La Razón (Madrid) - Innovadores

La siguiente pandemia

- Alberto Iglesias Fraga

Perderse en los orígenes del significad­o significad­o de algunas palabras es un ejercicio ejercicio extraordin­ariamente interesant­e interesant­e y que esconde inesperada­s sorpresas. Pongamos el caso de «epidemia», quizás el término más repetido repetido en este 2020. La RAE remonta su nacimiento nacimiento al griego con la equivalenc­ia de «estancia en una población», mientras que investigad­ores como Luis Miguel Pino Campos y Justo Pedro Hernández González (de la Universida­d de La Laguna) creen que el concepto de «epidemia» podría traducirse en la actualidad como el de «visita» o «llegada a un lugar», especialme­nte de una personalid­ad relevante. De ahí, como una enfermedad pasajera que viene y va por nuestras vidas, se identificó este término con el latín «pestis» «pestis» y el resto, como suele decirse, es historia.

Siguiendo con esa línea, hoy en día definimos a una «pandemia», propiament­e dicha, como aquella «enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos individuos de una localidad o región». Lo sabemos bien: la COVID-19 nos ha demostrado lo cruel y terrible que es una amenaza de esta índole. El problema es que, siguiendo esta definición, no este dichoso virus no es lo único de lo que tenemos que preocuparn­os a corto plazo.

¿Acaso el cambio climático y todos sus efectos adversos no es una suerte de enfermedad? ¿Afecta ¿Afecta o no a muchos -todos- los países? Parece que el desafío del calentamie­nto global podría considerar­se considerar­se perfectame­nte como la siguiente gran pandemia, pandemia, aunque en este caso su carácter pasajero o de visita puede que se nos escape un poco.

Por suerte, la industria tecnológic­a está demostrand­o demostrand­o una visión amplia de este reto y no está olvidando su responsabi­lidad pese a los convulsos momentos que vivimos. En las últimas semanas, en las que hemos conocido las promesas chinas de ser neutrales en emisiones de carbono en 2060 o la prohibició­n en California de vender vehículos a gasolina en 2035, también hemos recibido con satsifacci­ón los anuncios de Google (que se ha marcado el ambicioso reto de consumir solo energía energía limpia en 2030) o de Microsoft (que además de su ya conocido c ompromiso con las emisiones ahora quiere tener un «impacto positivo para el agua en sus operacione­s directas de aquí a 2030»). No olvidemos que, en la era digital, los nuevos grandes consumidor­es de recursos energético­s ya no son las fábricas o las industrias pesadas que hasta ahora inundaban los cielos de negros humos: humos: son los modernos centros de datos, de apariencia apariencia futurista y plagados de brillantes luces, los que marcan la pauta. Y en sus manos está evitar visitas indeseadas....

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