Huelva Informacion

CARPE DIEM

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HA pasado solamente algo más de un año desde que nos tuvieron confinados en nuestras casas, haciendo bizcochos en pijama, acumulando un arsenal de rollos de papel higiénico y viendo series de televisión. Una rutina sólo interrumpi­da por los reiterados aplausos a las ocho de la tarde. Aquello fue una escenifica­ción social, medio espontánea, medio forzada, que nos hizo creer que se trataba solamente de unos días de sacrificio y que, pasados estos, se acabaría todo.

Nos equivocamo­s. Ni está siendo breve, ni terminan los contagios. Da la impresión que cuánto más se extienden las vacunas y hay más personas inmunizada­s, más insensato y perturbado se vuelve el personal ¿Cómo aceptar que el peligro haya desapareci­do si, en esa desescalad­a, aumenta el número de infectados?

Algo está pasando. Se trata de un fenómeno que, sin ser desconocid­o del todo, está llamado mucho la atención tanto entre los profesiona­les de la pandemia, como entre los simples observado

La insegurida­d y el miedo anterior no se ha traducido en desconfian­za, invita a apreciar más lo que tenemos

res sociales. Quienes no son habituales en la Plaza de las Monjas o Pablo Rada o Gran Vía, apenas podrán comprender lo que se ve, se hace o se escucha por allí… El centro de Huelva, convertido en un escenario gigante y festivo, y los bares como atrezzo, ejercen una atracción tan intensa como peligrosa.

Después de tantas medidas higiénicas y tanta reclusión y miedo, parece que suena una alarma que echase la gente a la calle, donde se ríe escandalos­amente porque cualquier comentario hace mucha gracia y se festeja lo que sea a voces, exaltando aparatosam­ente el valor de la amistad… Es posible que pasa lo que pasa porque “De aquellos polvos quedaron estos lodos”. Las risas, los abrazos, las manifestac­iones de afecto, en general, no son más que la reacción opuesta a las vividas, no hace mucho, de desinfecci­ones, distancias de seguridad o toques de queda…

Ahora se comprende que no podía ser de otra manera, que los PCR positivos y el consiguien­te pánico que lo acompaña, ha inspirado e impulsado otro modo de vida, porque la vulnerabil­idad y fragilidad que nos ha tocado vivir, ha provocado una visión del presente tan fugaz como incierta. La insegurida­d y el miedo anterior no se ha traducido en desconfian­za, sino que invita a apreciar más lo que tenemos. Ha llegado el momento de vivir un dulce período de carpe diem, esa sensación que nos empuja a valorar el momento, a cuestionar­se el mérito de un futuro desconocid­o, a desconfiar del mañana y de sus incógnitas… Va a ser verdad eso de que “El futuro es ahora”.

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MARISA FERNÁNDEZ SERRAT

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