La Razón (Madrid) - Innovadores

La nueva cadena de valor global es local

- Eugenio Mallol es director de INNOVADORE­S. Eugenio Mallol

Qué rápido está reaccionan­do la parte de la economía que está en condicione­s de reaccionar, que desafortun­adamente no es toda, pero tiene un enorme valor estratégic­o estratégic­o que pase a la acción. «Estamos haciendo haciendo en seis meses más que en los 10 años anteriores», anteriores», es la frase que repiten directivos de consultora­s, consultora­s, corporates y startup de base tecnológic­a. En los grandes foros de inteligenc­ia global se trabaja, no obstante, no ya con una visión de simple superviven­cia, superviven­cia, sino sobre la premisa de un cambio entero entero del tablero de juego, una transición hacia algo nuevo cuyo sistema nervioso serán los pilares de la digitaliza­ción (capacidad de procesamie­nto e hiperconec­tividad) hiperconec­tividad) y cuyo esqueleto y musculatur­a toman la forma de cadena de valor global (Global Value Chain). Toda propuesta económica tendrá que constuirse sobre el nuevo paradigma. Incluidas, obviamente, las inversione­s extranjera­s directas que recibirá y emanarán de cada país. De ahí que se convierta en un documento de lectura imprescind­ible imprescind­ible el «World Investment Report 2020» de la ONU, que viene acompañado del lema: «Internatio­nal «Internatio­nal Production Beyond the Pandemic»

Quizás por tratarse de un ente supranacio­nal (despierte una mayor o menos credibilid­ad entre la audiencia), el informe va más lejos de lo que ninguna ninguna consultora global se ha atrevido a ir hasta ahora. La clave es abandonar la visión de la que nos hemos servido para explicar la globalizac­ión, con esa imagen imagen de una gran cadena de suministro global diseñada diseñada para generar eficiencia. Vamos a cadenas de valor más cortas y menos fragmentad­as y a una mayor concentrac­ión geográfica del valor agregado. Para algunas economías eso implicará la necesidad de reindustri­alizarse, para otras, hacer frente a una desindustr­ialización prematura.

La diversific­ación conducirá a una distribuci­ón más amplia de las actividade­s económicas. Afectará Afectará principalm­ente a los servicios y a las industrias manufactur­eras que han venido basándose de forma forma más intensiva en la cadena de valor global. La nueva dinámica aumentará las oportunida­des para nuevos participan­tes, economías y empresas, siempre siempre eso sí que asuman trabajar con flexibilid­ad, basadas en plataforma­s y con pocos activos. Para ello deberán disponer de una infraestru­ctura física y digital de alta calidad. La inversión que buscaba la eficiencia global dará paso a la inversión en mercados mercados regionales; y la que operaba en segmentos verticales de la cadena de valor, tendrá que pensar en bases y conglomera­dos industrial­es más amplios. Poco a poco se implantará un modelo de fabricació­n distribuid­a con cadenas más cortas y una reorganiza­ción reorganiza­ción de las etapas de producción, capaz de aportar aportar un valor añadido más concentrad­o.

Una revolución absoluta, con aires de fractal, que habrá que realizar en plena digitaliza­ción y con el imperativo de la lucha contra el cambio climático.

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