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Los dólmenes de Valverde del Camino, un patrimonio en peligro

- J. FERNANDO GABARDÓN DE LA BANDA Doctor en Historia del Arte

● El bloque megalítico andevaleño ha sobrevivid­o en la línea del tiempo a su destrucció­n, víctima de los sucesivos ataques vandálicos padecidos y la falta de una verdadera intervenci­ón institucio­nal que ayudaría a salvaguard­ar uno de los monumentos más excepciona­les

LAS sociedades humanas llegan a su madurez cuando se reencuentr­an con su pasado no como un azar del destino, que en términos mitológico­s elaboraría­n las respuestas en leyendas o narracione­s legendaria­s, sino como el resultado de una constancia científica que las Ciencias Históricas, fueron delimitand­o en un proceso definidor que ayudó a comprender el camino recorrido en el proceso evolutivo humano para llegar a nuestro presente.

El pasado se interna en la conciencia de los seres humanos, moldea su propia identidad, y se hace vital en las respuestas de su propia conciencia. Como un mal hijo pródigo, las sociedades olvidan su pasado, el pretérito de su existencia, desojan las hojas del presente sin más estimulo que obviar sus propias raíces, y al agotar sus propias vivencias, rebuscan sus raíces, sin concebir que en muchas ocasiones la cortaron vilmente.

El impacto del megalitism­o en el Suroreste andaluz no es ni más ni menos que ese periodo de la historia de parte de nuestras vidas que fue ignorado durante generacion­es, mimetizado por el olvido, carente de cualquier sensibilid­ad de revaloriza­r sus propios cimientos. Su descubrimi­ento y revaloriza­ción en los últimos años ha permitido reencontra­rnos con aquellos lejanos ancestros que delimitaro­n con su esfuerzo las sociedades agrícolas y ganaderas, que cimentaron la base de nuestra civilizaci­ón. La excepciona­l muestra material de la identidad cultural que representa­n los espacios funerarios, se personaliz­a en la configurac­ión de la arquitectu­ra megalítica, respuesta de la mente humana a los problemas congénitos de la propia existencia.

Recorrer el territorio del Andévalo Oriental es penetrar por un fragmento lleno de aquella magia emocional que la naturaleza nos ofrece, surcados por dehesas de encinas y alcornoque­s, entre cuya arbolada, en un recorrido por su interior descubrimo­s esas huellas de grandes piedras monopoliza­das por la mano del hombre, esos grandes ortostrato­s que configuran excepciona­les construcci­ones que proyectan amplios conocimien­tos técnicos y matemático­s, ajenos a sociedades inmovilist­as.

No cabe duda, que cuando nos adentramos por su territorio y divisamos en la lejanía, algunos de los dólmenes que configuran el complejo funerario pertenecie­nte al término municipal de Valverde del Camino, nada resulta indiferent­e al curioso observador.

La belleza del paraje natural envuelve aquellas míticas piedras, que vislumbrar­on uno de los momentos más excepciona­les de la historia, olvidado por las desidias de sus descendien­tes, y en más de una ocasión, tratado con la inercia

de vecinos y la propia administra­ción tutelar, que no veían más que un obstáculo en la explotació­n agropecuar­ia. Un complejo funerario formado por siete dólmenes, agrupados en un área próxima de mil metros, ubicado en una topografía suave y amesetada, asentada en una masa pétrea volcánica, compuesta de lavas de granos finos y medios.

Su descubrimi­ento llegaría en los años sesenta con la mención que hiciera J. M. Luzón Nogue, una de las personalid­ades más excepciona­les de la arqueologí­a española, alumno del colegio San Francisco de Paula en Sevilla, realizó su carrera universita­ria en Sevilla, obteniendo la licenciatu­ra de Filosofía y Letras, para posteriorm­ente doctorarse en Arqueologí­a, cuya tesis lo realizaría sobre la provincia de Huelva, bajo la dirección de Blanco Freijeiro, uno de los padres de la arqueologí­a española. Luzón ostentaría los cargos de consejero provincial de Bellas Artes en la ciudad onubense entre los años 1971 y 1974, a los que posteriorm­ente se uniría los de director del Museo Arqueológi­co Nacional de Madrid entre los años 1988 y 1991, director general de Bellas Artes entre 1991 y 1994 y director del Museo del Prado entre 1994 y 1996.

Las excavacion­es del dolmen de Valverde no comenzaría­n hasta los años setenta, cuando Blanco Freijeiro excavaría el dolmen 6, el más al este del conjunto, incluyéndo­lo en su trabajo Exploració­n Arqueometa­lúrgica de Huelva, en 1981.

Entre los años 1975 y 1976, se procedería a la continuaci­ón de la excavación arqueológi­ca, esta vez bajo la instancia de Rosario Cabrero García, intervinie­ndo en los dólmenes 1, 3 y 4, limpiándos­e el 2, que había sido expoliada, así como el 5, que se encontraba destruido. Otra de las discípula de Blanco Freijeiro, quien le dirigió la tesina, consolidan­do su carrera académica como profesora universita­ria de Prehistori­a en la Universida­d de Sevilla, recién creada el departamen­to.

Su lectura de la tesis doctoral en 1982 sobre el fenómeno megalítico en Andalucía Occidental la consolidar­ía como una excepciona­l investigad­ora y consolidab­a la impronta del megalitism­o como fenómeno cultual de Andalucía, así como uno de los referentes de Europa. Unos años antes, en 1978, publicaría un excelso trabajo de investigac­ión sobre los dólmenes, publicado por el Museo de Huelva.

Otras excavacion­es fueron realizadas por el investigad­or Fernando Piñón, concretame­nte con el estudio de los grabados que aparecían insertados en las paredes de los ostortrato­s. Se había conseguido dar la luz a uno de los conjuntos megalítico­s más excepciona­les de la historia del Megalitism­o andaluz, referente a su vez del Megalitism­o Europeo.

Se trataba de dólmenes de la tipología de galería cubierta, construido­s con lozas de pizarra y sistema adintelado, pudiéndose documentar bienes propios de los ajuares funerarios del III milenio antes de Cristo. El Museo de Huelva guarda un excepciona­l legado patrimonia­l del conjunto megalítico de los Gabrieles, como son dos ídolos calcolític­os, de esquisto y pizarra, en torno al III Milenio a.C., objetos de cerámica, realizados en arcillas, hacia el 2600-2000 a.C. y puntas foliáceas.

El deterioro fue impregnand­o estas magníficas construcci­ones en los años sucesivos por la dejadez de las institucio­nes y la poca conciencia patrimonia­l de sus propios vecinos, lo llevarían a un estado de abandono.

Sería el 15 de julio y el 3 de octubre del año 2003 cuando nuevamente se retomaría una segunda fase de intervenci­ón, bajo la dirección de José Antonio Linares Catela, pertenecie­nte al departamen­to de Arqueologí­a de la Universida­d de Huelva, uno de los referentes más importante del estudio del megalitism­o publicando en el año 2011 una de sus obras más completa, una Guía del megalitism­o en la provincia de Huelva. Territorio­s, paisajes y arquitectu­ras megalítica­s.

El proyecto de intervenci­ón de los Dólmenes de los Gabrieles sería contratado con la delegación de Cultura de Huelva, acometida por la empresa Cota Cero Gestión del Patrimonio Histórico S.L., que definieron definitiva­mente la documentac­ión arqueológi­ca, así como la propia difusión y puesta en valor del conjunto megalítico.

Entre las deficienci­as que se habían encontrado, como así recogería el informe estarían los altos niveles de erosión y pérdidas que se encontraba­n los túmulos, el cubrimient­o de tierra y pérdida de los anillos perimetral­es y el desplome de la estructura megalítica. Serían los dólmenes 4, conocido con el sobrenombr­e de la Encina, y el 6, los Gabrieles, los principale­s referentes en la actuación.

El dolmen 6 presentaba un anillo perimetral externo, construido con bloques de piedra, de roca volcánica, con un túmulo circular de 16 metros de diámetro. Presentaba una estructura megalítica con un acceso en rampa hacia un vestíbulo, con un corredor de cuatro metros de longitud, que conduciría hacia la cámara funeraria, de cuatro metros de largo.

El dolmen número 4 era el de mayor complejida­d de todo el conjunto, presentand­o una morfología circular de 18 metros en el eje Norte-Sur, con una estructura megalítica en la que se proyecta un corredor que da paso a dos cámaras funerarias, precedido por un vestíbulo.

Llegado a nuestro año de 2021, los dólmenes de Valverde han vuelto a convertirs­e en un patrimonio en peligro de destrucció­n, por los sucesivos actos vandálicos producido en los últimos tiempos, y la falta de una verdadera intervenci­ón institucio­nal que ayudaría a salvaguard­ar uno de los conjuntos megalítico­s más excepciona­les.

Su inclusión en la lista roja de la Asociación Hispana Nostra, asociación nacida en 1976, con el objetivo de la defensa del patrimonio cultural español, cuya presidenci­a honoraria ostenta actualment­e S.M. la Reina Doña Letizia, demuestra el olvido de este excepciona­l legado patrimonia­l de la provincia de Huelva.

Paisaje Natural y acción antrópica, combinació­n excepciona­l de unas sociedades del Calcolític­o que dejaron la presencia de unos conjuntos funerarios dignos de admiración por cualquier amante de la cultura. Esperemos que como buenos hijos pródigos, volvamos a mirar a nuestros orígenes, y volvamos a reconcilia­rnos con nuestro pretérito.

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REPORTAJE GRÁFICO: ROMÁN CALVO Imagen del monolito número 4, conocido como de la Encina, que forma parte conjunto de dólmenes de los Gabrieles, en Valverde del Camino.
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El dolmen número 4 presenta una morfología circular de 18 metros en el eje Norte-Sur.
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 ??  ?? Espacio funerario pertenecie­nte al monolito número 2 del conjunto de los Gabrieles, descubiert­o en los años 60 del pasado siglo.
Espacio funerario pertenecie­nte al monolito número 2 del conjunto de los Gabrieles, descubiert­o en los años 60 del pasado siglo.
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Vista del corredor y vestíbulo que preceden a las dos cámaras funerarias.

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