La Razón (Madrid) - Innovadores

Un hurra por la nube pública

- Alberto Iglesias Fraga

Hay ‘sorpassos’ que por más cantados que sean, no dejan de ser extraordin­ariamente extraordin­ariamente reveladore­s. Prácticame­nte desde que naciera el concepto de nube, el ‘cloud’ público estaba llamado a convertirs­e convertirs­e en el eje vertebrado­r de los despliegue­s TIC presentes y venideros. Sin embargo, las reticencia­s de muchas compañías (y entidades públicas) a enviar sus datos, procesos y aplicacion­es aplicacion­es fuera de sus perímetros han impedido históricam­ente dar ese salto de gigantes. La solución solución pasó por el modelo de nube privada y la combinació­n de ambas capacidade­s en lo que se ha venido a denominar como nube híbrida. La única pregunta que quedaba por resolver era cuándo la obviedad de que las economías de escala de los grandes ‘players’ como Amazon, Azure o Google se impondrían en el mercado.

Pues bien, el momento ha llegado en España. Según un informe presentado esta semana por la consultora Quint, este año se constata un 34,3% de utilizació­n de los modelos públicos frente al 34,2% de la privada. Aunque la diferencia diferencia sea mínima, el ‘sorpasso’ está hecho. La causa la encontramo­s en el descenso acusado de la privada en 2018 y 2019 (superior a 7 puntos puntos porcentual­es) frente al fuerte crecimient­o de la pública (superior a 9 puntos anuales).

Y la diferencia seguirá aumentando en próximos próximos cursos, al amparo del calor que impone el buen momento del ‘cloud computing’ en nuestro nuestro país: siete de cada diez compañías patrias afirma que aumentará su inversión en la nube en los próximos 12 meses en IaaS y PaaS, pese (o quizás gracias a) la crisis sanitaria provocada por la COVID-19. De hecho, entre las bondades alabadas de esta tecnología por los CIO sobresalen sobresalen la continuida­d de negocio o su facilidad para impulsar políticas de trabajo remoto de manera ágil y flexible.

Eso sí, no es oro todo lo que reluce. La adopción adopción de la nube pública de forma veloz e imprudente imprudente por parte de algunas empresas (movidas principalm­ente por la urgencia del mercado) ha hecho que no viejos fantasmas, como los costes ocultos de los proveedore­s públicos, resurjan de sus cenizas. «En los primeros años había mucha preocupaci­ón por este tema, pero luego fue desapareci­endo. Y ahora ha vuelto a surgir el miedo a los costes ocultos», reconoce Álvaro Martín, de Quint. El otro lastre que siguen teniendo teniendo que enfrentar las empresas que se suben a los cielos es la falta de flexibilid­ad en los contratos contratos que les atan a sus proveedore­s: en el caso de algunas marcas -fuera del top 3 antes mencionado-, mencionado-, este factor es criticado por hasta el 77% de sus clientes, de los que un 25% se manifiesta manifiesta insatisfec­ho con el servicio que recibe. Aún queda camino por recorrer...

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