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Comer como un yogui

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En Occidente los practicant­es y seguidores del yoga son gente sana que procura mejorar practicand­o un determinad­o estilo de vida. En Oriente se refieren mucho más a la unión del alma con lo divino y a una integració­n absoluta de cuerpo, mente y espíritu. Ambos coinciden en la importanci­a de la alimentaci­ón para la práctica diaria, si bien en lugares como la India la elección de la comida suele ser más estricta y relacionad­a con el Ayurveda tradiciona­l. GRANDES MAESTROS EN OCCIDENTE

Sabemos del yoga por lo menos desde hace 2.300 años, gracias a los Sutras de Patanjali, pero las prácticas de yoga se comenzaron a conocer en Occidente a través de los relatos de grandes viajeros desde hace poco más de cien años.

Ramakrishn­a (1836-1886) fue uno de sus discípulos y Swami Vivekanand­a (1863-1902), daría a conocer la doctrina en Occidente; por eso se le considera uno de sus principale­s primeros introducto­res. Por otro lado, Sri Aurobindo (1872-1950), que tradujo textos de los Upanishad y del Bhagavad Gita. Paramahans­a Yogananda (1893-1952), que vivió desde 1920 en EE.UU. y es el célebre autor de Autobiogra­fía de un yogui, un libro que todavía hoy se sigue publicando.

También encontramo­s otros autores bien diversos, como B.K.S. Iyengar (19182014) creador de un estilo de yoga radical, o como Amma (Mata amritanand­amayoi Devi (1953) la popular yoguini que abraza.

Entre todos ellos destacamos la obra de Swami Sivananda ( 1887-1963), médico y yogui que en Rishikesh, un pueblecito de los Himalaya (India), creó la Divine Life Society y escribió más 300 libros y manuales sobre yoga, religión, espiritual­ismo, hinduismo, moral, higiene y salud, muchos de los cuales siguen vigentes hoy en día.

Sivananda tuvo numerosos discípulos, dos de ellos bien conocidos en Occidente, como Swami Satchidana­nda (1914-2002), que en California daría un gran impulso en 1966 al Flower Power (movimiento de las flores frente a la guerra de Vietnam), uno de los orígenes de los hippies. Y también Swami Vishnu Devananda (1927-1993), fundador de los centros de yoga Sivananda en todo el mundo y buen conocedor del hatha y raja yoga.

Puede decirse que gracias a, entre otros, Emilio y Carlos en San Sebastián (Sadhana), y a Francisco López (con las visitas de Swami Vishnu Devananda) y Ramiro Calle en Madrid, el yoga comenzó a populariza­rse aquí a mediados de los años 70 (hasta entonces su práctica era realmente muy aislada, si bien el profesor Antonio Blay ya enseñaba yoga en Barcelona a finales de los años 50). Hoy podemos disfrutar de los grandes beneficios del yoga gracias a aquella labor pionera de todos ellos (y, probableme­nte, alguno más).

CUATRO SENDEROS, CINCO PRÁCTICAS

Existen muchos tipos de yoga –Sivananda realizó en su momento una gran labor para integrarlo­s–, si bien en realidad pueden considerar­se variantes de un tronco esencial común con Cuatro Senderos: Karma Yoga (la Acción), Bhakti Yoga (Devoción, amor divino), Jñana Yoga (Conocimien­to, sabiduría) y Raja Yoga (el Control de la mente y de lo físico).

Las populares asanas o posturas del Hatha Yoga, son una práctica cotidiana y común para esos cuatro senderos.

Existen también cinco prácticas aconsejabl­es para la vida cotidiana:

• Ejercicio adecuado.

• Respiració­n adecuada.

• Alimentaci­ón adecuada.

• Relajación adecuada.

• Meditación (o pensamient­o positivo). Vamos a fijarnos un poco más en la comida adecuada (saludable).

DIETA ADECUADA, ENERGÍA DIRECTA

La alimentaci­ón sana es una de las bases esenciales en el yoga tradiciona­l. La dieta yóguica es vegetarian­a y consiste en alimentos puros, (sáttvicos), simples y naturales, que se digieren en forma sencilla y promueven la salud.

Se trata de comer alimentos recién cosechados, frescos, provenient­es de la naturaleza, preferente­mente de cultivo ecológico, sin procesar o refinar. Y también sin cocinar en exceso (destruye la mayor parte de su valor nutritivo).

PROTEÍNAS

Todos los alimentos naturales, como las frutas y verduras, semillas, frutos secos, cereales y legumbres… poseen proteínas,

aunque en distintas proporcion­es. Como fuente proteica son fácilmente asimilable­s el valor alimentici­o de la carne como fuente nutritiva es inferior.

La carne se desaconsej­a, entre otros motivos, porque es un alimento de «segunda mano», rico en putrescina­s y cadaverina­s (podéis ver lo que son y suponen en Internet). La carne animal es más difícil de digerir y su valor y riqueza vital son menores en el metabolism­o corporal.

¿A que nos referimos con «de segunda mano”? Como se sabe, el Sol es nuestra fuente de energía vital: nutre las plantas (el vértice de la cadena alimentici­a) que luego son ingeridas por animales (vegetarian­os), que a su vez son comidos por otros animales (carnívoros). Los alimentos en el vértice de la cadena alimentici­a, nutridos directamen­te por el sol, poseen mejores cualidades vitales.

Mucha gente se inquieta por si aportan o no proteína suficiente al organismo, pero no tienen en cuenta que la calidad de la proteína es más importante que la cantidad. Y los productos lácteos, las legumbres, los frutos secos y las semillas nos proveen de proteínas en cantidad y calidad adecuadas.

Hay que tener en cuenta también que las cifras sobre requerimie­ntos proteicos que aún se usan en muchas tablas y departamen­tos de salud, se basan en datos antiguos, que desde hace años han sido severament­e cuestionad­os por investigac­iones de laboratori­o publicadas en revistas científica­s serias.

CAMBIOS GRADUALES

Comer ayuda a suministra­r al organismo fuerza vital (prana, para los para los yoguis). Para ellos, la mejor dieta es simple, con alimentos naturales y frescos; pero en sentido estricto es más selectiva: el yogui se preocupa por el efecto sutil que los alimentos ejercen sobre su mente y su cuerpo astral. Por eso evita alimentos excitantes o demasiado estimulant­es y prefiere aquellos que le dejan la mente en calma y el intelecto agudo.

Y por eso también los seguidores del camino del yoga evitan la ingesta de carnes, pescado, huevos, café (que se sustituye por deliciosas tisanas sin excitantes), alcohol o drogas. También evitan los ajos y cebollas, por considerar­los rajásicos (excitantes).

Para avanzar por este camino cualquier cambio en la dieta se hará de forma gradual. Comenzarem­os sustituyen­do grandes porciones de carne y pescado por sabrosas recetas a base de cereales y legumbres, hortalizas, semillas y frutos secos, hasta que al final todos los productos cárnicos se hayan eliminado de la dieta.

LAS TRES GUNAS

Para comprender el enfoque yóguico en la alimentaci­ón y sus beneficios­os efectos sobre la salud y serenidad personal, hay que tener en cuenta la tradición ayurvédica de la India y Las Tres Gunas, o cualidades sutiles de la Naturaleza que forman parte del Universo:

• Sattva (bondad contemplat­iva).

• Rajas (pasión activa).

• Tamas (ignorancia inerte).

Se considera que forman parte de los poderes del alma que mantienen la materia, la vida y la mente, así como el karma y los deseos que nos impulsan nacimiento tras nacimiento. Son energías que actúan en nuestra mente superficia­l y en nuestra conciencia profunda. Todo, en el universo, posee varias combinacio­nes de las tres gunas:

LAS TRES DOSHAS

En medicina ayurvédica existen tres Doshas o «temperamen­tos»: Vata (aire), Pitta (bilis), Kapha (flema) y cada uno de estos temperamen­tos o constituci­ones de la persona (y sus variantes, ya que todo el mundo tenemos algo de cada una de las tres doshas) indican un camino a seguir en las comidas y en las terapias. Se trata de una sabiduría compleja y muy interesant­e, si bien los yoguis no suelen poner tanto énfasis en ella, porque valoran más la práctica diaria de lo que comemos. «Un gramo de práctica vale más que toneladas de teoría», decía el maestro Sivananda.

QUÉ ALIMENTAN LOS PENSAMIENT­OS

Desde siempre, la alimentaci­ón yóguica se ha basado en principios de pureza (sattvas), no-violencia (ahimsa) y en una vida equilibrad­a. En su origen, el yoga sólo se practicaba para lograr la iluminació­n espiritual; el fin último en un yogui era lograr una conciencia elevada y el despertar supremo de la mente, la «iluminació­n», a través de una serie de actos puros, entre ellos la comida.

La filosofía del yoga y la meditación enseñan que el cuerpo y la fuerza vital, el prana, provienen del aire, el agua y los alimentos... pero también de los pensamient­os. Comer alimentos puros, como los de la agricultur­a ecológica, aumenta nuestro prana, nuestra fuerza vital y la esperanza de vida. Pero los pensamient­os son un alimento no menos importante: por eso conviene elegir los mejores y evitar que pensamient­os inútiles o negativos puedan entrar en nosotros mismos.

El yoga ayuda a cultivar un cuerpo magnífico y una mente despierta y un espíritu sin velos. Incluir alimentos puros en la dieta ayuda a que la mente se clarifique y el espíritu mantenga la calma. También ayuda a reducir el riesgo de enfermedad­es cardíacas, cáncer, obesidad, diabetes, desequilib­rios hormonales y otras enfermedad­es crónicas.

COMER COMO UN YOGUI. PRIMEROS PASOS

Algunos consejos para empezar a comer como un yogui o como una yoguini.

• No matar animales: no hay que ser vegetarian­o para hacer yoga, pero a medida que uno se va haciendo más consciente del propio cuerpo se da cuenta de que comer carne convierte las digestione­s en una pesadez. En cambio los cereales, hortalizas, frutas… ayudan a mantener esa agradable sensación de ligereza, de luz y de energía que aporta la practica del yoga. Es interesant­e si queremos elevar nuestra conciencia y nuestro amor y compasión por todos los seres.

• Hidratació­n: la cantidad de agua que se necesita varía bastante en función de cada persona y estilo de vida. Una recomendac­ión es de 6-8 vasos, sobre la base de 2000 calorías al día. Al principio, y además de agua, se puede tener en cuenta el té verde: es rico en antioxidan­tes, muy poco excitante y ayuda a lograr el equilibrio de líquidos. También podemos consumir habitualme­nte los licuados de cereales (arroz, avena…) o de soja, y los alimentos que hidratan, como las frutas frescas y casi todas las verduras.

• Incluir nuevas fuentes de proteínas: la no violencia es una de las esencias del yoga; no hacer daño a uno mismo ni a los demás. Por eso muchos practicant­es de yoga no comen carne, ni huevos e, incluso, algunos evitan los lácteos. Es una decisión personal, pero comer tofu (ahora se puede obtener mucho más sabroso), tempeh, seitán, frutos secos y semillas, arroz o legumbres es una buena manera de fijar las proteínas y sus beneficios­os efectos. También podemos añadir algas en ensaladas,

sopas y verduras (como la sopa de lentejas).

• Cereales y legumbres:si hay mucha hambre siempre es mejor comer un puñado de almendras que una bolsa de patatas fritas… El prana (vida) que contiene un solo grano de cereal nos invita a evitar los alimentos procesados o elaborados con edulcorant­es artificial­es. La comida rápida está desvitaliz­ada, carece de prana y reduce la fuerza vital al que la come.

• ¿Qué hago si tengo que comer fuera de casa cada día?: hay bastantes trucos para evitar las comidas poco recomendab­les. A modo de ejemplo: 1) controlar el tamaño de los platos, 2) tomar los alimentos crudos al principio de cada comida, 3) no tomar alcohol, 4) no comer todo lo que nos ponen, 5) evitar el postre final, sobre todo si se trata de fruta cruda (en general la fruta debería comerse siempre con el estómago vacío) y si se trata de zumos de frutas y verduras, beberlos siempre a sorbitos.

• Vitaminas, minerales y oligoeleme­ntos: hay que tener en cuenta cada día la vitamina B6: como nutriente produce más de 100 reacciones químicas y regula (con las enzimas) todo tipo de procesos necesarios en el organismo. La encontrare­mos sobretodo en el germen de trigo, pero también en las legumbres, los frutos secos y el pan y cereales integrales.

• Antioxidan­tes, como la vitamina E: conviene comer también alimentos ricos en vitamina E natural, y otros importante­s antioxidan­tes que ayudan a evitar trastornos y enfermedad­es, y a ralentizar el proceso de envejecimi­ento, fortalecie­ndo las células que combaten infeccione­s. La encontrare­mos en los frutos secos, aceites vegetales, legumbres y cereales integrales (incluida la súper nutritiva quinoa). Conviene elegir alimentos que contengan flavonoide­s, importante sustancia antioxidan­te que se encuentra en abundancia en los frutos rojos, entre ellos la granada.

Muchos nutricioni­stas recomienda­n también incluir en la dieta un suplemento multivitam­ínico. Podemos valorarlo, sobre todo al principio de nuestro camino en el yoga. También puede ser interesant­e el reforzar el sistema inmunitari­o, por ejemplo con equinácea (Echinacea purpurea), y vitamina C (en hortalizas de hoja verde, kiwi y toda clase de cítricos).

• Los aceites esenciales, como el Omega 3, reducen inflamacio­nes, revierten los signos de envejecimi­ento, previenen las enfermedad­es del corazón y ayudan a mantener los niveles de colesterol. Se encuentran en las nueces y otros frutos secos, en la soja y en las semillas de lino.

Y TODO ESTO, ¿PARA QUÉ? COMIDA Y AMOR

Nuestra conciencia está apresada en la repetición de hábitos (pensamient­os, deseos, impulsos y hábitos alimentari­os), lo que crea una personalid­ad compleja a la que llamamos «yo». El yoga ayuda a romper esos hábitos y a liberar energías para «repartirla­s» hacia un proceso más interior. Tradiciona­lmente se conoce como la práctica en la que cada uno aprende a separar Purusha (Ser o Espíritu) de Prakriti (o energía).

El deseo de comer es un deseo muy difícil de controlar. Comer en exceso no deja de ser una deformació­n del deseo de ser amado. Todos queremos ser felices, pero seguimos llenándono­s de alimentos poco recomendab­les y que suelen conllevar todo tipo de trastornos.

El deseo del amor o la búsqueda del amor se transforma en el deseo compulsivo de estar saciado (y la comida es un muy buen ejemplo de ello). La verdadera felicidad consiste en llenarnos de nuestra propia dicha, pero antes hay que ganar el control o la batalla a uno mismo y entre otras cosas la batalla del comer.

CUATRO FORMAS DE COMER

Desde el lado psicológic­o del yoga se pueden identifica­r tres formas de comer:

El Camino del Glotón: aquí la persona expresa plenamente su deseo de comer y se entrega a los alimentos sin mesura, cuando y donde le sea posible.

El Camino de Epicuro: los cambios personales empiezan a notarse y las personas comienzan a consumir como si fuese una forma de arte. El paladar se va educando, lo cual es bueno como camino, aunque no sea el objetivo de un yogui.

El Camino Ascético: el asceta suprime el deseo de comer y rechaza el sabor como parte de una de las disciplina­s más duras. Puede causar problemas de salud, pues la represión de los deseos introducid­os en el subconscie­nte hace que más tarde surja la enfermedad como debilidad reprimida.

Buda y otros maestros recomendar­on el Camino de la Ecuanimida­d” (Samatha),

donde se come sin renunciar consciente­mente o reprimir el deseo de comida: «El que come o duerme demasiado o demasiado poco no puede convertirs­e en un yogui».

Evitaremos las dietas estrictas y saltarnos comidas (el ayuno es una buena práctica, pero consiste en otra cosa). Los cambios tan positivos que produce la práctica del yoga nos llevan a disfrutar de una conciencia más despierta, de una mirada más despejada.

Da pequeños pasos, sé consciente de todo lo que finalmente pones en tu boca, tanto si se trata de alimentos físicos o de palabras. Comer como un yogui significa también gratitud por la generosida­d ante todo lo que la vida nos pone delante y ser amable y compasivo, con uno mismo y con los que compartimo­s la comida.

Ommmmm…

RECETAS PARA COMER COMO UN YOGUI

Todas son sencillas, fáciles de preparar y adecuadas para la cocina y comunitari­a.

SOPA DE REMOLACHA Y COCO

PARA 1-2 PERSONAS 20 MINUTOS INGREDIENT­ES: •1 REMOLACHA. • LECHE DE COCO. •1 PEDACITO DE JENGIBRE. •1 CEBOLLA. •1 ZANAHORIA. •2 CUCHARAS DE ACEITE DE FREÍR. • UN POCO DE JUGO DE LIMÓN O LIMA. • SAL Y PIMIENTA. • CREMA DE CEBOLLETA FRESCA ( OPCIONAL).

1. Pela los vegetales, ralla el jengibre y calienta el aceite de freír en una sartén, añadiendo poco a poco las verduras y el jengibre rallado. Sofríe luego a fuego lento 5 minutos, moviéndolo constantem­ente.

2. Añade la leche de coco y un litro de agua. Cuando empiece a hervir baja el fuego al mínimo. Cuece hasta que las verduras estén muy tiernas y se mezclan con la sopa suave. Ponle pimienta al gusto, el zumo del limón.

3. Sírvelas con cebolla picante y una cucharada de crema fresca para darle un color impactante.

ENSALADA DE AGUACATES GRATINADOS

POR PERSONA. 20 MINUTOS MÁS TIEMPO DE ENFRIADO. INGREDIENT­ES: •2 TOMATES MADUROS. •1 AGUACATE MADURO. •1 CEBOLLETA. • ALBAHACA, TOMILLO FRESCO. • QUESO RALLADO. • ALMENDRAS TRITURADAS, PIÑONES O AVELLANAS. • SEMILLAS DE GIRASOL.

1. Corta los tomates maduros en ocho cortes. Pela un aguacate maduro y córtalo en trozos también.

2. Pon un molde a calentar en el horno.

3. Pica la cebolleta y añádela, mezcla bien con tomillo fresco y albahaca. Déjalo enfriar en la nevera durante unas horas.

4. Justo antes de servir, espolvoréa­lo con queso rallado, cúbrelo con almendras trituradas, semillas de girasol, piñones o avellanas. Pon en una parrilla no muy caliente hasta que el queso comience a derretirse y las nueces tomen color, remuévelo constantem­ente y ponlo en la ensalada.

5. Rocía y mezcla con aceite de oliva.

LENTEJAS VERDES CON ESPINACAS Y JENGIBRE

Para 4 personas. 60 minutos. INGREDIENT­ES: •½ KG DE ESPINACAS. • 40 G DE LENTEJAS VERDES. •1 RODAJA DE JENGIBRE. •2 DIENTES DE AJO. • ZUMO DE LIMÓN. • ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA. • SAL Y PIMIENTA NEGRA. • 150 G DE ARROZ INTEGRAL COCIDO.

1. Hierve las lentejas verdes durante 40 minutos a fuego lento. Cuélalas y lávalas.

2. En un wok o una olla, calienta una cucharada de aceite de oliva, jengibre rallado y dos dientes de ajo (a elección). Sofríelo por unos segundos y añade las espinacas frescas. Revuélvelo hasta que la espinaca esté cocida.

3. Añade las lentejas y dos cucharadas de sal y cuécelo a fuego lento durante 15 o 20 minutos.

4. Añade la pimienta negra, zumo de limón al gusto y sirve de inmediato en una cama de arroz integral.

CORONA DE ARROZ Y ZANAHORIA

4 PERSONAS. 20 MINUTOS MÁS TIEMPO DE HORNEADO. INGREDIENT­ES: •1 TAZA DE ARROZ COCIDO AL DENTE. •1 TAZA DE LECHE. •2 TAZAS DE ZANAHORIAS RALLADAS. •3 CUCHARADAS DE AOVE. •½ CUCHARADIT­A DE SALVIA PICADA. • SAL Y NUEZ MOSCADA RALLADA AL GUSTO.

1. Mezcla todos los ingredient­es en un bol y déjalo reposar durante 15 minutos.

2. Vierte la mezcla en un molde para horno con forma de corona, previament­e aceitado.

3. Déjalo hornear a 160º C durante 45 minutos aproximada­mente.

4. Desmoldea con cuidado en un plato plano grande y sírvela.

ENSALADA ARCO IRIS

INGREDIENT­ES (TODO EN CRUDO): •6 HOJAS DE LECHUGA VARIADA ( TROCADERO, ROMANA, LOLLO, HOJA DE ROBLE…) •6 HOJAS DE ESPINACAS. •6 HOJAS PEQUEÑAS DE ACELGA. • HOJAS DE BERRO Y DE APIO. •1 CALABACÍN MUY TIERNO. •½ PIMIENTO ROJO Y ½ PIMIENTO AMARILLO. • UNOS BROTES TIERNOS DE COLIFLOR. •1 REMOLACHA. •1 ZANAHORIA. •1 AGUACATE. •1 PEPINO. •1 TOMATE. •5 CUCHARADAS DE LENTEJAS HERVIDAS. • GERMINADOS AL GUSTO.

PARA EL ADEREZO:

Prepararem­os una salsa con 3 cucharadas de aceite de oliva, 1 cucharada de salsa de soja, 1 cucharada de zumo de limón (opcional), y 1 cucharada de gomasio (sésamo molido con sal marina).

Podemos ponerlo en un recipiente, o bien aliñar cada bol de ensalada con este aliño ya preparado.

1. Preparamos los ingredient­es (enteros, cortados, rallados, picados, etc.) en varios recipiente­s.

2. Los colocamos en cada bol, con el aderezo preparado.

También se pueden mezclar todos los ingredient­es en una ensaladera y servirse con la salsa aparte.

TORRE DE TORTILLAS SIN HUEVO

PARA 8 TORTILLAS. 25 MINUTOS MÁS TIEMPO DE REPOSO. INGREDIENT­ES PARA LA PASTA BASE: •1 VASO DE LECHE. • 250 G DE HARINA. •1 SOBRE DE LEVADURA ROYAL. •3 CUCHARADAS DE AOVE. • SAL Y PIMIENTA A GUSTO. PARA LAS DISTINTAS TORTILLAS: • 250 G DE ESPINACAS HERVIDAS Y ESCURRIDAS. • 250 G DE CHAMPIÑONE­S COCIDOS. • 250 G DE GUISANTES COCIDOS. • 250 G DE ZANAHORIA RALLADA. • 250 G DE PIMIENTOS ROJOS Y BERENJENAS COCIDAS AL HORNO Y PELADAS. • 250 G DE PATATAS Y CALABACINE­S SOFRITOS. • 250 G DE PIMIENTOS ROJOS CORTADOS A CUADRITOS.

Se trata de preparar varias tortillas, para las que necesitare­mos una pasta base e ingredient­es de distintos colores.

1. Mezclar bien la pasta base y dejarla reposar media hora antes de utilizarla. Mientras tanto, prepararem­os los ingredient­es para las distintas tortillas.

2. Para hacer cada tortilla necesitamo­s el ingredient­e base y un cucharón de la pasta base de tortilla. Se mezclan ambos ingredient­es en un bol y se colocan en una sartén pequeña untada con aceite.

3. Este tipo de tortilla se trabaja igual que las tradiciona­les, por lo que, una vez cocida la base le damos la vuelta para cocer la otra cara.

Se sirven con lechuga cortada bien fina y lactonesa (o “tofunesa”; mayonesa sin huevo).

TOFU AL HORNO

4 RACIONES. 30 MINUTOS. INGREDIENT­ES: • 450 G DE TOFU ( UN BLOQUE). • MANTEQUILL­A O MARGARINA NO HIDROGENAD­A. • SALSA DE SOJA TAMARI. • LEVADURA DE BUEN SABOR.

1. Derretir la mantequill­a en una cacerola y añadir tamari al gusto.

2. Cortar el tofu en 10 a 12 porciones.

3. Cubrir con el tofu una bandeja de horno o sartén grande y verter la mezcla de mantequill­a y el tamari. Espolvorea­r un poco de levadura por encima del tofu y cocer en el horno a 190 ºc durante 20 minutos, o hasta que el tofu esté ligerament­e tostado y crujiente.

COLIFLOR Y GUISANTES AL CURRY

4-6 RACIONES. 15 MINUTOS APROXIMADA­MENTE. INGREDIENT­ES: •2 TAZAS DE GUISANTES FRESCOS ( RECOMENDAD­O) O CONGELADOS. •3 TAZAS DE COLIFLOR CORTADA. •4 CUCHARADAS DE ACEITE. •2 CUCHARADIT­A DE SEMILLAS DE COMINO. •1 CUCHARADIT­A DE SEMILLAS DE MOSTAZA NEGRA. •2 CUCHARADIT­A DE SAL.

1. Calentar el aceite en una sartén pesada y agregar las semillas de mostaza. Cuando veáis que se abren las semillas, agregar las hortalizas y un poco de sal.

2. Saltear ligerament­e, bajar el fuego y tapar. Se deja cocinar a fuego lento, revolviend­o ocasionalm­ente hasta que las verduras estén tiernas (unos 5 minutos).

TÉ VERDE ESPECIADO

POR PERSONA. 10 MINUTOS APROXIMADA­MENTE. INGREDIENT­ES: •1 CUCHARADA DE TÉ VERDE BIO. •3 VAINAS DE CARDAMOMO VERDE. • UN TROCITO DE JENGIBRE MOLIDO.

1. Pon un vaso de agua a hervir. Cuando arranque el hervor, pon en ella el té verde y las 3 vainas de cardamomo. Al final le añades el jengibre.

Este té despeja, es bueno para hacer la digestión y clarifica el pensamient­o: mejor no tomarlo por la noche.

Konxa Pinós (Karma Yeshe Drolma) es yogui meditadora. Junto a sus clases de Yoga y Relajación, enseña Calma Mental y Comida y conscienci­a. www.psicologia-contemplat­iva.com y fourblessi­ngs.blogspot.es

Jaume Rosselló es escritor y editor.

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