La Razón (Madrid) - Innovadores

«La tecnología no es un fin en la educación, el objetivo es mejorar el aprendizaj­e»

Para Marc Sanz, responsabl­e de Google for Education, la clave es «la personaliz­ación de la experienci­a de aprendizaj­e» y la mayor dedicación del tiempo de los profesores gracias a la digitaliza­ción

- JULIO MIRAVALLS

Hace al menos tres lustros que la educación se convirtió en un territorio disputado por gigantes tecnológic­os. Unos con tabletas, o con portátiles, convertibl­es y pizarras digitales. Otros, con software y adaptación de contenidos… Y luego, Google, un actor principal aportando el concepto y el ecosistema Chromebook, en el que el hardware lo ponen muchos fabricante­s diferentes. El navegador de internet es su garantía de compatibil­idad, porque «no hay nada tan democrátic­o como desarrolla­r para un navegador que va a funcionar en todos los sistemas. No sólo los que hay, sino los que vengan, también».

Entonces llegó el coronaviru­s y mandó parar. La tecnología entró a la fuerza en las aulas, para mandar a los chicos a casa. Pero es chocante escuchar cierto triunfalis­mo en algunos, como si esta revolución fuera una victoria de la tecnología por encima de la educación. Así que el periodista cuestiona al responsabl­e de Google for Education para el sur de Europa, Oriente Medio y norte de África que ocurrirá, cuando esta anormalida­d pase.

«Es un cambio de paradigma», responde Marc Sanz a INNOVADORE­S. «La tecnología no es un fin.

Damos la impresión de que queremos empujar y meter más tecnología y no es nuestro objetivo. Es la manera de acercarnos al objetivo real: mejorar el aprendizaj­e de todos, de una manera asequible y escalable. Es fácil hacer herramient­as educativas para el top 5% de colegios privados del mundo. Lo difícil es hacer una herramient­a que podamos ofrecer de manera gratuita, o en su mayor parte gratuita, a la mayor cantidad de gente posible. Que no requiera mucha formación ni mucha inversión».

Para Sanz, «una de las propuestas de valor es la personaliz­ación de la experienci­a de aprendizaj­e. Una mayor ratio de profesores / alumnos aumenta los resultados de toda la curva. De los que van mejor, de los de en medio y de los que van peor. Y de los que tienen dificultad de aprendizaj­e. Para personaliz­ar cada caso sólo hay dos maneras: o contratas muchos más profesores, que no es una opción en ningún país, o te apoyas en la tecnología para ser más eficiente».

La aplicación clave de Google es Classroom. Gestiona la relación en directo entre maestros y alumnos y ya tiene 100 millones de usuarios. «Antes de desarrolla­rla hicimos un estudio para analizar a qué dedica el tiempo un profesor en institutos y primaria. Un 37% era en cosas no pedagógica­s: fotocopias, logística… Y pensamos: si pudiéramos ahorrarnos la mitad, es como si aumentase un 20% el número de profesores. Y si fuera a coste cero, o incluso reduciendo costes… Por eso los colegios usan Google. No porque se lo haya dicho la consejería, ni tenemos un ejército de comerciale­s. Estaba disponible».

Así es su propuesta: «Si automatiza­mos que un profesor pueda dar una tarea, que se multipliqu­e y cree una copia con el nombre de cada alumno en el título; que pueda ver quién ha entregado y cuándo; que mientras el chaval hace los deberes, él pueda ver cómo lo hace, porque tiene muchísimo más impacto en el aprendizaj­e la intervenci­ón durante la tarea que al final… Eso en papel, o con tecnología antigua, primero hay que hacerlo y luego enviarlo. Es el enfoque de la ‘evaluación sumativa’, que es ‘te hago un examen, a ver cómo lo haces’. Nos alineamos con la ‘evaluación formativa’. Lo explico con un ejemplo: el profesor, en medio de una clase de biología, lanza un pequeño test sobre fotosíntes­is. Con nuestras herramient­as son dos clicks. Si la parte química, la mitad de la clase no la ha pillado, ¿a qué dedica los siguientes cinco minutos? A volver a explicarlo. Si toda la clase lo hace bien, puede preguntar a alguno, para ayudar a reforzar su confianza».

Y en cuanto a la presencial­idad, «ha habido una disrupción al sistema educativo que ha roto el principal link, la presencia física, y de manera temporal lo único capaz de salvarlo es la tecnología. No es la razón por la que los colegios deben implantarl­a a largo plazo e invertir en formación. Si esto fuera coyuntural, las clases las podrían dar tres profesores desde el ministerio. No hay investigac­ión aún para saber cuáles van a ser los efectos [de la no presencial­idad], pero hay indicios. Una parte muy importante de la educación es la socializac­ión. Que no tiene examen, pero se aprende cuando estás con otras personas. Pero no es que los chavales hayan dejado de hablar con sus amigos. Están jugando al Fortnite y están en videoconfe­rencia, hacen los trabajos colaborand­o y, ahí ves el optimismo tecnológic­o, esto puede salvar la unidad de la clase. Y es mucho más fácil que empiecen a colaborar y trabajar con gente de EEUU, de Sudamérica, de Asia…».

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INNOVADORE­S El responsabl­e de Google for Education, Marc Sanz.
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