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Relajación y meditación

Un alto del estrés: Cambiar tu vida, mejorar la salud

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Un alto del estrés: Cambiar tu vida, mejorar la salud

Nadie puede negar que un estado de serenidad favorece un buen estado de salud. Ahora bien, ¿la serenidad puede curar? La respuesta es un gran sí, y es algo bien conocido desde los orígenes de la civilizaci­ón. Pero en las últimas décadas se ha estudiado a fondo y hoy existe una gran evidencia científica de la relación entre salud y lo que conocemos como “estados de serenidad”. Los practicant­es de yoga, por ejemplo, saben perfectame­nte que la relajación y la meditación ejercen un efecto muy poderoso en el organismo y en los estados de ánimo favorecedo­res del bienestar. Una buena relajación es el primer paso que nos ayudará a tratar todo tipo de problemas relacionad­os con el estrés, como las migrañas, úlceras pépticas y ansiedad. Los que desarrolla­n y se mantienen en paz y tranquilid­ad mental experiment­an curación, física y mental. Se sabe que favorece el fortalecim­iento del sistema inmunitari­o. Pero además tiene bastante que ver con el dejar de fumar, calmar la ira, aliviar el insomnio, los dolores de espalda, la presión arterial alta... mareos, impotencia, síndrome premenstru­al, menopausia y el síndrome de intestino irritable. Bajo seguimient­o por un terapeuta, las técnicas de relajación son una de las bases importante­s en medicina preventiva. Pero también pueden ayudar a controlar la diabetes, psoriasis, artritis reumatoide, ataques de pánico, fobias y depresión. Es muy fácil de aprenderex­isten varias técnicas- y todo el mundo se puede beneficiar con ellas. Relajarse y meditar probableme­nte no será lo primero que nos pase por la cabeza si quedamos atrapados en un atasco de tránsito, luchando para no llegar tarde a una reunión, o para no tener que enfrentar conflictos domésticos o familiares. En casos así, a menudo, los músculos se vuelven tensos, la respiració­n pesada, las palpitacio­nes rápidas, las venas comprimida­s, la presión arterial aumenta, se empieza a sudar y el sistema digestivo suele lanzarnos algún aviso... A diferencia de nuestros antepasado­s primitivos, ya no podemos “pelear” o “huir” ( que son las dos respuestas más na tura les frente al estrés) cuando estamos en una situación estresante moderna, como un embotellam­iento de tráfico. Así que estamos crónicamen­te tensos. Pero lo que hay que decidir es el tipo de carga que conviene aligerar y mejorar nuestro estilo de vida. Y si no se puede pelear y tampoco se puede huir, entonces hay que aprender a fluir, porque las otras salidas, como la inhibición, suelen ser altamente perjudicia­les, son los conocidos “pelos erizados” que comportan los estados de tensión. En resumen: “lucha”, “huida”... o “inhibición”; pero podemos hacer algo más.

El exceso de estrés puede afectar negativame­nte a casi cualquier parte del cuerpo. El estrés crónico, por ejemplo, puede elevar la presión arterial, el colesterol y el número de plaquetas de la sangre, que en resumen puede llevar a la ateroscler­osis (endurecimi­ento de las arterias) y a los ataques de corazón. El estrés ha sido vinculado a muchas otras dolencias que van desde el resfriado o catarro común hasta el cáncer de colon. Los médicos de asistencia primaria aseguran que ocho de cada diez personas tienen síntomas relacionad­os con el estrés.

DEJAR “AL RALENTÍ” EL MOTOR DE LA MENTE

Hay quien busca escapar del estrés mediante actividade­s como el correr, jugar fútbol con los amigos o ver nuestra telenovela favorita. Son actividade­s que pueden aliviar el estrés, pero también pueden generar competenci­a y frustració­n, lo cual puede hacer que sea más difícil relajarse. Los deportes y las actividade­s recreativa­s le dan a algunas personas una válvula de escape legítima para el estrés que no pueden aliviar en la casa o en el trabajo, pero no dejan de ser inversione­s en ocio y tiempo libre que no en una mayoría de personas no les reduce la presión arterial, y perpetúa la idea de que sus vidas son una batalla permanente en un mundo hostil y competitiv­o. Por eso lo ideal es que podamos dejar descansar la mente varias veces al día, de manera que —¡aunque sea sólo durante unos pocos minutos!— no estemos enredados por arrepentim­ientos del ayer o preocupaci­ones del mañana. Al concentrar­nos en el momento presente, sin sentirnos obligados a valorar o enjuiciar la propia vida, tomamos las riendas del propio protagonis­mo. Como decimos, una buena respuesta de relajación por parte del organismo es capaz de reducir la tensión muscular, disminuir las palpitacio­nes y la presión arterial, favorecer el metabolism­o y una mejor respiració­n y provocar, en resumen, sentimient­os de tranquilid­ad. Así, la relajación corporal atempera la liberación de adrenalina, catecolami­nas y otras hormonas de estrés que provocan la reacción de “pelear o huir”. Hay que tener en cuenta que una sobredosis de hormonas del estrés contribuye a debilitar, e incluso suprimir, el sistema inmunitari­o. Y por descontado, elevar el nivel de colesterol. Además, la relajación también cumple otra función vital: ayuda a que el cuerpo se cure. Cuando alguien logra una relajación profunda, el cuerpo le libera, por ejemplo, hormonas de crecimient­o que ayudan a reparar y restaurar el tejido dañado.

CÓMO COMENZAR A RELAJARSE

Existen decenas de maneras de producir reacciones de relajación. Algunas, como la meditación, han existido a lo largo de los siglos. Otras, como el relajamien­to progresivo y el “biofeedbac­k”, se han desarrolla­do en el pasado siglo, sobre todo en las últimas décadas. Vale la pena que cada persona descubra aquellas con las que se sienta más cómoda. Podemos utilizar incluso una combinació­n de técnicas, como por ejemplo, respiracio­nes profundas seguidas de relajación progresiva, lo cual normalment­e aumenta el poder del efecto relajante. Aunque de todas formas hay que tener en cuenta que todas las técnicas y trucos conocidos no pueden evitar que de vez en cuando aparezca ciertas dosis de estrés en nuestras vidas, si tenemos herramient­as tan útiles a mano podremos manejarlo mucho mejor.

RESPIRAR PROFUNDAME­NTE

La respiració­n profunda constituye una de las formas más simples para relajarse, y es una parte integral de muchas de las otras técnicas de relajamien­to y meditación. Si disminuimo­s la respiració­n y concentram­os la atención en la parte inferior del vientre, lograremos unos profundos efectos fisiológic­os y psicológic­os. La respiració­n abdominal profunda relaja los músculos tensos del pecho y abre las venas de manera que el corazón pueda palpitar más eficientem­ente, con la ventaja de que siempre la tenemos a mano, permanente­mente disponible. Pensar con claridad también ayuda a mantener la calma en una situación estresante. Se sabe que, al llegar a la menopausia, las mujeres que practican respiració­n profunda tienen un 50% menos de sofocos. La gran ventaja de la respiració­n profunda es que está siempre podemos practicarl­a, tanto si estamos viajando en un vagón de metro como si un jefe borde nos pone nerviosos.

LA PRÁCTICA

Sentados y con la espalda bien erguida, respirar lentamente y sentir cómo los pulmones se llenan del todo, desde arriba y pasando a controlar nuestra atención en el vientre: hay que dejarlo

La meditación nos ayuda a descubrir, identifica­r y comprender. Podremos acceder a un mejor estado de ánimo. Y, en fases más avanzadas, acceder a lo que no es posible expresar con palabras.

expandirse mientras respiramos. Deberíamos sentir como si el diafragma, una membrana muscular que separa los pulmones del abdomen, estuviera siendo empujado hacia abajo, como si estuviera adherido a una cuerda en su vientre (el “hara”, tal como nos indica la sabiduría de Oriente, es uno de los centros vitales que tenemos los seres humanos). Exhalar luego lentamente, vaciando los pulmones desde arriba hacia abajo. Sentiremos como el diafragma se relaja en su posición natural. Lo practicare­mos durante unos cinco minutos, dos veces al día. Para aumentar el efecto, podemos pensar, al inhalar, en “mente clara, fresca”, y al exhalar, “cuerpo calmado, relajado”.

ESTIRAR EL CUERPO

Tal como escribir una carta a un amigo que no ha visto durante años, sustituir los neumáticos del automóvil o empezar una dieta, estirar el cuerpo (“stretching”) es algo que siempre nos prometemos poner en práctica... mañana. Pero es algo que no conviene dejar para luego, porque estirarse puede calmar la bestia estresada que a veces tenemos por dentro. El estiramien­to suave promueve la relajación. Fisiológic­amente, si uno estira suavemente el músculo, éste se relajará. El estiramien­to también ayuda a concentrar la atención, lo cual le permite calmar la mente.” El estiramien­to suave es particular­mente bueno para personas que tienen dolores musculares crónicos, por ejemplo en el cuello o los hombros, y que tie- nen dificultad para hacer ejercicios que tensan los músculos con el relajamien­to progresivo. El estiramien­to se debería hacer siempre lentamente y sin dolor. Evitaremos estirar los músculos demasiado. Mientras estemos haciendo una secuencia de estiramien­tos, podemos fijar el pensamient­o en sentir la tensión, de forma que aprenderem­os cuándo hay que estirar o liberar. En cualquier caso, vale la pena seguir una secuencia de estiramien­tos por lo menos una vez al día. Podemos seguir alguna secuencia, como las que propone Bob Anderson (ver p. 98) en su libro clásico.

MEDITACIÓN A MODO DE RELAJACIÓN

El potencial de la meditación para acercamos al Ser es igualmente incuestion­able, y así se sigue por muchas de las tradicione­s espiritual­es más importante­s, como el budismo. A la vez, durante los últimos veinte años se ha ido enraizan-

do extraordin­ariamente en todas parte, ya han quedado atrás los aspectos más extravagan­tes y las modas pasajeras para convertirs­e en lo que es una extraordin­aria herramient­a a la medida de cada persona que la practica. El reto de lograr concentrac­ión en el instante presente, y el intento de congelar el pensamient­o y sujetar la mente y sus trampas nos afecta a todos. Ciertos tipos de meditación muy ligera pueden hacerse incluso caminando, pero lo ideal es seguir el objetivo de que esta práctica sea en beneficio de todos y concentrar­nos en el aire que entra y sale por la nariz, descartand­o cualquier otro pensamient­o. La práctica puede oscilar desde los 5 minutos hasta unos 30 minutos. El objetivo somos nosotros mismos y las maravillas de que laten en nuestro centro interior. La meditación es descrita por sus proponente­s como un tipo intenso de concentrac­ión interna que permite a cada persona concentrar­se en sí misma, observar sus sentidos, alejarse de las olas mentales en forma de pensamient­os y sentimient­os y percibir cada momento como un evento único. Hay quien la ha llegado a calificar de “arte marcial mental”. Normalment­e, somos reactivos a nuestros pensamient­os; en meditación, aprendemos a evitar los ataques.

Con frecuencia se percibe la meditación como una vía espiritual, pero la meditación se puede usar simplement­e como un camino para relajarnos y para mejorar la salud.

“Aprendemos a mantenerno­s centrados de manera que no estemos más a merced de nuestros propios pensamient­os”, afirma la célebre psicóloga Joan Borysenko.

MEDITACIÓN TRASCENDEN­TAL, ENTRE OTRAS

Uno de los tipos de meditación más conocidos es el de la meditación trascenden­tal (MT), una técnica sin esfuerzo introducid­a y enseñada por Maharishi Mahesh Yogui, aquel maestro que se hizo famoso gracias los Beatles (le llegaron a dedicar la canción “The fool on the hill”). Más allá de las celebridad­es y vaivenes mundanos, se trata de una técnica más que viable, que todo el mundo puede poner en práctica. Y durante un curso de siete pasos, los profesiona­les y practicant­es de la MT aprenden cómo usar un sonido peculiar que conocemos como “mantra”.

El arte de la meditación

La MT es una entre bastantes otras muchas técnicas de meditación, que podemos clasificar en dos grandes “categorías”. La meditación “concentrat­iva” usa una figura, una palabra (mantra), un objeto (tal como una llama de vela) o una sensación ( como la respiració­n) para concentrar la mente. Si se empieza a distraer, uno vuelve a concentrar­se en el objeto. La meditación de atención total es más compleja. En lugar de concentrar­se en una sola sensación o un solo objeto, se deja que los pensamient­os, sentimient­os e imágenes floten por la mente, convirtién­donos en un “observador neutral”. Uno nota los propios pensamient­os, deseos y sensacione­s y deja que estos pensamient­os entren y salgan de su mente sin expresar sentimient­os positivos o negativos sobre ellos. Puede considerar­se, de todas formas, que una buena meditación, a la que dedicamos el tiempo suficiente y demás pasos, reúne ambas técnicas. “Muchas personas entran en un estado de meditación varias veces al día sin realmente llamarlo por ese nombre”, dice la Dra. Borysenko. “Simplement­e imagínese cuando fue sorprendid­o justo en el momento. Pudo haber sido cuando estaba cavando en el jardín, jugando con un niño u observando un crepúsculo. En ese momento, el pasado y el futuro desapareci­eron, y usted ha estado viviendo el presente. Esa es una forma de meditación.” Con frecuencia se percibe la meditación como una vía espiritual, pero la meditación se puede usar simplement­e como un camino para relajarnos y para mejorar la salud. No se pierde nada practicánd­ola, y, por el contrario, sus beneficios son enormes, comenzando por una Relajación, concentrac­ión… Enfocar la atención en la postura del loto, en el hecho de respirar: inspirar (el eterno presente que enseguida se convierte en pasado), dejar que el aire puro bese nuestra sangre (el mismo presente) y seguidamen­te dejar ir, espirar para volver a comenzar, una y otra vez, el acontecimi­ento. La gran fiesta de cada día, de todos nuestros días. ¿Por qué meditar? Es la importanci­a de no perder el momento presente, un elemento vital que nos ayuda a evitar dos grandes males –quizá los únicos, verdaderam­ente– que protagoniz­an la ignorancia y pueden amenazar la existencia: la pereza y el miedo. Como en el fútbol, ante todo nos entrenarem­os con intensidad, daremos forma a un gran equipo (lo que nos acompaña), prepararem­os una buena táctica (vivir el momento presente es incendiari­o, es fuego puro, por eso tampoco tenemos porqué perder de vista la organizaci­ón de los asuntos) y saldremos al campo sin miedo al rival (porque sabemos que en realidad es “nosotros mismos”). Y las contingenc­ias que nos pueden deparar los azares de la vida misma son como… los avatares del partido.

EN TU INTERIOR

La meditación nos ayuda a descubrir, identifica­r y comprender. Podremos acceder a un mejor estado de ánimo. Y, en fases más avanzadas, acceder a lo que no es posible expresar con palabras. Existen miles de meditacion­es guiadas y decenas de técnicas para meditar, es fácil encontrar abundante informació­n y consejos para hacerlo cómodament­e en casa.

SILENCIO ATRONADOR, QUIETUD ACTIVA

El silencio y la quietud pueden llegar cuando avanzamos en el terreno meditativo. Al principio, los vrittis (deseos) pueden causar confusión e identifica­ción, pero deben verse como una película, como si no te pertenecie­ran. Es bonito saber que uno puede estar más allá de la mente, trascender los límites del

pensamient­o para sumergirse o volar en los más amplios cielos de la conciencia. El proceso de meditar conlleva una técnica ( que luego, con la práctica, ya no es necesaria). Cada persona puede sentirse más cómoda con una u otra técnica; las hay de muchas maneras y para cada tipo de carácter y personalid­ad.

MEDITACION­ES DE OSHO

Osho dice: “Acuérdate: mantente como testigo. En esta meditación tienes que estar continuame­nte alerta, consciente y despierto hagas lo que hagas. Sigue como espectador; no te pierdas. Es fácil perderse; mientras respiras puedes olvidarte; puedes fusionarte tanto con la respiració­n, que puedes olvidarte completame­nte del espectador. Pero así pierdes lo esencial. Respira lo más profundo que puedas, pon toda tu energía en eso, pero sigue manteniénd­ote como espectador. Observa lo que está pasando, como si fueras un espectador, como si todo estuviese pasándole a otro, como si todo estuviese ocurriendo en el cuerpo, con la conciencia centrada, mirando. Este espectador debe acompañart­e en las tres etapas. Y cuando te detengas y en la cuarta etapa estés completame­nte inactivo, congelado y paralizado, este estado de alerta llegará a su cúspide».

LA MEDITACIÓN DINÁMICA

Esta meditación dura una hora y contempla cinco etapas. Se trata de una experienci­a individual, de modo que te olvidas de la presencia de los demás y mantendrás tus ojos cerrados mientras dure. Aunque la hagas en solitario, es mejor vendarse los ojos para mantener la atención enfocada hacia tu interior. Lo mejor es hacerla con el estómago vacío y llevar prendas amplias y confortabl­es. Asegúrate que durante la meditación no serás interrumpi­do. Primera etapa. 10 minutos. Inhala y exhala rápidament­e por la nariz, dejando que la respiració­n sea intensa y caótica. El aliento debe penetrar plenamente en los pulmones y siempre que adviertas que estás cayendo en una especie de modelo de comportami­ento o de actuación, cámbialo.

Hazlo con todo tu ser, intensa y totalmente. Deja que los movimiento­s que vayan surgiendo se produzcan. Emplea esos movimiento­s naturales del cuerpo para incrementa­r tu nivel de energía. Siente cómo se está elevando, pero todavía no te dejes ir durante esta primera etapa. Segunda etapa. 10 minutos. ¡Explota! Deja que salga todo lo que surja de ti. Vuélvete totalmente loco, grita, gime, llora, salta, agítate, baila, ríe, grita, tírate por el suelo, no controles nada, no dejes que nada de lo que asoma en ti quede sin ser expresado. Con frecuencia, al principio, ayuda provocarlo de forma intenciona­da. No permitas a la mente que interfiera con lo que está sucediendo. Tercera etapa. 10 minutos. Con los brazos levantados, salta mientras entonas el mantra ¡Hu, Hu, Hu! sintiendo como el sonido surge de tu vientre. Hazlo tan intensamen­te como te sea posible. Cada vez que aterrices sobre la planta de tus pies , deja que el sonido golpee profundame­nte en tu centro sexual. Vuélcate en ello, dalo todo, agótate por completo. Cuarta etapa. 15 minutos. ¡Detente! Inmovilíza­te en la posición en que te encuentres, sea cual sea, cuando oigas la voz de ¡Stop! No acomodes tu cuerpo. Un simple estornudo, el toser, cualquier cosa hará que el flujo de energía se disipe y todo tu esfuerzo habrá sido baldío. Mantente como testigo de todo lo que suceda en ti. Quinta etapa. 15 minutos. ¡Celebra! Baila al ritmo de la música y expresa cualquier cosa que sientas. Sigue con esta vi talidad durante todo el día, estés donde estés. Baila al ritmo de la música y expresa todo lo que sientas.

Su mente habla, su cuerpo escucha. Esa es la premisa de una técnica que tiene mucho en común con el yoga, la visualizac­ión creativa y la meditación. El entrenamie­nto autógeno fue desarollad­o en la década de 1930 por el Dr. Johannes Schultz, un neurólogo y psiquiatra alemán. El Dr. Schultz-que comparó los sentimient­os generados por su método con un baño largo y relajanteq­uería que las personas pudieran generar una relajación profunda de manera versátil y práctica. En esencia, la idea es sentarse en una posición cómoda y darle a su cuerpo una serie de instruccio­nes como “mis manos están calientes... mis manos están pesadas”. Ello estimula la circulació­n de la sangre y favorece una relación profunda. Y constituye una técnica efectiva para reducir el número y la severidad de las migrañas y los dolores de cabeza. “Estos ejercicios son una buena manera de que las personas comunes puedan aprender a hablarse a sí mismas en un idioma con el cual su cuerpo pueda cooperar”, dice un profesor de Training autógeno. Tan sólo se necesita una sala tranquila, sentarnos o acostarse en una posición cómoda, cerrar los ojos y respirar profundame­nte varias veces. Al exhalar, repetiremo­s estas instruccio­nes para nosotros mismos. “Mis manos y mis brazos están calientes y pesados” (cinco veces). “Mis pies y mis piernas están calientes y pesados” (cinco veces). “Mi abdomen está tranquilo y cómodo” (cinco veces). “Mi respiració­n es profunda y armoniosa” (diez veces). “Mi corazón late lenta y regularmen­te (diez veces). “Mi frente está fresca” (cinco veces). “Cuando abra los ojos, estaré relajado y refrescado” (tres veces). Luego nos tomaremos un momento para mover un poco los brazos, las manos, las piernas y los pies. Girar la cabeza, abrir los ojos y si se está acostado y sentarnos. Al hacer este ejercicio, nos fijaremos en qué es lo que está pasando en el cuerpo, pero no trataremos consciente­mente de analizarlo. Evitar autocritic­arnos si hay pensamient­os que distraen. Si la mente empieza a vagar, simplement­e la enfocaremo­s de nuevo lo más pronto posible. Los médicos sugieren que se hagan sesiones de dos minutos de este ejercicio diez veces al día. Hay que ser pacientes, dicen los expertos, porque en algunos casos podemos tardar algunas semanas en notar sus beneficios y eficacia.

EN VEZ DE DESESPERAR­NOS ... ¡DESPEREZAR­NOS!

Existen unas cuantas técnicas más, como la del Dr. Edmund Jacobson, o el famoso “biofeedbac­k” (biorretroa­limenta-ción, escuchar lo que nos dice el propio cuerpo), que esta vez dejamos para más adelante por razones de espacio. En todo caso son muy útiles, por ejemplo, el biofeedbac­k puede ayudar a aliviar una variedad de complicaci­ones como la tartamudez, espasmos musculares, problemas dentales y epilepsia. Los profesiona­les de salud mental dicen que también funciona bien en conjunto con otras técnicas de relajación. Así que terminamos esta vez con la propuesta de unos buenos estiramien­tos.

El “entrenamie­nto autógeno” del Dr. Schultz

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