El 70 aniversario del inicio de la Guerra de Corea llega con el diálogo en punto muerto
El distanciamiento de Seúl y Pyongyang tras un año de creciente desapego marca la conmemoración del conflicto entre Norte y Sur
El 70 aniversario del inicio de la Guerra de Corea se conmemoró ayer en un ambiente enrarecido marcado por el reciente distanciamiento entre el Norte y el Sur y la sorpresiva orden dada esta semana por Kim Jong-un para rebajar la tensión transfronteriza.
Ni en Seúl, donde el presidente surcoreano, Moon Jae-in, guardó silencio, o Pyongyang, donde no se publicitó acto alguno, hubo grandes despliegues para conmemorar una efeméride que ha pillado a contrapié a las dos Coreas tras un año de creciente desapego –y abierta hostilidad en las últimas semanas– por parte norteña.
Tras la fracasada la cumbre sobre desarme que el Norte mantuvo con EE UU en 2019 en Vietnam, la comunicación transfronteriza fue desvaneciéndose hasta que a principio de junio el régimen elevó el tono ante el envío, por parte de activistas desde el sur de la línea divisoria, de globos con propaganda en contra del líder Kim Jong-un.
El mandatario norcoreano, enfurecido, la semana pasada acabó destruyendo la oficina de enlace intercoreana, situada en su territorio y símbolo del acercamiento logrado entre ambos países en 2018, y anunciando que reenviaría tropas a la frontera, dando por cancelado un importante pacto militar firmado durante esa luna de miel hace dos años.
Para añadir aún más incertidumbre, el Norte anunció ayer que Kim había decidido dar marcha atrás a estos planes militares, una decisión que tampoco se ha celebrado excesivamente en Seúl, donde un portavoz del Ministerio de Unificación se limitó ayer a decir que el gesto resulta “positivo”.
El diario norcoreano Rodong hizo ayer una apología del patriotismo y de la importancia de defender a su régimen e ideario.
En Cheorwon, condado fronterizo que hoy queda en territorio surcoreano y donde se libraron algunas de las batallas más cruentas de la guerra, sí se honró a veteranos sureños que, junto al contingente de la ONU comandado por EEUU, combatieron a las tropas de Kim Il-sung, abuelo del actual líder, que contó con apoyo chino y soviético.
Se homenajeó a los caídos, se quemó incienso, se galardonó a exmilitares o se soltaron palomas en dirección al Norte –“mejor que soltar globos con propaganda”, comentó alguien– para escenificar el anhelo de una paz que técnicamente sigue sin llegar (la guerra se cerró con un alto el fuego y no un tratado de paz).