Consejos para el verano
El verano es la época en que podemos permitirnos, con mayor facilidad, un periodo de reposo, después de largos meses de ocupaciones, y más este año, tras confinamientos y pandemias. Este reposo no sólo nos procurará esparcimiento y descanso, sino que haremos también provisión de salud y resistencia para la reanudación de las tareas habituales. Las circunstancias de la época estival –sobre todo el calor excesivo– hacen que, junto a los apetecibles beneficios, puedan presentarse algunas molestias e inconvenientes. Repasemos algunos ejemplos.
PROTECCIÓN FRENTE A ALGUNOS PELIGROS
El ejercicio muscular produce calor y, por tanto, conviene descansar y relajarse.
Ojo con sobrecargar en exceso el aparato digestivo. La comida debe ser moderada, siendo preferibles ensaladas, frutas y verduras a huevos, féculas, dulces, etc. También debe evitarse el consumo de bebidas alcohólicas, así como el tomar helados en plena digestión o cuando se está sudando.
SUDOR Y TRANSPIRACIÓN
El sudor es una forma que tiene el organismo de protegerse del calor. Para ello hay que tomar líquidos en abundancia. Los más recomendables son el agua pura y los jugos de frutas. El agua resulta de gran ayuda para absorber calor orgánico. Es útil tomar una ducha fría por la mañana (si es por la noche, mejor que sea tibia, para que no cause insomnio), y mojarse frecuentemente las manos, la cara, y en caso de apuro, la cabeza.
Para facilitar la transpiración son aconsejables las prendas de vestir ligeras y flotantes. Los tejidos gruesos y oscuros aumentan el calor e impiden la correcta transpiración cutánea.
Los niños son menos resistentes al calor que los adultos. En casos de calor extremo puede ser útil mantenerles húmeda la cabeza mediante un gorro o paño humedecido.
Cuando una persona sufre un acaloramiento es conveniente pasar por todo el cuerpo un trapo mojado con agua fría. También hay que trasladarla rápidamente, en caso de desvanecimiento, a un lugar fresco y sombreado, ponerla en posición tendida y aflojar la ropa a fin de favorecer la respiración.
INSOLACIÓN
Es peligroso exponerse a los rayos del sol por un período demasiado largo. Uno de sus efectos es la insolación, causada por la acción congestiva de los rayos solares sobre las meninges del cerebro a través del cuero cabelludo. Hay dos formas de insolación, cuyos efectos y métodos de tratamiento son distintos.
El estado que generalmente se llama de insolación, produce el enrojecimiento de la cara y de la piel y una temperatura elevada. La extenuación o agotamiento por el calor produce palidez, piel fría y viscosa y temperatura inferior a la normal.
La insolación con temperatura elevada puede incluso manifestarse sin síntomas previos. Si la persona cae al suelo inconsciente, las consecuencias pueden ser bastante graves, aunque lo más habitual es que sea leve, experimentándose vértigos o mareos seguidos por un violento dolor de cabeza, naúseas y vómitos. Hay casos de pulso rápido e irregular o débil, temperatura hasta 42 °C y respiración difícil, parecida a ronquidos. ¿Qué hacer?
SI LA CARA Y LOS OJOS ESTÁN ENROJECIDOS Y LA TEMPERATURA ES ALTA:
• Mojar la cabeza con agua fría o aplicar hielo en la frente y nuca; si no fuera posible, paños empapados con agua fresca y vinagre. También puede dársele un baño de agua fría o un baño de esponja continuo.
• Tan pronto como le disminuya la temperatura, acuéstesele.
• Si la temperatura le aumenta, repita el tratamiento.
• Instale al paciente en una habitación fresca y oscura.
SI LA CARA ESTÁ PÁLIDA Y LA PIEL FRÍA:
• Poner al afectado en un baño caliente.
• Aplicar compresas frías en la cabeza.
• A veces basta con meter los pies en agua de mostaza caliente (o aplicar cataplasmas de mostaza caliente) y administrar una bebida caliente.
• Debe descansarse en cama y gozar de absoluto reposo durante uno o dos días después de este tratamiento.
PARA EVITAR LA INSOLACIÓN:
Siempre que sea posible, evítese el trabajo pesado en los días calurosos. Usar ropa amplia y refrescante de color blanco o, mejor aún, rojo-anaranjado.
• Es conveniente usar sombreros que protejan la cabeza, el cuello y la espalda de los abrasadores rayos del sol. Esto puede reforzarse colocando una hoja verde de col, lechuga, o vid, en el interior del sombrero, ya que la verdura absorberá buena parte del calor y la cabeza se mantendrá más fresca.
• Se beberá agua pura en abundancia a intervalos frecuentes, pues cuanto más se bebe más se suda, y la evaporación del sudor roba calor a nuestro organismo.
• Apenas se noten síntomas de aturdimiento, precursores de la insolación, se acudirá a una fuente, donde se refrescarán abundantemente la cabeza y las manos.
• La alimentación ha de ser sencilla pero nutritiva, preferentemente a base de ensaladas, frutas frescas, legumbres y agua fresca.
• Es también interesante hacer notar que la pérdida de sal del cuerpo por el sudor es la principal causa de los síntomas de agotamiento por el calor. Así, las personas que deban trabajar bajo condiciones que produzcan sudoración abundante pueden añadir una pizca de sal a cada vaso de agua que tomen.
QUEMADURAS SOLARES
Es conveniente acostumbrarse a los rayos solares, por sus efectos beneficiosos: destruyen gérmenes nocivos, enriquecen la sangre y aumentan la salud del cuerpo. Pero para evitar las quemaduras es necesario exponerse gradualmente al sol. Deben tener especial cuidado las personas de piel clara.
• A modo de protección puede utilizarse una crema a la lanolina o un aceite vegetal natural, como por ejemplo el de cacahuete. También es aconsejable comer dátiles, cuya vitamina B1 protege del sol.
• Si se producen quemaduras solares, he aquí algunos remedios:
Disolver cuatro terrones de azúcar en un mínimo de agua tibia, dando toques en toda la región quemada con esta solución azucarada, ligeramente viscosa. Dejar que seque. Se forma entonces una delgada película de azúcar en la epidermis que aplaca las quemaduras y facilita la cicatrización. Luego puede añadirse un poco de crema grasa.
Otra posibilidad es empapar algodón hidrófilo en agua hervida y aplicarlo a las quemaduras, recubriéndolo todo con un plástico para que no se evapore el agua. Al cabo de diez minutos se retira la compresa y se aplican polvos de talco.
Un alivio frente al dolor se obtendrá aplicando vinagre diluido sobre la superficie quemada.
Si en lugar de quemaduras propiamente dichas, lo que se produce es un eritema solar (enrojecimiento cutáneo y formación de ampollas) se procederá a espolvorear la piel con polvos de almidón, cinc, o talco, y a ponerle compresas empapadas en una mezcla a partes iguales de aceite y agua de cal.
DIARREA ESTIVAL
Bastante frecuente y sumamente desagradable.
Aparecen cólicos, con expulsión de materias duras, al principio, blandas después y finalmente líquidas. Se hace preciso defecar unas 5 o 6 veces en 24 horas, o llegando incluso hasta 20 veces y produciéndose mucosidades sanguinolentas.
El paciente de siente débil, pálido, con la boca seca y algunas veces con fiebre. La gran eliminación intestinal ocasiona al organismo una elevada pérdida de agua, sales minerales y vitaminas.
Las causas son variadas: abuso de frutas laxantes (ciruelas, uvas, grosellas, etc.), beber líquidos muy fríos, tomar leche sin hervir, comer carne, productos de charcutería, helados, o alimentos contaminados por las moscas.
El tratamiento consiste en hacer reposo en cama. Si hay seguridad de que no se trata de un ataque de apendicitis, aplicar calor sobre el vientre (botella de agua, esterilla eléctrica, etc.). Reemplazar las pérdidas tomando un poco de agua de arroz salada. También pueden tomarse algunas tazas de té durante el día, que tonifica el intestino y el corazón.
Los alimentos permitidos son jaleas de membrillo, manzanas crudas ralladas, beber con frecuencia, agua de arroz cocido, copos de avena crudos bien masticados y ensalivados, sopas de zanahoria o una decocción de harina de semillas de algarroba.
En caso de que la diarrea persistiera y hubiera fiebre, hay que avisar al médico rápidamente.
PICADURAS
• Contra las picaduras de mosquito se recomiendan aplicaciones de amoníaco. Inmediatamente de producirse la picadura puede colocarse una gota de aceite.
• Para las picaduras de avispas y abejas, en primer lugar se debe sacar con unas pinzas el aguijón que suele quedar clavado. Seguidamente se hace presión hasta que salga un poco de sangre, con lo que el veneno pasa al exterior, lavándose después la picadura y frotándola ligeramente con jugo de cebolla y puerro fresco, de modo que penetre en la herida, o bien con amoníaco o vinagre.
• Otro procedimiento útil en este tipo de picadura es la aplicación de un poco de barro hecho con tierra y agua limpia. Si las picaduras fuesen más de una, calmar la excitación con baños tibios, que se prolongarán cerca de una hora.
• Una pasta húmeda a base de agua y bicarbonato posee acción antivenenosa aplicada sobre las picaduras de los insectos y también de las ortigas.
• Las arañas pequeñas no producen picaduras demasiado dolorosas, pero las grandes son a veces venenosas. Hay que tratar sus picaduras con lavajes de agua salada y avinagrada. Si se produce una picadura de escorpión conviene aplicar una loción de amoniaco, colocándose seguidamente cataplasmas emolientes.
CUIDADOS INFANTILES
EL BAÑO DE SOL
Los rayos solares son indispensables para los niños ya que son un estimulante y un alimento para su organismo en vías de desarrollo.
• Antes de los 18 meses: debe evitarse la exposición directa al sol de los niños, ya que son muy sensibles a la luz solar. También es necesario evitar el calor extremo que podría causar una insolación. Ello no significa que no haya que exponerlos al aire libre: la luz difusa es suficiente para obtener resultados deseables.
• Después de los 18 meses: los niños pueden ser dejados al sol, pero siempre vestidos con ropas ligeras y la cabeza cubierta. No se dejen desnudos más que los brazos y las piernas. El baño de sol debe ser interrumpido una media hora antes del almuerzo y no será recomendable sino dos horas después de la comida.
• Después de los dos años: una cura de helioterapia propiamente dicha no será realmente aplicada más que a los niños mayores de dos años.
El baño de sol debe darse progresivamente, no sólo en lo que se refiere a la duración, sino también en cuanto a las partes del cuerpo expuestas. Para un niño de dos años, hay que comenzar por 10 a 15 minutos de exposición; luego aumentar progresivamente. Se comienza por brazos y piernas, que, poco a poco. van bronceándose. Luego, se le expondrán durante más tiempo las espaldas, luego el pecho y después el resto del cuerpo.
En dos o tres semanas toda la piel del niño estará bronceada; se le podrá entonces dejar varias horas seguidas al sol, sin que manifieste signos de fatiga ni reacción nerviosa.
Después de cada baño de sol, el niño deberá reposar durante una media hora, para que la cura produzca un efecto completo.
LA COMIDA DE LOS NIÑOS
Las peculiaridades de la estación estival, hacen que la alimentación infantil se vea un tanto modificada. Por ejemplo, deben limitarse las legumbres y los alimentos harinosos, ya que su digestión es más lenta en verano.
También hay que limitar el consumo de alimentos poco digeribles como grasas, frituras. etc. Todo lo susceptible de fermentar o ser fácilmente putrefactible debe suprimirse del régimen infantil.
Los alimentos crudos son aconsejables. Es conveniente incluir en cada comida un plato de verduras crudas o de fruta madura.
Un buen complemento puede ser el queso tierno, del que el niño puede comer de 50 a 100 g al día. Hay que cuidar especialmente que los huevos sean muy frescos.
Respecto a la bebida, cuando el calor es muy fuerte, se le puede dejar beber al niño el agua que desee. La leche de buena calidad, fría, pero no helada, es también un alimento recomendable.