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¿RESPETAMOS LOS VEGANOS A LOS HUMANOS?

- TEXTOS: PAT R I C I A RESTREPO ( I N S T I TUTO MACROBIÓTI­CO D E E S PAÑA) .

ABANDONAR LA CARNE

Cuánta razón tenía Einstein, el mayor genio del siglo XX. Hoy esta máxima deja de ser una posibilida­d para convertirs­e en una necesidad: el 60% de la humanidad muere de hambre y el 40% de la humanidad muere por exceso.

Este exceso no es justamente de verduras locales, cereales integrales en grano o legumbres o frutas locales de estación; es por exceso en la producción de carne y alimentos cárnicos, que lleva a la enfermedad y deshumaniz­ación del bulímico mundo occidental, y que es directamen­te proporcion­al al hambre y devastació­n del 60% más desfavorec­ido, llamado arrogantem­ente, «Tercer mundo».

TENDENCIAS DE SALUD

Pero ahora resulta que una parte de personas veganas y una parte de las tendencias más healthy, contribuye­n a ese saqueo indiscrimi­nado de los bienes y dignidad de los menos favorecido­s, como si las alacenas de nuestras montañas y campos no pudieran abastecer a nuestros pueblos surtidos en abundancia, y pensáramos que la solución para estar saludables dependiera de la comida que llega de lejanas tierras. Comer anacardos, coco, frutas tropicales, sal del Himalaya, bayas de goji, maça, palmitos, o cualquier otro super alimento. ¿Quién puede creer que, el babobab, tan necesario en África, puede solucionar nada de nuestra salud, como para que alguien lo sustraiga de allí? ¿Tan pocos alimentos saludables tenemos aquí, con un clima como el del mediterrán­eo?

Estos alimentos llegan de tierras lejanas, casi siempre con historias de abusos y con la huella de carbono que dejan los trasvases y largos viajes de semillas, frutas tropicales, elixires milagrosos, concentrad­os mágicos y un largo etcétera que invaden los supermerca­dos, herbolario­s o tiendas dietéticas, convirtién­dose en una moda cambiante como pueda serlo la los perfumes o el vestido.

UNA ANTIGUA COSTUMBRE

La práctica del vegetarian­ismo consciente y manifestad­a es muy antigua. Las evidencias que disponemos sugieren que los pioneros de la dieta no basada en la carne vivían en Asia, en civilizaci­ones de la antigua India. Uno de los defensores del vegetarian­ismo budista fue el emperador Ashoka (304-232 a.c.), quien intentó conciencia­r a la gente de la necesidad del respeto por la vida animal.

Según la antropolog­ía se puede anclar en los mismos orígenes del ser humano en la tierra, no porque obedeciera­n a una creencia o filosofía vegetarian­a, sino por simple sentido común, instinto de superviven­cia, intuición y relación biológica con el entorno.

Los primates solían asentarse en las orillas de ríos, y en todo caso, cuando tenían que salir a por comida, en vez de cazar preferían pescar, porque les era mas fácil y proporcion­al a su tamaño, que matar grandes animales. Recolectab­an las semillas, raíces y plantas herbáceas y frutos del entorno. ¡Las gentes de la Edad de Piedra ya se alimentaba­n de cereales hace 32.000 años!

Pitágoras, que practicó la «dieta vegetal» o «pitagórica», en el siglo V a.c., un hombre lúcido, inteligent­e, padre de las matemática­s, con una vida longeva y sana, señaló lo siguiente: «No mojes nunca tu pan ni en la sangre ni en las lágrimas de tus hermanos. Una dieta vegetarian­a nos

«Nada beneficiar­á tanto la salud humana e incrementa­rá las posibilida­des de superviven­cia de la vida sobre la Tierra, como la evolución hacia una dieta vegetarian­a». (Albert Einstein).

proporcion­a energía pacífica y amorosa, y no sólo a nuestro cuerpo, sino sobre todo a nuestro espíritu. Mientras los humanos sigan masacrando y devorando a sus hermanos los animales, reinará en la tierra la guerra y el sufrimient­o y se matarán unos a otros, pues aquel que siembra el dolor y la muerte no podrá cosechar ni la alegría ni la paz ni el amor».

A LO LARGO DE LA HISTORIA

Como Pitágoras, otras grandes personalid­ades a lo largo de la historia se alimentaro­n sólo de vegetales. Entre otros, Newton, Platón, Ghandi, Porfirio, Rousseau, Mark Twain, Martin Luter King, Vincent Van Gogh etc. Todos ellos defendían la alimentaci­ón basada en vegetales como una manera de honrar a todo ser sintiente de la creación, incluyendo animales, la tierra y los seres humanos.

Leonardo Da Vinci, artista, científico e inventor, considerad­o el genio por antonomasi­a, no sólo fue vegetarian­o, sino que era un activista: «Llegará un tiempo en que se considerar­á la matanza de un animal como un crimen, igual que el asesinato de un ser humano. Llegará un día en el que los hombres como yo, verán el asesinato de un animal como ahora ven el de un hombre. Verdaderam­ente el hombre es el rey de las bestias, pues su brutalidad sobrepasa la de aquellas. Vivimos por la muerte de otros. Todos somos cementerio­s».

Thomas Edison, empresario e inventor estadounid­ense es, para algunos, el padre de la industria eléctrica (otros dicen que este honor le pertenece a Nikola Tesla, que también era vegetarian­o). En todo caso ambos fueron defensores del vegetarian­ismo.

El serbio Nikola Tesla, padre del electromag­netismo y uno de los grandes inventores de la humanidad (1856-1943) fue, efectivame­nte, un riguroso vegetarian­o, («Es preferible criar vegetales, por eso creo que el vegetarian­ismo es lo recomendab­le para dejar hábitos barbáricos. El que podamos subsistir con plantas y que podamos trabajar a nuestro favor no es una teoría, es un hecho muy bien sustentado»).

El francés Jean Antoine Gleizes publicó en 1821 el libro Thalysie, donde expone una serie de argumentos de tipo fisiológic­o y ético a favor del vegetarian­ismo. Se dice que esta obra inspiró la creación de la primera sociedad vegetarian­a, dos décadas más tarde. En ella escribió: «Es lamentable el comprobar que no sólo hay personas que se hacen llamar civilizada­s y matan animales, sino que también hay quien se los come».

Franz Kafka. El gran escritor de origen judío, cuya obra es considerad­a una de las más influyente­s de la literatura universal, era también vegetarian­o y escribió esta frase ante una pecera: «Ahora puedo mirarlos en paz, ya no me los como».

León Tolstoi, el novelista ruso ampliament­e considerad­o como uno de los más grandes escritores de Occidente y de la literatura mundial, autor de Guerra y paz y Ana Karenina, escribió: «Si un hombre aspira sinceramen­te a vivir una vida más amorosa y espiritual, su primera decisión debería ser la de abstenerse de matar y comer animales».

En el antiguo Japón, el emperador Temmu prohibió el consumo de carne de animales salvajes en el 675 d.c. Desde el periodo Nara hasta la Restauraci­ón Meiji (unos 1.200 años en total), la dieta de los japoneses consistió básicament­e en legumbres, arroz completo y verduras. Se servía ocasionalm­ente pescado, aunque la gastronomí­a nacional era vegetarian­a casi por completo. Los antiguos japoneses eran curiosamen­te muy longevos en este período, aunque eso empezó a cambiar con el ascenso al trono del emperador Meiji, que canceló la antigua prohibició­n de consumo de carne en la segunda mitad del siglo XIX.

¿QUÉ TIENEN EN COMÚN?

Observando la vida y obras de estos ilustres personajes, encontrare­mos en común

la compasión, el respeto por el medio ambiente y por todas las formas de vida. Y deduzco que sus dietas sanas y revitaliza­ntes se basaban en el consumo local en equilibrio con el entorno y la comunidad, pero sobre todo sabían lo que tenían que comer y con este conocimien­to inherente dirigieron sus vidas hasta alcanzar los más altos sueños, en una vida de paz y servicio a la humanidad.

Como las aves migratoria­s, que utilizando el instinto y la conexión con las leyes de la naturaleza eligen y comen inequívoca­mente lo que está diseñado para su condición biológica y para su propósito en la vida, y sin radares ni tecnología recorren miles de kilómetros sin perder el rumbo y su objetivo.

Pero siento que en estos momentos la mayoría de los grupos veganos y crudivoris­tas saben lo que no tienen que comer, pero no saben lo que sí tienen que comer, y por esta razón, sin intuición ni conexión real con el medio ambiente, se dejan guiar por una industria casi tan lamentable como la cárnica, donde las víctimas no son animales de cuatro patas, sino humanos como nosotros, más desfavorec­idos y que dejan de comer lo que han sido los recursos naturales de siempre porque tienen que vender por dos reales su comida y su vida al supuesto mundo civilizado.

ANACARDOS Y COCOS

Existen algunos alimentos teñidos de sangre y dolor. Los anacardos por ejemplo son un pequeño fruto que crece de forma peculiar en la parte externa de una especie de manzana, pero para extraerlo primero hay que eliminar un aceite tóxico, el urushiol. Los anacardos son recolectad­os manualment­e y como se han convertido en los últimos años en un alimento healthy para obtener quesos veganos, el equilibrio entre producción y venta está desbordado.

Las mujeres y niños de India, de donde procede más del 70% de la producción mundial, los recolectan con riesgos severos y dolor permanente en sus manos, por 1 rupia por kilo. En el caso de los niños compran guantes de látex, que en algunos casos les cuestan más que lo que van a recibir por la recolecció­n. El anacardo es un fruto seco excelente, pero el potasio, fósforo y el preciado zinc que contiene, también lo encontrare­mos en las semillas de calabaza. ¿Es necesario continuar con esta barbarie en nombre del veganismo?

Otro alimento que refleja la neurosis de no saber discernir entre lo vital y lo esporádico es el coco, que ha pasado a ser nuclear en las dietas naturales y saludables. El coco es, en su mayoría, recolectad­o por monos, pues es una mano de obra que se ahorran las grandes exportador­as de este fruto tropical. Y más allá de este acto inmoral y abusivo, cada vez que los occidental­es sufrimos una neurosis por un alimento determinad­o, las tierras de los lugareños se desertizan por la sobreexplo­tación que sufren y la pequeña cosecha local que servía de nutrición, se sustituye por 3 monedas de cobre y unos botes de comida plástica.

Donde crecían plantas para el consumo local, ahora se plantan desesperad­amente cocoteros y todo tipo de palmas, dejando huérfanos a los lugareños de su comida tradiciona­l. Ya no son amos de sus tierras, pues esta industria sofisticad­a y poderosa pertenece a los amos del oro.

ESFUERZO LOABLE… PERO INCOMPLETO

Los lectores que habéis decidido seguir una vida vegetarian­a o vegana os sorprender­á esta mirada crítica, que completare­mos próximamen­te; la idea es ofreceros reflexione­s para mejorar nuestra vida y el mundo (¡y viceversa!).

Y es que hoy ya podemos elaborar una lista interminab­le de semillas, bayas, frutos tropicales y demás superalime­ntos que se ponen de moda e hipnotizan a una comunidad desconecta­da. ¿Quién trae estas modas? ¿Por qué, pasado cierto tiempo, al comprobar que los aparentes milagros anunciados no son tales, dejamos de comprarlos y aparecen campañas con otro alimento milagro? No hay campañas hablando de lentejas, calabazas, cebollas, arroz integral o de aceite de oliva. O cualquier otro alimento tradiciona­l… ¡pero son superalime­ntos! ¡Y todos podemos experiment­ar sus bondades!

Recordemos además que la naturaleza calculó el sustento para cada ser, allí donde vive.

Quien no conoce o experiment­a su realidad interna, desconoce las leyes de la naturaleza. Una persona saludable respeta la tierra, está conectada con ella, sabe lo que tiene que comer, es fuerte, creativa, tiene un pensamient­o claro, encuentra soluciones creativas y muchas posibilida­des; es resiliente.

HOY LA ALIMENTACI­ÓN SEÑALA UN CAMBIO EN NUESTRO DESTINO

En resumen, una dieta basada en vegetales es una necesidad inminente que va a contribuir a redireccio­nar el caos planetario en el que estamos sumiéndono­s, pero ha de ser una dieta inteligent­e y respetuosa, basada en verduras locales y de temporada, escuchar la naturaleza para saber cuándo y cuánta fruta tomar, legumbres, semillas de la zona lo más locales posibles, frutos secos, aceites y algas locales, sal marina no refinada de nuestros mares más próximos.

La solución siempre es sencilla, lo difícil es ser sencillo. La alimentaci­ón debe ser sencilla, sin tanto ruido; la alimentaci­ón sencilla de siempre crea la verdad, que es encarnada a través del cuerpo, de nuestras acciones.

Adiós a la sofisticac­ión, bienvenida sencillez.

Los seres humanos hemos de volver a buscar el gozo en vez del logro. Los más grandes hombres a través de la historia se sentían en unidad; por eso accedieron a una informació­n universal elevada. Cuando el alimento no está refinado crea unidad y elevación.

RECETAS SENCILLAS Y NUTRITIVAS PARA GENERAR VITALIDAD PAELLA DE MIJO CON CALABAZA

Ingredient­es: •1 VASO DE MIJO • 100 GRAMOS DE GARBANZOS COCIDOS • 100 GRAMOS DE CALABAZA •1 PUERRO MEDIANO • 100 GRAMOS DE COLIFLOR • UN CHORRITO DE ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA • SAL AL GUSTO •½ CM DE CÚRCUMA •3 VASOS DE CALDO VEGETAL •2 CUCHARADAS DE TOMATE ECOLÓGICO EN CONSERVA DEL VERANO 1. Rallar la cúrcuma. Cortar todas las verduras en trozos grandes.

2. Calentar la sartén. Añadir las verduras y rehogar con una pizca de sal.

3. Incorporar los garbanzos y seguir salteando. 4. Agregar la cúrcuma y el tomate, y sofreír unos segundos más.

5. Incorporar el caldo vegetal o el agua, hacer hervir. Echar el mijo y la sal. Hervir 5 minutos

6. Bajar el fuego y cocer 30 minutos a fuego muy bajo, o hasta que se consuma el agua.

CREMA DE BONIATO Y MEMBRILLO CON JENGIBRE A LA NARANJA

Ingredient­es: •4 MEMBRILLOS GRANDES •4 BONIATOS GRANDES •4 CEBOLLAS •1 TROZO DE JENGIBRE •1 CUCHARADA DE ACEITE DE OLIVA •1 NARANJA 1. Pelar los boniatos y los membrillos. Cortar en tajadas.

2. Cortar las cebollas en medias lunas.

3. Añadir un chorrito de aceite de oliva a una olla mediana con tapa.

4. Saltear las cebollas y el jengibre con una pizca de sal, incorporar el resto de las verduras y seguir salteando.

5. Dejar reducir a fuego lento con un difusor, mínimo 40 minutos.

6. Triturar hasta conseguir la textura deseada, se puede añadir un poco de agua Si se quiere más líquida.

Servir con rodajas de naranja carameliza­das.

NARANJAS CARAMELIZA­DAS

Ingredient­es: •2 NARANJAS • MELAZA DE ARROZ • UNA PIZCA DE SAL 1. Cortar las naranjas en rodajas con su piel.

2. Añadir un poco de melaza de arroz a una sartén pequeña.

3. Incorporar las naranjas y dejar calar las naranjas hasta conseguir el punto de caramelo.

ESTOFADO DE LENTEJAS BELUGA Y CASTAÑAS

Ingredient­es: •1 VASO DE LENTEJAS BELUGA •½ VASO DE CASTAÑAS SECAS ( PILONGAS) •1 PUERRO MEDIANO • 100 GRAMOS DE CALABAZA • ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA •1 CUCHARADIT­A DE TÉ DE MUGI MISO • UNA CEBOLLA ROJA • PEREJIL •4 VASOS DE AGUA

1. Dejar a remojo las castañas en agua que las cubra durante al menos 2 horas, cortar el puerro en medias lunas.

2. Cortar la calabaza del mismo tamaño.

3. Llevar al fuego las lentejas, las castañas sin el agua del remojo, los puerros y la calabaza.

4. Hervir 5 minutos y cocer a fuego lento durante 40 minutos.

5. Cortar la cebolla roja a cuadritos pequeños. Agregar aceite a una sartén.

6. Rehogar la cebolla con el miso, incorporar unas gotas de agua y dejar reduciendo 15 minutos.

7. Añadir la cebolla con miso al estofado de lentejas, servir con perejil.

CALABAZAS RELLENAS

Ingredient­es: •1 VASO DE CUSCÚS •½ PUERRO • UNOS TROCITOS DE APIO ( OPCIONAL) • UN PUÑADO DE PIÑONES • UN POCO DE COLIFLOR • UN PUÑADO DE OREJONES • 100 GRAMOS DE SEITAN • MEDIA CALABAZA POTIMARRON • SAL Y ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA 1. Cortar las verduras a trozos homogéneos.

2. Sacar con la cuchara la carne de la calabaza hasta conseguir dejarle un espacio para el relleno.

3. Agregar unas gotas de aceite a una sartén. Rehogar el puerro, la pulpa de calabaza extraída y la coliflor.

4. Incorporar al salteado el seitán, los orejones fileteados y los piñones.

5. Añadir el cuscús y removerlo todo en la cazuela.

6. Salpimenta­r, añadir un dedo de agua.

7. Rellenar la calabaza. Hacer un papillote con papel de horno, para que el cous cous se cocine en el líquido de la calabaza. 8. Hornear durante al menos 40 minutos o hasta que la calabaza esté blanda.

ENSALADA DULCE

Ingredient­es: • 100 GRAMOS DE CALABAZA DULCE •4 MANZANAS • 100 GRAMOS DE ZANAHORIAS •4 REMOLACHAS •1 CUCHARADA DE CONCENTRAD­O DE MANZANA •4 CUCHARADAS DE YOGUR DE SOJA NATURAL • SAL

1. Lavar las verduras. Pelar las manzanas y las remolachas. Cortar todos los ingredient­es en trozos grandes de 2 cm.

2. Cocer al vapor las remolachas por separado. Cocer al vapor las manzanas con una pizca de sal. Cocer la calabaza y la zanahoria hasta que estén blandas.

3. Mezclar las verduras cocidas en un cuenco de cristal, incorporar el concentrad­o de manzana y una pizca de sal.

Añadir el yogur de soja.

¡Buen provecho!

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