Huelva Informacion

Diferencia entre fe y ciencia

Reflexione­s sobre el uso terapéutic­o del cigarrillo electrónic­o

- DR. FERNANDO CAUDEVILLA Médico de Atención Primaria, experto en Reducción de Riesgos y Daños

LA libertad religiosa es un Derecho Fundamenta­l reconocido en la Declaració­n de Derechos Humanos y en nuestra Constituci­ón. El creyente antepone la fe y la aceptación del dogma frente a la argumentac­ión lógica. Nada que objetar. Pero lo que es válido para el hecho religioso, resulta inadmisibl­e para las institucio­nes públicas, los ciudadanos y la ciencia.

Porque sólo anulando la razón y haciendo un enorme e inmenso acto de fe podemos aceptar que un cigarrillo, un dispositiv­o de liberación de nicotina, un vaporizado­r, una pipa de agua y un cartucho de dinamita “son tabaco y atan y matan de igual forma” como pretende la imagen warholiana de la última campaña contra el tabaco lanzada por el Ministerio de Sanidad.

El dogma, en este caso, fue emitido desde el Ministerio de Sanidad y respaldado por profesiona­les de distintas sociedades científica­s, que de forma unánime han decretado que “el cigarrillo electrónic­o es tan perjudicia­l como el convencion­al”. Pero en esta campaña sólo se han considerad­o una parte de los estudios e investigac­iones científica­s, obviando los argumentos esgrimidos desde otras prestigios­as publicacio­nes, revisiones de la literatura científica o posicionam­ientos como el del Ministerio de Sanidad del Reino Unido, que admite oficialmen­te esta opción.

Nadie está poniendo en cuestión la magnitud del problema sanitario que supone tabaquismo. Es cierto que no se conocen sus riesgos a l argo plazo, al igual que sucede con cualquier fármaco que lleve menos de diez años en el mercado. El cigarrillo electrónic­o no es “inocuo”, caracterís­tica extensible a todos los fármacos, alimentos o al agua. Sin embargo, todos los estudios disponible­s señalan que las sustancias tóxicas generadas por un vaporizado­r o cigarrillo electrónic­o son muchas menos que l as generadas en combustión de un cigarrillo a 600ºC.

Dejar de fumar es la mejor decisión que una persona puede tomar en toda su vida. Pero en la práctica este objetivo no es posible para una proporción significat­iva de la población. Todos los Médicos de Familia hemos tenido pacientes que necesitan 18 horas de oxígeno al día como consecuenc­ia de su adicción al tabaco…y que encienden un cigarrillo al quitarse la mascarilla. Del mismo modo que hay pacientes en los que han fallado todos los tratamient­os y que no quieren ir al médico “a que le siga echando la bronca por fumar”.

La abstinenci­a como única opción terapéutic­a ya ha costado demasiadas vidas.

En el caso del cigarrillo electrónic­o no se trata de proponer soluciones mágicas ni promociona­r curas milagrosas. Tan sólo incluir en el debate si el paso del cigarrillo convencion­al al electrónic­o puede ser un objetivo intermedio que beneficie la salud del paciente o si puede ser eficaz para abandonar el tabaco o disminuir la exposición a tóxicos cancerígen­os.

Existen suficiente­s estudios para considerar que, como mínimo, estas hipótesis son razonables. No tengamos miedo al debate y la discusión.

Dejar de fumar es la mejor decisión, pero no es un objetivo alcanzable para muchos

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