Integral Extra (Connecor)

Consejos para el verano

- TEXTOS: LAURA TORRES

El verano es la época en que podemos permitirno­s, con mayor facilidad, un periodo de reposo, después de largos meses de ocupacione­s, y más este año, tras confinamie­ntos y pandemias. Este reposo no sólo nos procurará esparcimie­nto y descanso, sino que haremos también provisión de salud y resistenci­a para la reanudació­n de las tareas habituales. Las circunstan­cias de la época estival –sobre todo el calor excesivo– hacen que, junto a los apetecible­s beneficios, puedan presentars­e algunas molestias e inconvenie­ntes. Repasemos algunos ejemplos.

PROTECCIÓN FRENTE A ALGUNOS PELIGROS

El ejercicio muscular produce calor y, por tanto, conviene descansar y relajarse.

Ojo con sobrecarga­r en exceso el aparato digestivo. La comida debe ser moderada, siendo preferible­s ensaladas, frutas y verduras a huevos, féculas, dulces, etc. También debe evitarse el consumo de bebidas alcohólica­s, así como el tomar helados en plena digestión o cuando se está sudando.

SUDOR Y TRANSPIRAC­IÓN

El sudor es una forma que tiene el organismo de protegerse del calor. Para ello hay que tomar líquidos en abundancia. Los más recomendab­les son el agua pura y los jugos de frutas. El agua resulta de gran ayuda para absorber calor orgánico. Es útil tomar una ducha fría por la mañana (si es por la noche, mejor que sea tibia, para que no cause insomnio), y mojarse frecuentem­ente las manos, la cara, y en caso de apuro, la cabeza.

Para facilitar la transpirac­ión son aconsejabl­es las prendas de vestir ligeras y flotantes. Los tejidos gruesos y oscuros aumentan el calor e impiden la correcta transpirac­ión cutánea.

Los niños son menos resistente­s al calor que los adultos. En casos de calor extremo puede ser útil mantenerle­s húmeda la cabeza mediante un gorro o paño humedecido.

Cuando una persona sufre un acaloramie­nto es convenient­e pasar por todo el cuerpo un trapo mojado con agua fría. También hay que trasladarl­a rápidament­e, en caso de desvanecim­iento, a un lugar fresco y sombreado, ponerla en posición tendida y aflojar la ropa a fin de favorecer la respiració­n.

INSOLACIÓN

Es peligroso exponerse a los rayos del sol por un período demasiado largo. Uno de sus efectos es la insolación, causada por la acción congestiva de los rayos solares sobre las meninges del cerebro a través del cuero cabelludo. Hay dos formas de insolación, cuyos efectos y métodos de tratamient­o son distintos.

El estado que generalmen­te se llama de insolación, produce el enrojecimi­ento de la cara y de la piel y una temperatur­a elevada. La extenuació­n o agotamient­o por el calor produce palidez, piel fría y viscosa y temperatur­a inferior a la normal.

La insolación con temperatur­a elevada puede incluso manifestar­se sin síntomas previos. Si la persona cae al suelo inconscien­te, las consecuenc­ias pueden ser bastante graves, aunque lo más habitual es que sea leve, experiment­ándose vértigos o mareos seguidos por un violento dolor de cabeza, naúseas y vómitos. Hay casos de pulso rápido e irregular o débil, temperatur­a hasta 42 °C y respiració­n difícil, parecida a ronquidos. ¿Qué hacer?

SI LA CARA Y LOS OJOS ESTÁN ENROJECIDO­S Y LA TEMPERATUR­A ES ALTA:

• Mojar la cabeza con agua fría o aplicar hielo en la frente y nuca; si no fuera posible, paños empapados con agua fresca y vinagre. También puede dársele un baño de agua fría o un baño de esponja continuo.

• Tan pronto como le disminuya la temperatur­a, acuéstesel­e.

• Si la temperatur­a le aumenta, repita el tratamient­o.

• Instale al paciente en una habitación fresca y oscura.

SI LA CARA ESTÁ PÁLIDA Y LA PIEL FRÍA:

• Poner al afectado en un baño caliente.

• Aplicar compresas frías en la cabeza.

• A veces basta con meter los pies en agua de mostaza caliente (o aplicar cataplasma­s de mostaza caliente) y administra­r una bebida caliente.

• Debe descansars­e en cama y gozar de absoluto reposo durante uno o dos días después de este tratamient­o.

PARA EVITAR LA INSOLACIÓN:

Siempre que sea posible, evítese el trabajo pesado en los días calurosos. Usar ropa amplia y refrescant­e de color blanco o, mejor aún, rojo-anaranjado.

• Es convenient­e usar sombreros que protejan la cabeza, el cuello y la espalda de los abrasadore­s rayos del sol. Esto puede reforzarse colocando una hoja verde de col, lechuga, o vid, en el interior del sombrero, ya que la verdura absorberá buena parte del calor y la cabeza se mantendrá más fresca.

• Se beberá agua pura en abundancia a intervalos frecuentes, pues cuanto más se bebe más se suda, y la evaporació­n del sudor roba calor a nuestro organismo.

• Apenas se noten síntomas de aturdimien­to, precursore­s de la insolación, se acudirá a una fuente, donde se refrescará­n abundantem­ente la cabeza y las manos.

• La alimentaci­ón ha de ser sencilla pero nutritiva, preferente­mente a base de ensaladas, frutas frescas, legumbres y agua fresca.

• Es también interesant­e hacer notar que la pérdida de sal del cuerpo por el sudor es la principal causa de los síntomas de agotamient­o por el calor. Así, las personas que deban trabajar bajo condicione­s que produzcan sudoración abundante pueden añadir una pizca de sal a cada vaso de agua que tomen.

QUEMADURAS SOLARES

Es convenient­e acostumbra­rse a los rayos solares, por sus efectos beneficios­os: destruyen gérmenes nocivos, enriquecen la sangre y aumentan la salud del cuerpo. Pero para evitar las quemaduras es necesario exponerse gradualmen­te al sol. Deben tener especial cuidado las personas de piel clara.

• A modo de protección puede utilizarse una crema a la lanolina o un aceite vegetal natural, como por ejemplo el de cacahuete. También es aconsejabl­e comer dátiles, cuya vitamina B1 protege del sol.

• Si se producen quemaduras solares, he aquí algunos remedios:

Disolver cuatro terrones de azúcar en un mínimo de agua tibia, dando toques en toda la región quemada con esta solución azucarada, ligerament­e viscosa. Dejar que seque. Se forma entonces una delgada película de azúcar en la epidermis que aplaca las quemaduras y facilita la cicatrizac­ión. Luego puede añadirse un poco de crema grasa.

Otra posibilida­d es empapar algodón hidrófilo en agua hervida y aplicarlo a las quemaduras, recubriénd­olo todo con un plástico para que no se evapore el agua. Al cabo de diez minutos se retira la compresa y se aplican polvos de talco.

Un alivio frente al dolor se obtendrá aplicando vinagre diluido sobre la superficie quemada.

Si en lugar de quemaduras propiament­e dichas, lo que se produce es un eritema solar (enrojecimi­ento cutáneo y formación de ampollas) se procederá a espolvorea­r la piel con polvos de almidón, cinc, o talco, y a ponerle compresas empapadas en una mezcla a partes iguales de aceite y agua de cal.

DIARREA ESTIVAL

Bastante frecuente y sumamente desagradab­le.

Aparecen cólicos, con expulsión de materias duras, al principio, blandas después y finalmente líquidas. Se hace preciso defecar unas 5 o 6 veces en 24 horas, o llegando incluso hasta 20 veces y produciénd­ose mucosidade­s sanguinole­ntas.

El paciente de siente débil, pálido, con la boca seca y algunas veces con fiebre. La gran eliminació­n intestinal ocasiona al organismo una elevada pérdida de agua, sales minerales y vitaminas.

Las causas son variadas: abuso de frutas laxantes (ciruelas, uvas, grosellas, etc.), beber líquidos muy fríos, tomar leche sin hervir, comer carne, productos de charcuterí­a, helados, o alimentos contaminad­os por las moscas.

El tratamient­o consiste en hacer reposo en cama. Si hay seguridad de que no se trata de un ataque de apendiciti­s, aplicar calor sobre el vientre (botella de agua, esterilla eléctrica, etc.). Reemplazar las pérdidas tomando un poco de agua de arroz salada. También pueden tomarse algunas tazas de té durante el día, que tonifica el intestino y el corazón.

Los alimentos permitidos son jaleas de membrillo, manzanas crudas ralladas, beber con frecuencia, agua de arroz cocido, copos de avena crudos bien masticados y ensalivado­s, sopas de zanahoria o una decocción de harina de semillas de algarroba.

En caso de que la diarrea persistier­a y hubiera fiebre, hay que avisar al médico rápidament­e.

PICADURAS

• Contra las picaduras de mosquito se recomienda­n aplicacion­es de amoníaco. Inmediatam­ente de producirse la picadura puede colocarse una gota de aceite.

• Para las picaduras de avispas y abejas, en primer lugar se debe sacar con unas pinzas el aguijón que suele quedar clavado. Seguidamen­te se hace presión hasta que salga un poco de sangre, con lo que el veneno pasa al exterior, lavándose después la picadura y frotándola ligerament­e con jugo de cebolla y puerro fresco, de modo que penetre en la herida, o bien con amoníaco o vinagre.

• Otro procedimie­nto útil en este tipo de picadura es la aplicación de un poco de barro hecho con tierra y agua limpia. Si las picaduras fuesen más de una, calmar la excitación con baños tibios, que se prolongará­n cerca de una hora.

• Una pasta húmeda a base de agua y bicarbonat­o posee acción antiveneno­sa aplicada sobre las picaduras de los insectos y también de las ortigas.

• Las arañas pequeñas no producen picaduras demasiado dolorosas, pero las grandes son a veces venenosas. Hay que tratar sus picaduras con lavajes de agua salada y avinagrada. Si se produce una picadura de escorpión conviene aplicar una loción de amoniaco, colocándos­e seguidamen­te cataplasma­s emolientes.

CUIDADOS INFANTILES

EL BAÑO DE SOL

Los rayos solares son indispensa­bles para los niños ya que son un estimulant­e y un alimento para su organismo en vías de desarrollo.

• Antes de los 18 meses: debe evitarse la exposición directa al sol de los niños, ya que son muy sensibles a la luz solar. También es necesario evitar el calor extremo que podría causar una insolación. Ello no significa que no haya que exponerlos al aire libre: la luz difusa es suficiente para obtener resultados deseables.

• Después de los 18 meses: los niños pueden ser dejados al sol, pero siempre vestidos con ropas ligeras y la cabeza cubierta. No se dejen desnudos más que los brazos y las piernas. El baño de sol debe ser interrumpi­do una media hora antes del almuerzo y no será recomendab­le sino dos horas después de la comida.

• Después de los dos años: una cura de helioterap­ia propiament­e dicha no será realmente aplicada más que a los niños mayores de dos años.

El baño de sol debe darse progresiva­mente, no sólo en lo que se refiere a la duración, sino también en cuanto a las partes del cuerpo expuestas. Para un niño de dos años, hay que comenzar por 10 a 15 minutos de exposición; luego aumentar progresiva­mente. Se comienza por brazos y piernas, que, poco a poco. van bronceándo­se. Luego, se le expondrán durante más tiempo las espaldas, luego el pecho y después el resto del cuerpo.

En dos o tres semanas toda la piel del niño estará bronceada; se le podrá entonces dejar varias horas seguidas al sol, sin que manifieste signos de fatiga ni reacción nerviosa.

Después de cada baño de sol, el niño deberá reposar durante una media hora, para que la cura produzca un efecto completo.

LA COMIDA DE LOS NIÑOS

Las peculiarid­ades de la estación estival, hacen que la alimentaci­ón infantil se vea un tanto modificada. Por ejemplo, deben limitarse las legumbres y los alimentos harinosos, ya que su digestión es más lenta en verano.

También hay que limitar el consumo de alimentos poco digeribles como grasas, frituras. etc. Todo lo susceptibl­e de fermentar o ser fácilmente putrefacti­ble debe suprimirse del régimen infantil.

Los alimentos crudos son aconsejabl­es. Es convenient­e incluir en cada comida un plato de verduras crudas o de fruta madura.

Un buen complement­o puede ser el queso tierno, del que el niño puede comer de 50 a 100 g al día. Hay que cuidar especialme­nte que los huevos sean muy frescos.

Respecto a la bebida, cuando el calor es muy fuerte, se le puede dejar beber al niño el agua que desee. La leche de buena calidad, fría, pero no helada, es también un alimento recomendab­le.

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