Un gran regulador del organismo
El hígado es un gran desconocido en relación a la importancia que tiene sobre el organismo, y todavía más si tenemos en cuenta que se trata de un elemento esencial para el mantenimiento de la salud.
El hígado es un gran desconocido en relación a la importancia que tiene sobre el organismo.
Fenómenos tan diversos como la fiebre del heno y las hemorroides, la rigidez del cuello y la celulitis tienen un origen común: un ritmo anormal de aumento de la densidad de la sangre debido a la retención de residuos del metabolismo y otras sustancias tóxicas, como urea, ácido úrico, colesterol, acetona, amoniaco y fosfatos, así como de restos de la actividad celular, como el ácido oxálico y el ácido láctico.
Este predominio de los residuos ácidos es comprensible, pues se debe, por un lado, a la transformación en ácidos de los excedentes nitrogenados procedentes de la alimentación y, por otro, a los residuos ácidos de la actividad muscular, a lo que vienen a sumarse los ácidos existentes en determinados productos, como por ejemplo el alcohol y el café.
EXCESO DE ÁCIDO ÚRICO
La invasión de ácido úrico y otras toxinas se revela muchas veces antes de la aparición de los consiguientes males o dolencias en una sucesión de pequeñas manchas, parecidas a copos de nieve. La perturbación de la flora digestiva es igualmente importante en los casos de artritis. Existen determinados tipos de bacterias intestinales que destruyen cantidades importantes de ácido úrico. Si dejan de hacerlo, se producirán peligros severos. La mayoría de medicamentos recetados para combatir la artritis sirven únicamente para perturbar aún más la flora intestinal, provocando un debilitamiento de las funciones de defensa. Hace años existía un famoso remedio clásico para los casos de reumatismo, el salicilato de sosa, que impide la reproducción de bacterias, incluso las que se encargan de destruir el ácido úrico. Otros remedios más modernos, como la cortisona y sus derivados, ejercen la misma influencia desastrosa sobre la flora intestinal, entre otros efectos dañinos.
EL DOLOR Y EL FRÍO
Los dolores reumáticos y artríticos son tan intensos y molestos sobre todo por la contracción muscular provocada por la asfixia local de los tejidos, en los que la circulación se amortigua y decrece considerablemente . Esta desaceleración nace de una sobrecarga de la sangre y de inhibiciones nerviosas de origen tóxico. El resultado de todo ello es una sangre deficiente y falta de oxígeno en los tejidos; de ahí que las fricciones y masajes sean de utilidad tan a menudo, ya que ayuda a activar la circulación y a canalizar los residuos hacia los puntos de salida que correspondan. El hecho de pasar frío puede ser muchas veces la causa de un ataque de reuma, ya que es susceptible de crear una obstrucción de los vasos capilares y, por tanto, de una reducción de la velocidad del metabolismo. Como consecuencia de la desaceleración de la circulación y de la reducción de la nutrición, posiblemente se lleguen a experimentar espasmos. Los calambres pueden tener también su origen en una acumulación de toxinas de los tejidos musculares. Esas toxinas son la verdadera causa de la rigidez de espalda después de un ejercicio intenso. Las personas que se alimentan correctamente no experimentan esas molestias ni aún después de haber trabajado con gran intensidad.
UNA ENFERMEDAD ÚNICA
La artritis consiste esencialmente en la inflamación dolorosa de las articulaciones. Las lesiones sinoviales llegan primero a los cartílagos, luego a los huesos, y posiblemente terminan en una deformación o anquilosamiento. En el caso de una inflamación sinovial, puede ocurrir que el líquido se acumule en la cavidad articular y dilate la membrana serosa, lo que dará lugar a una hinchazón. En este momento es posible sentir claramente cómo la membrana se ve empujada hacia delante, a consecuencia del derrame. Si se produce una fractura de la rótula, el derrame puede llegar a mezclarse con la sangre. La disminución de secreciones sinoviales provoca intensos dolores y una fractura (artritis seca). La artritis puede adoptar formas más graves, como una tuberculosis (es entonces cuando aparecen los grandes dolores y trastornos severos). Los médicos investigadores han revelado que, para que los embriones de virus latentes en las células se vuelvan activos, debe haber una estimulación por parte de agentes endógenos o exógenos, algo que solo puede ocurrir cuando las defen- sas del cuerpo están debilitadas o existan sustancias tóxicas. Pero el trastorno puede ser consecuencia de un desequilibrio de la flora intestinal, en la que muchas variedades importantes resultan fácilmente destruidas por sustancias extrañas, incluidos los antibióticos, así como por los componentes químicos de determinados alimentos comerciales.
ARTROSIS Y REUMATISMO
La artrosis es esencialmente una manifestación degenerativa centrada en las mismas áreas que la artritis; pero mientras ésta puede afectar a personas muy jóvenes, la artrosis suele aparecer a partir de los cuarenta años. Se caracteriza por una degeneración de los cartílagos que termina en un desgaste prematuro de las extremidades óseas. La palabra “reumatismo” se refiere por lo general a las manifestaciones agudas de la artritis y la artrosis. Las toxinas pueden proceder también de algún fallo en la transformación de las proteínas, y como no son eliminadas por los agentes neutralizadores normalmente presentes en la flora bacteriana, encuentran en esas áreas débiles un medio favorable en el que medrar y reproducirse. El proceso digestivo puede crear algunas veces fermentaciones de carácter secundario, necesarias para la transformación de determinados elementos nutritivos. Esas fermentaciones secundarias se producen cuando los alimentos no son naturales o cuando el funcionamiento de un hígado deficiente no permite la transformación correcta de los productos de la digestión. Debido a todo ello, posiblemente se produzcan sustancias venenosas, aún cuando la comida sea sana; comer en exceso es no solo inútil, sino también
peligroso, pues aporta a la sangre una cantidad innecesaria de aminoácidos y sustancias de naturaleza proteínica.
¿QUÉ SE PUEDE HACER?
Ante todo es muy importante alejarse de cualquier clase de alimento que genere ácidos o contenga sustancias acidificantes. Hay que renunciar de inmediato a la carne, el alcohol y los alcaloides. Si se sigue consumiendo alimentos dañinos las consecuencias son temibles. Una vez han provocado la inflamación de las articulaciones y zonas próximas (y, en ocasiones, lesiones de huesos, cartílagos y músculos), los cristales de urato sódico, o de ácido úrico u oxálico, pasarán a atacar a los riñones, dando lugar a una nefritis y a las lesiones provocadas por ios cálculos o piedras de riñón. La acumulación de esas sustancias tóxicas puede llegar a dificultar el normal proceso de eliminación de los riñones, a reducir el grado de permeabilidad de sus filtros, y terminar en una albuminuria o en otros trastornos igualmente graves. Debido a la presencia de ácido oxálico en los residuos de la actividad muscular y a la degradación de algunos elementos nutritivos, se aconseja muchas veces mantenerse alejado de este ácido. Pero existe una enorme diferencia entre el de origen vegetal y el de origen mineral; el primero es perfectamente asimilable y mantiene un equilibrio correcto con su equivalente alcalino, mientras que el segundo es inasimilable y, por tanto, se debe eliminar inmediatamente.
REMINERALIZACIÓN
No existe manifestación de obstrucción sin una previa desmineralización. Esto nos resultará fácil de entender una vez que seamos conscientes de que la eliminación precede a la asimilación. Si la eliminación es imperfecta, como ocurre en los casos de artritis, la asimilación también lo será. Basta con acelerar la eliminación para que el proceso de remineralización tenga lugar en las mejores condiciones posibles. Esta remineralización se verá favorecida por el consumo de alimentos crudos (tanto frutas como verduras), así como de semillas como las de los brotes germinados de trigo y de alfalfa, y abundantes cereales integrales de la agricultura ecoló (pan de trigo, arroz, cuscús, mijo, avena, centeno, cebada sin cáscara, alforfón...). Además, las curas a base de zumos vegetales ( de zanahoria, col, rábanos, etc.) facilitan la absorción de elementos necesarios para la reconstitución del organismo. La presencia de sustancias tóxicas en determinados alimentos los convierte en especialmente peligrosos para las personas que padecen de artritis, y no sólo por las semiobstrucciones que crean, sino también debido al desperdicio de sustancias minerales que provocan. Por ejemplo, para verse neutralizado, el indol, uno de los productos derivados de la degradación de la célula animal, necesita todo el azufre disponible que se pueda encontrar en el organismo. Si pensamos en la importancia que tiene el azufre para la fijación del calcio, comprenderemos de inmediato que el empleo de indol con fines de saneamiento resulta catastrófico para la nutrición en general y para la calcificación en particular. La prescripción de medicamentos que contengan azufre no sirve absolutamente de nada, pues el intento de compensar las deficiencias suministrando grandes dosis de la sustancia de que se carece suele ser un grave error. Un organismo fatigado tiene que verse alimentado en un principio de manera suave y ligera. La recuperación duradera de la salud sólo es posible recurriendo a esos medios y procedimientos.
Para el bienestar del hígado es importante alejarse de cualquier clase de alimento que genere ácidos o contenga sustancias acidificantes.