Infectados por la aritmética
Si viene la muerte con PCR dígale que pase, y si no que espere en la puerta hasta que Simón le asigne fecha; que haga un ERTE si se ve obligada a parar la producción, pero que de ningún modo altere la serie histórica. Si llega de improviso tiene usted quince días para presentar recurso; si está fuera de plazo, Simón le devolverá la vida mediante una acrobacia estadística. En cualquier caso, pida usted recibo. Así es la nueva normalidad: el Gobierno de España se comunica con el más allá por vía administrativa. Pura rutina. Lo portentoso es que Fernando Simón es real, no es un ente cibernético ni un espectro creado por el delirio febril de una sociedad enferma. Simón es de carne y hueso, aunque acepta de buen grado ser el muñeco parlanchín de un sátrapa ventrílocuo. Habla Simón, y por sus fauces corren las palabras de Pedro Sánchez haciendo saltar las costuras de las matemáticas. Lo propio del tirano es aplicar las leyes aritméticas a las unidades humanas: diez mil más, diez mil menos, quite cincuenta de ese montón y ponga otros veinte aquí para equilibrar. En la España de Simón y Pedro entramos y salimos de la tumba a golpe de rueda de prensa, con la venia del ministerio. Jacobo Saucedo