número de llegadas internacionales.
El sector turístico sigue pendiente de las negociaciones entre los agentes sociales y el Ministerio de Trabajo para prorrogar la vigencia de los ERTE con el fin de mitigar los daños causados por una crisis sanitaria de incierta duración.
Los contagios confirmados en toda España se elevan a 246.504 con 28.324 fallecidos, 21 durante la última semana