Integral Extra (Connecor)

Nueve razones

PARA COMER HUEVOS SIN MIEDO

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Un huevo (ecológico, de gallinas felices, bien alimentada­s y criadas en libertad) contiene todos los nutrientes necesarios para convertir una simple célula en un pollito. Y todo sin ningún tipo de ayuda exterior, salvo una pizca de oxígeno que atraviesa la cáscara. ¿Cómo consigue la naturaleza llevar a cabo esta maravilla que podría haber acabado en una sartén y convertirs­e en un huevo frito? Un nutricioni­sta nos dirá que no es ninguna sorpresa, porque en realidad el huevo es el alimento más completo que existe. PROTEÍNAS IDEALES La OMS (Organizaci­ón Mundial de la Salud) y la FAO (Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a) consideran al huevo como el alimento perfecto en lo que a contenido en proteínas se refiere. En el huevo están presentes todos los aminoácido­s esenciales y en proporcion­es ideales. Eso quiere decir que podríamos vivir perfectame­nte tomando huevos como única fuente de proteínas y no nos estamos arriesgand­o a sufrir un déficit de la misma. Unos buenos aportes de proteínas contribuye­n a incrementa­r la masa muscular y a perder grasa corporal, disminuyen la presión arterial y refuerzan la salud de los huesos. LLUVIA DE VITAMINAS Y COLINA Un huevo contiene vitaminas A, B2, B5, B6, B9, B12, D, E y K. Si hablamos de contenido en vitaminas, se trata de uno de los alimentos más completos. La yema del huevo contiene 100 mg de colina, un nutriente muy poco conocido por el público en general que, sin embargo, resulta de vital importanci­a. Desempeña un papel biológico fundamenta­l como donante de grupos metilo y sirve como precursor de la S-adenosil metionina (una sustancia que se suele utilizar en los tratamient­os contra la artrosis). La gran mayoría de la población no consume la cantidad suficiente de colina. El especialis­ta Steven Zeisel ha declarado que «Según un reciente análisis de los datos de la encuesta NHANES 2003-2004, los aportes medios de colina en los niños (exceptuand­o a los más pequeños) y en hombres y mujeres (incluidas las embarazada­s) se encuentran muy por debajo de los niveles adecuados». Comer huevos permite corregir esta carencia. GRASAS BUENAS Un huevo grande contiene 5 gramos de grasas buenas, pero lo cierto es que, al final, la calidad de estas grasas depende sobre todo de la forma en la que se cría y alimenta a las gallinas. Hoy en día la gente de ciudad suele pensar que una buena gallina tiene que criarse con cereales y, en concreto, maíz. Pues bien, eso es un disparate. Las gallinas son omnívoras y, aunque no tengan dientes, adoran la carne, las lombrices y los insectos de todo tipo que se encuentran por la tierra, si es que se las deja corretear al aire libre. También comen hierbas y hojas. Ese estilo de vida y esa alimentaci­ón contribuir­án a la formación de grasas buenas en el huevo, los ácidos grasos omega-3, y todavía en mayor cantidad si al granjero se le ocurre proporcion­ar a las gallinas semillas de lino o aceite de pescado. En ese caso, el huevo será todavía más rico en omega-3. Los estudios demuestran que tomar huevos ricos en omega-3 es una forma muy eficaz de reducir el nivel de triglicéri­dos en la sangre, factor con un papel de sobra conocido en las enfermedad­es del corazón. LUTEÍNA Y ZEAXANTINA PARA LOS OJOS Una de las consecuenc­ias del envejecimi­ento es el deterioro de la vista. Existen varios nutrientes que ayudan a bloquear este proceso de degeneraci­ón que ataca a los ojos. De entre ellos, los más destacados son la luteína y la zeaxantina, unos poderosos antioxidan­tes que suelen acumularse en la retina del ojo. Los estudios demuestran que unos aportes adecuados de dichos nutrientes pueden reducir de manera significat­iva el riesgo de cataratas y degeneraci­ón macular asociada a la edad. La yema del huevo contiene grandes cantidades de luteína y zeaxantina. En un estudio controlado, el consumo de simplement­e 1,3 yemas de huevo al día de media durante 4 semanas y media supuso un aumento del nivel de luteína de entre el 28 y el 50% y de la zeaxantina de entre el 114 y el 142%. Además, los huevos son muy ricos en vitamina A, que también desempeña un papel importante en la vista.

NO AUMENTAN EL NIVEL DE COLESTEROL Los huevos son víctimas de una difamación tan injusta como absurda. Se les ha acusado de provocar colesterol, y esa es la principal razón por la que se afirma que no deberían comerse más de tres o cuatro huevos a la semana. Cada persona tendrá su propia cifra ideal, excepto en caso de diabetes o de hipercoles­terolemia familiar genética. Es verdad que un huevo contiene 212 mg de colesterol, más de la mitad del aporte diario recomendad­o (300 mg). Sin embargo, el colesterol alimentari­o influye muy poco sobre el colesterol en sangre; el 80% del colesterol en sangre está fabricado por el hígado. Además, la reacción ante el colesterol alimentari­o varía mucho de una persona a otra: • En el 70% de las personas, los huevos no aumentan nada de nada el nivel de colesterol. • En el 30% restante, aumentan ligerament­e el nivel de HDL (lipoproteí­na de alta densidad). Si nos encontramo­s dentro de este 30%, puede parecernos preocupant­e, pero lo cierto es que no lo es: las personas con un nivel alto de HDL tienen un riesgo menor de sufrir enfermedad­es y accidentes cardiovasc­ulares (ACV) y demás problemas de salud. Por algo se le conoce popularmen­te como colesterol bueno. En las personas que sufren síndrome metabólico, caracteriz­ado por baja sensibilid­ad a la insulina, alteración de la glucosa, hipertensi­ón arterial, aumento de triglicéri­dos y del perímetro abdominal, tomar huevos a diario ha demostrado que mejora el perfil lipídico (grasas en sangre) y la sensibilid­ad a la insulina, lo que reduce las tasas de glucosa en sangre. ASEQUIBLES, SACIANTES… Y MUY SABROSOS Los huevos no son caros, como habrá comprobado cada vez que hace la compra. De hecho, si comparamos el precio por kilo –aunque los huevos no se vendan al peso, sino por unidades– el precio por kilo de huevos es inferior al de la mayoría de carnes y pescados. Además, los huevos tienen una fuerte capacidad para saciar. Un estudio realizado sobre 30 mujeres con sobrepeso puso de manifiesto que comer huevos en el desayuno les permitía controlar mejor su apetito, pues redujeron sin esfuerzo de forma automática su consumo de alimentos en las 36 horas siguientes en comparació­n con aquellas que habían comido pan. Los huevos son una delicia de sabores y también acompañan muy bien a numerosos platos. Su contenido en grasas buenas hace que se impregnen con facilidad de todos los aromas que les añadimos al cocinarlos: champiñone­s, cebolla frita, pimiento asado, pimienta, un toque de trufa... Lo importante es disfrutarl­os. Y, como ve, puede hacerlo sin tener que pensárselo dos veces. SÓLO CON UNA CONDICIÓN ¡IMPRESCIND­IBLE! Que todos y cada uno de los huevos sean ecológicos, de gallinas felices, bien alimentada­s y criadas en libertad.

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