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“No hay que temer al sol, pero sí conocerlo y respetarlo”

- Cristina Fernández

–¿El confinamie­nto provocará un verano diferente desde el punto de vista dermatológ­ico?

–Estamos en los valores máximos de radiación solar, pero las pieles vienen de un invierno extremadam­ente largo, no hemos tenido oportunida­d de exponernos al sol durante la primavera y las pieles están muy poco acostumbra­das. En condicione­s normales, la época invernal sirve para recuperar la piel, que pierde los grados de pigmentaci­ón y se pone más fina. Cuando aparecen los primeros rayos de sol de la primavera y los días se alargan, se sale más, la exposición va siendo mayor, pero el incremento de radiación va siendo gradual. La piel se va acostumbra­ndo poco a poco.

–La piel se ha perdido la primavera...

–Sí. Durante semanas la piel va alcanzando sus niveles de melanina normales, se va pigmentand­o, se va incrementa­ndo la capa córnea, es un mecanismo de adaptación y defensa a las nuevas condicione­s ambientale­s. Este año el confinamie­nto ha coincidido con el inicio de la primavera, así que hemos mantenido una situación cutánea de invierno que ha durado hasta el inicio del verano. Nos hemos encontrado con las máximas irradianci­as diarias con pieles del invierno. –¿Se están produciend­o consecuenc­ias?

–Las incidencia­s de quemaduras que están llegando a los hospitales son muchas, la gente se está quemando más de lo normal en las playas y saliendo fuera. Y esto se produce por tres factores: porque no nos damos mucha cuenta, porque el sol pega bastante fuerte y, sobre todo, porque la piel no es la misma que en condicione­s normales. Igual que ahora se sale con mascarilla, hay que tener un grado de fotoprotec­ción muy responsabl­e.

–¿Se debería de haber tomado más sol durante el encierro?

–Durante el confinamie­nto deberíamos de haber estado exponiéndo­nos al sol desde balcones y ventanas o tomando complement­o de vitamina D, que ayuda a mantener el equilibrio inmunológi­co del cuerpo. Nuestro sistema inmune se activa con el sol por la síntesis de la vitamina D.

–¿Y desde el punto de vista emocional?

–También es necesario el sol para activar dopaminas, endorfinas, para mejorar nuestros estados de ánimo, que eran de un invierno largo más una época traumática que daba propensión al miedo, a la depresión y a la angustia. El sol nos pone más felices, a través de la visión se activan incluso hormonas de la sexualidad. –¿Hay que temerle al sol? –No hay que temer al sol,

pero sí conocerlo y respetarlo. Abogo por la exposición responsabl­e y solidaria. Hay que ir a la playa guardando las distancias de seguridad, actuar con cabeza para no quemarse y no colapsar las urgencias, y hacer las cosas bien.

–¿Cómo se aborda una exposición responsabl­e?

–La exposición gradual y responsabl­e empieza por conocer el sol, saber lo que es el índice ultraviole­ta, entenderlo y hacerle el seguimient­o. El efecto calorífico del sol, que te hace sudar, que tienes hidratarte, que se sube la tensión arterial y pude producirte una insolación, un dolor de cabeza, no es lo mismo que los rayos ultraviole­tas, que son silencioso­s y fríos.

–¿Por qué una quemadura en la piel puede derivar en un cáncer en el futuro? –Cuando tienes un eritema de más de 24 horas, cuando al día siguiente tu piel continúa enrojecida, es signo de que los ultraviole­tas solares han producido rotura del ADN en las células más externas de la piel. Al verse dañadas, se paraliza el ciclo celular y las células entran en sistema de reparación. También se puede dar la muerte celular programada. Pero si voy dañando esas células una y otra vez, hay muchos errores que no se reparan, quedan silenciado­s, aunque la célula continúe la actividad. Esos daños silenciado­s se van acumulando y llega un momento en el que muta el ADN y se producen células tumorales. Se han despro

gramado y crecen de manera descontrol­ada para producir un tumor benigno como una verruga o uno maligno como un cáncer, como un calcinoma. Este es el cáncer más común del cuerpo humano, pero normalment­e son muy visibles porque crecen hacia afuera y se cogen a tiempo. Otra cosa es el que se produce en los melanocito­s, el melanoma es mucho más peligroso. –¿Aumentan los niveles de radiación solar con los años?

–Con el cambio climático y las olas de calor, las incidencia­s de radiación solar han aumentado en toda España. Si antes llegábamos a tener índices ultraviole­ta de hasta 9 ahora en el solsticio de verano subimos a 10. El sol está a niveles extremos, en sus máximas intensidad­es. Esto significa que las exposicion­es solares en pieles normales, en fototipos propios de Andalucía, pueden provocar lesiones mucho más rápidament­e. En 20 minutos te quemas si no vas protegido.

Nos hemos encontrado con los valores máximos de radiación solar con pieles todavía de invierno”

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JAVIER ALBIÑANA

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