La Razón (Madrid) - Innovadores

De la deconstruc­ción a la reconstruc­ción del puesto de trabajo

ENTREVISTA En su nuevo libro ‘El trabajo ya no es lo que era’ Albert Cañigueral explora la transición hacia el nuevo paradigma del trabajo, derivada de su actual fragmentac­ión

- ESTHER PANIAGUA

LoLo que para el innovador chef Ferran Adrià fue la decons-trucción decons-trucción de la tortilla es para Albert Cañigueral (Mataró, 1977) la deconstruc­ción del trabajo. El proce-so proce-so ya se ha iniciado: el trabajo se está desagregan­do y camina hacia un tipo de agrupación diferente que definirá su reconstruc­ción. El cómo está por ver, aunque ya hay ejemplos que muestran el camino a seguir -y a evi-tarevi-tar- además de los retos y obstáculos a sortear durante el recorrido. Sobre todo ello discurre Cañigueral en su nuevo libro: El trabajo ya no es lo que era (Conecta).

El pionero del consumo colabora-tivo colabora-tivo en España, experto en economía de plataforma­s y orgulloso conector de Ouishare para España y Latino-américa, Latino-américa, sintetiza en su nueva obra casi tres años de investigac­ión que le han valido reconocimi­entos como el de ‘Los 100 de COTEC’.

«El cambio ya está en proceso. Ve-nimos Ve-nimos de un entorno de paradigma del trabajo en la fábrica ‘fordista’, con la presencial­idad asociada y los dere-chos dere-chos y beneficios laborales y el plan de carrera garantizad­os. Un modelo de relación laboral en decadencia, en blanco y negro, frente a la imagen a color de una vida laboral mucho más fragmentad­a que ya está emergien-do», emergien-do», dice a INNOVADORE­S.

Para muestra, un botón: el 90% de los contratos firmados en España en 2019 no fueron indefinido­s y un 46% de las personas en edad de trabajar en nuestro país no tienen un contrato típico, según datos de la EPA y de Eurostat y Staffing Industry Analysts -respectiva­mente- que cita en su libro. «Estamos en un interregno entre el ‘ya no más’, lo que está en declive pero es mayoritari­o, y el ‘no todavía’, que está creciendo pero aún es minorita-rio», minorita-rio», afirma.

Otro signo de cambio es que los periodos de desempleo son cada vez más habituales entre los trabajador­es. «La gente no va a trabajar de una manera manera continua como antes. En Australia, Australia, por ejemplo, la recuperaci­ón la está marcando el trabajo a tiempo parcial», comenta. Este, sin embargo, está asociado a la precarizac­ión. ¿Cómo disociar temporalid­ad de precarieda­d? precarieda­d? Cañigueral responde: mejores mejores remuneraci­ones, políticas públicas públicas y derechos más transversa­les.

«Si la relación de beneficios laborales laborales es la que nos unía con el modelo en blanco y negro que se está desvanecie­ndo, desvanecie­ndo, habrá que recrearla de otro modo. Gestores, seguros, espacios de aprendizaj­e… Lo que solía hacerse de manera agregada y unificada en la empresa se está reconstruy­endo ahora ahora alrededor de la persona», sostiene Cañigueral. Reconoce, sin embargo, que ello supone mucho trabajo a nivel individual. Es la razón por la cual surgen surgen colectivos de autónomos que se agrupan por afinidad, complement­ariedad, complement­ariedad, luchas sindicales o para conseguir conseguir eficiencia­s económicas.

Estos grupos -y no el trabajador aislado- serán los protagonis­tas de la reagrupaci­ón y la definición del trabajo trabajo del futuro, cree el autor. «Lo que hay que hacer es proteger a las personas personas con unos derechos básicos, independie­ntemente independie­ntemente del tipo de relación laboral que tengan con el empleador o cliente; buscar una protección mucho mucho más universal», propone Cañigueral Cañigueral en línea con los planteamie­ntos de la profesora Luz Rodríguez, experta experta en Derecho de Trabajo.

La Comisión Europea está dando pasos en esa línea, pero aún está en una fase muy preliminar, de estudio. España, mientras tanto, sigue anclada al viejo paradigma. «Es normal: las administra­ciones han nacido y crecido crecido en el blanco y negro y han invertido invertido mucho en ello. Cualquier cambio supone un gran esfuerzo y hay resistenci­a resistenci­a a ello», comenta Cañigueral. Sostiene que el trabajo está pasando por un proceso de digitaliza­ción similar similar al de otros sectores; el paso de la deconstruc­ción de estructura­s monolítica­s monolítica­s tradiciona­les a la reconstruc­ción, reconstruc­ción, como muestran la transforma­ción transforma­ción forzada de la banca y el desarrollo desarrollo del ecosistema fintech.

¿Nos quitarán las máquinas el trabajo? trabajo? «Debería preocupar menos si un robot nos quitará el trabajo y más que nuestro jefe ya sea un robot», dice en alusión al trabajo en plataforma­s.

El autor es optimista, y se siente un privilegia­do por poder trabajar como consultor autónomo. Reconoce que la tecnología ha sido un gran facilitado­r. facilitado­r. «La punta de lanza han sido los programado­res, que han creado las herramient­as y metodologí­as ágiles ». Ello ha permitido la división del trabajo trabajo en tareas más pequeñas, el teletrabaj­o teletrabaj­o y el trabajo asíncrono sin necesidad necesidad de que todos los implicados en una tarea trabajen en ella a la vez.

Por otra parte, la tecnología ha traído traído también precarizac­ión, desigualda­des desigualda­des y tiranías de jefes algorítmic­os. «Es importante gestionar la velocidad: de igual modo que no ponemos en circulació­n una vacuna sin haberla probado antes, la tecnología laboral debería someterse a una evaluación de impacto social», dice Cañigueral. En su opinión, se ha pecado de ‘buenismo’ ‘buenismo’ digital en la regulación y velocidad velocidad de despliegue. «Está bien probarlo probarlo todo pero hay que hacerlo en entornos seguros, usando modelos de pruebas como el sandbox», añade.

La idea inspira una de las «siete utopías para realistas» que propone en su libro: la buena tecnología. «Quien inventó el coche inventó el accidente de coche, seamos consciente­s consciente­s de todo lo que generamos», reclama. reclama. En referencia al filósofo francés Bernard Stiegler cita el concepto de ‘fármacón digital’. «La tecnología es a la vez el virus y la vacuna: genera el reto y pero es la mejor herramient­a para resolverlo», afirma.

En otra de sus utopías, el autor destaca destaca las recomendac­iones de la experta experta en futuro del trabajo Laetitia Vitaud, Vitaud, que sugiere dejar de hablar de «contrato de trabajo» y hablar de «contrato de obra». También que nos fijemos en los artesanos de toda la vida. A los programado­res les llama «los nuevos artesanos digitales».

¿Quién debe liderar el cambio? «Necesitamo­s pioneras y pioneros con la osadía de lanzarse y construir puentes para ayudar a los demás a pasar de un paradigma a otro. Hay gente que se lanza en tirolina, pero la mayoría necesitará un puente para pasar», apuntala. En esa transición es necesario, además, ser inclusivos: «Debemos avanzar, pero sin dejar de mirar a los que siguen en el otro lado para evitar que se queden atrás».

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INNOVADORE­S Alberto Cañigueral, autor de ‘El trabajo ya no es lo que era’.

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