Un PASAJE hacia una gran HISTORIA
De un lado a otro La Casa Consistorial servía de paso de una calle a otra, lo que continuó incluso cuando acogió a la farmacéutica Hufasa, hoy es un pasaje bajo un bloque de viviendas
LA calle Puerto tiene un sabor muy entrañable. A pesar del trasiego de tráfico diario deja siempre intuir en el ambiente el aroma salobre que llegaba desde las marismas y entraba por aquí hacia la ciudad más interior.
Una de las calzadas históricas de Huelva, junto a la Empedrada hacia el castillo o la de los Marineros.
Un punto referente también desde que en 1840 la oficialidad deja la plaza de San Pedro y llega hasta aquí con la Casa Consistorial, más tarde la Diputación, cuartel...
El final al que se adentraba por un trazado como de cirugía que atravesaba la nueva ciudad, que emergía desde el siglo XIX desde El Punto hasta la calle Puerto.
Un largo eje por Berdigón hacia Palacio y Concepción que venía a terminar la última parada en la misma puerta del Ayuntamiento.
Hoy es el pasaje Manuel Machado que introduce hacia esa historia de la ciudad a la que penetra a diario la gente. Es como esa estación de King’s Cross en la que Harry Potter comienza su historia.
El pasaje de lo que fue el antiguo Ayuntamiento conserva ese trasiego que siempre tuvo; de la gente que pasaba de una calle a otra, de Puerto a la del Peral (que lo de Isaac Peral fue posterior).
Más tarde cuando aquel caserón dejó de cumplir los servicios a Huelva, que quería proyectarse como una gran ciudad, se mantuvo en pie y ese túnel del tiempo el que habían transitado tantos onubenses siguió ahí a pesar de que Hufasa (Huelva Farmacéutica S. A.) tenía en él sus instalaciones.
La gente seguía de un lado a otro pasando por lo que hoy es el pasaje. Un trayecto que hace que nos adentremos a la historia, a recordar ese anecdotario sencillo pero que forjó la vida de una ciudad.
La peculiaridad de este túnel lleva siempre a tener una luz enfrente, a cruzarse día a día con mucha gente, en sus bares –el que lleva el nombre de un gran onubense como lo fue Juan Ortiz–, la joyería de Moreno, tiendas de frutas y si se quiere para completarlo ponerle una f lor en eso está Josechu.
Es un lugar de paso, pero también de parada. De un día a día que parece como nacido en esta época pero envuelve una historia sencilla y entrañable, de una ciudad que aún habita en él. Es el legado de la memoria.
Tomemos aquí el tren de la historia y volemos en la fantasía joven y atrevida de Harry Potter, seguro que será igualmente un divertimento recordar tantos tiempos de la historia más onubense.