La UE y el Reino Unido, en rumbo de colisión por Irlanda del Norte
La tensión por el ‘Brexit’ se adueña de la segunda sesión de la cumbre del G-7 en Cornualles
La tensión entre el Reino Unido y la UE a causa de Irlanda del Norte terminó ayer por adueñarse de la cumbre del G-7 que el primer ministro británico, Boris Johnson, quería utilizar precisamente como primer jalón de la era pos Brexit.
La intensa actividad diplomática entre los miembros europeos del G-7 no resultó suficiente para alcanzar un acuerdo que evite la deriva hacia una crisis comercial o, como se la conoce ya, una “guerra de las salchichas”.
Al igual que sucedió en las negociaciones para lograr el Acuerdo de Salida de la UE, Johnson parece dispuesto a llevar el pulso hasta las últimas consecuencias.
Tras reunirse ayer con los líderes de Francia, Alemania y la UE, amenazó con adoptar medidas unilaterales para garantizar que el f lujo de bienes entre la isla de Gran Bretaña e Irlanda del Norte no sufre alteraciones por culpa de los controles aduaneros que establece el protocolo norirlandés.
“He hablado con algunos de nuestros amigos hoy aquí que parecen no comprender que el Reino Unido es un único país, un único territorio. Tengo que meterles eso en la cabeza”, afirmó el jefe de Gobierno británico en tono áspero.
Cuentan los medios británicos que Johnson anda crispado porque el Brexit se haya adueñado de la actualidad. Contaba con dirigir la conversación por derroteros más favorables para sus intereses, como las vacunas o la recuperación económica, pero no deja de toparse con la piedra de Irlanda del Norte en su camino.
Las sonrisas de Johnson el viernes al recibir a los líderes del G-7 en la playa de Carbis Bay se trocaron ayer en gesto adusto al recibir al francés Emmanuel Macron, a la alemana Angela Merkel y a los responsables comunitarios, Ursula von der Leyen y Charles Michel.
Aunque no se esperaba que de esas reuniones bilaterales saliese una solución definitiva, las palabras del premier alejaron aún más la posibilidad de un acuerdo.
“Haremos todo lo que haga falta” para proteger la integridad territorial del país, proclamó en declaraciones al canal Sky News.
En ese arsenal tácito de posibilidades que se le abren al Reino Unido destaca la activación del artículo 16 del protocolo norirlandés, que permite suspender unilateralmente partes del acuerdo si se considera que está provocando “graves dificultades económicas, sociales o medioambientales”.
De hecho, en esta batalla de los reproches, a Londres le gusta recordar que ya la UE recurrió a ese artículo 16 por unas horas en enero para tratar de impedir la exportación de vacunas fuera de territorio comunitario, algo tras lo cual la Comisión Europea pidió disculpas por el “error” cometido.
“Creo que el protocolo puede funcionar si se aplica de una manera razonable. No es una cuestión sólo de carne refrigerada o de salchichas, se están levantando todo tipo de impedimentos”, esgrimió Johnson.
Londres ya ha retrasado al menos hasta octubre diversos controles que deberían estar ya en vigor, por lo que Bruselas ha iniciado acciones legales, y amenaza con incumplir también el plazo del próximo 30 de junio, cuando deberían comenzar a inspeccionarse los productos cárnicos preparados que cruzan entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
El Gobierno británico argumenta que los controles que se pactaron entre Irlanda del Norte y la isla de Gran Bretaña para evitar una frontera entre las dos Irlandas tras el Brexit crean demasiadas fricciones en su mercado interno y pide que se aplique de una manera “más flexible”.
Como ha sido una constante a lo largo del contencioso sobre el Brexit, la UE volvió a hablar con una sola voz. “Ambas partes deben implementar lo que se acordó (en el protocolo). Hay unidad completa en la UE sobre esto”, dijeron Von der Leyen y Michel a través de Twitter.
Macron, por su lado, ofreció a Johnson “resetear” las relaciones bilaterales entre sus dos países, pero siempre bajo la misma condición: cumplir lo firmado.
En algo sí están de acuerdo y lo repiten hasta la saciedad. Lo fundamental es preservar el Acuerdo de Viernes Santo, que puso fin en 1998 al conf licto en Irlanda del Norte. Más allá de eso, casi todo en estos días parece susceptible de discrepancias.
Johnson parece dispuesto a llevar el pulso hasta las últimas consecuencias