El comportamiento humano
Uno de los artículos más significativos de nuestro autor, y que recogemos como singularmente definitorio de su carácter y de su personalidad, se publicó el 3 de septiembre de 1930. Contaba su asombro por el saludo recibido de parte de una persona con la que no compartía simpatía alguna, a quien definió como “un irreconciliable enemigo mío”. Pérez era concejal en el Ayuntamiento de Huelva y jamás habían logrado ponerse de acuerdo en absolutamente nada. Si se cruzaban por la calle, lejos de saludarlo, lo más que hacía era dirigirle una “mirada exterminadora”. De ahí la sorpresa. Lo había saludado cuando iba a bordo de un automóvil, con tal efusividad que le había despertado “el más grande de los asombros”. Pero el acto no podía responder solo a una cuestión de vanidad. Estaba acompañado de un gesto que le hizo recapacitar y hacerle ver la cruda realidad: él tenía lo que Ponce jamás poseería, un coche propio. La carga irónica de este relato y las buenas dosis de humor harán pasar un rato agradable al lector actual. Invita a la reflexión sobre la condición humana y sobre cómo a veces la vanidad puede superar a la honestidad. Ponce describe en su artículo cómo determinadas personas pueden llegar a ser capaces de creerse superiores a los demás por el mero hecho de poseer algo material. Todo ello no es más que un síntoma de debilidad. Además, el onubense de hoy se trasladará gustoso a la Huelva de ayer, a uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Una simple y sencilla descripción de lo que Blanqui-Azul ve a su alrededor nos sitúa en la Plaza de las Monjas, nos introduce en su ambiente de esa hora de la tarde en el verano septembrino; nos muestra la fisonomía y los elementos que la definían y consigue que casi veamos a las gentes que daban vida al lugar. Es un placer leerlo.