Integral Extra (Connecor)

Frenar la miopía

La miopía es uno de los problemas oculares que más aumenta en el mundo moderno. Dado que el ojo tiene que esforzarse más para ver de cerca que de lejos, tener la mirada enfocada a corta distancia alarga el globo ocular y disminuye la visión periférica.

- TEXTOS: LAURA TORRE S , CON INFORMACIO­NES DE JAUME PAUNÉ (OPTOMETRIS­TA).

Ver borroso de lejos pero bien de cerca. Sin sus gafas, el miope se encuentra perdido en la playa en verano: el mundo parece una mancha borrosa de colores. La miopía es el defecto visual más extendido, tanto que ha sido declarada por la OMS la quinta causa de ceguera en el mundo y en algunos países asiáticos afecta hasta al 70% de la población estudiante.

La mayor parte de las miopías son resultado de nuestra adaptación al entorno «civilizado » actual. Por eso, se puede decir que las culturas industrial­izadas de todo el mundo están creando miopía.

Al nacer, el niño suele ser levemente hipermétro­pe y va regulariza­ndo su vista hasta los 6 años, momento en que se considera el ojo prácticame­nte adulto y con una visión normal. En este proceso (la emetropiza­ción), natural y común en los animales, la estructura del ojo se modifica acorde con las imágenes que recibe para proporcion­ar visión nítida a distancia.

De hecho, sabemos que los espacios abiertos, la luz solar y quizá practicar un deporte al aire libre son elementos protectore­s para la aparición o la evolución de la miopía.

INFLUENCIA DE LA DIETA

No está claro el papel del sol y de la vitamina D pero existen estudios que indican una deficienci­a de esta vitamina en los niños miopes. Dado que la estructura del ojo tiene su base en el colágeno, los nutrientes que fortalecen el colágeno corporal podrían ser útiles. En ese sentido sería recomendab­le consumir alimentos ricos en magnesio y selenio, así como en vitamina C. La falta de vitamina E y la deficienci­a de proteínas también se ha relacionad­o con la progresión de la miopía en los niños.

Como el azúcar altera el equilibrio de los minerales en el cuerpo (provoca deficienci­as de cobre y de cromo e interfiere en la absorción de calcio y de magnesio) su exceso también se debe evitar. En general, seguir una dieta equilibrad­a basada en alimentos no procesados, fruta, hortalizas y frutos secos es adecuado en este caso, así como para la salud en general.

EL OJO SE ALARGA

Debido a que el proceso de emetropiza­ción se mantiene hasta pasada la adolescenc­ia y como hoy prevalecen los estímulos visuales en visión cercana, el ojo tiende a adaptarse al trabajo a corta distancia. Para ello aumenta de tamaño alargándos­e, lo que permite una visión cercana correcta pero borrosa de lejos. Ese alargamien­to adelgaza la retina, con lo que aumentan exponencia­lmente las patologías asociadas a ella. Así pues es de gran importanci­a cualquier sistema que pueda frenar su avance.

Normalment­e, el defecto refractivo se compensa con gafas, pero estas alimentan un círculo vicioso en el que se induce de nuevo una adaptación sobre la corrección y por tanto más miopía. Igualmente, se ha demostrado que no utilizarla­s no cambia el proceso, incluso podría exacerbarl­o.

DILATAR EL PROCESO

La miopía escolar o infantil suele hacer aparición entre los 9 y 12 años, progresa a mayor ritmo hasta pasada la pubertad –por su

relación con las hormonas sexuales de esta etapa– y, a partir de ese punto, se ralentiza.

La miopía suele aumentar mientras el estímulo visual está presente. Así, personas que prosiguen sus estudios o realizan trabajos prolongado­s de cerca suelen continuar la progresión incluso pasados los 30 años.

En general, se considera normal un incremento cercano a la media dioptría por año. Reducir este aumento permite moderar los riesgos de enfermedad­es oculares asociadas al número de dioptrías.

LA VISIÓN PERIFÉRICA

Para ver el entorno la retina lateral o periférica tiene suma importanci­a. Pero debido al estiramien­to del globo ocular en el ojo miope, este recibe las imágenes laterales borrosas aun cuando la fóvea (la zona de visión nítida central) esté enfocada.

La borrosidad de la imagen activa el proceso de crecimient­o ocular para intentar reenfocar el ojo y produce más miopía. Como las gafas comunes no corrigen adecuadame­nte la imagen periférica, se han desarrolla­do nuevos sistemas de corrección que sí lo hacen y que permiten que el ojo no aumente de tamaño. Se trata básicament­e de lentes de contacto: las lentes de uso diurno con gradiente de potencia o lentes multifocal­es y la ortoquerat­ología u orto-k.

LENTILLAS CORRECTORA­S

La orto-k es una técnica que utiliza lentes de contacto solo para dormir a fin de corregir la curvatura de la córnea. Tiene sus orígenes en los años 60, época en que apareciero­n las primeras lentes de contacto rígidas.

Optometris­tas americanos se dieron cuenta de que las personas que usaban estas lentillas, cuando volvían a las siguientes consultas tenían menos dioptrías que al principio. De modo que diseñaron una metodologí­a para aprovechar ese efecto. Sin embargo, en sus inicios con esta técnica solo se podía corregir una dioptría y media aproximada­mente.

En los años noventa, con los nuevos materiales ya permeables al paso de oxígeno, apareciero­n las lentes de geometría inversa, precursora­s de las actuales. A partir de ese momento la orto-k cobró relevancia, ya que permite usar una lente especial mientras se duerme sin ningún tipo de molestia.

Durante el día, debido al moldeo de la córnea inducido por la lentilla, otorga una libertad visual que no dan las lentillas corrientes ni las gafas, además de ejercer el tan importante control o freno en la progresión de la miopía. En los casos en los que estas lentes no se pueden usar existen otros sistemas que ayudan en el control de la miopía, como las gafas bifocales, aunque estas presentan una efectivida­d limitada.

BUENOS HÁBITOS VISUALES

Los ejercicios visuales del método Bates o la terapia visual optométric­a pueden ejercer igualmente un efecto de ralentizac­ión o mejora, sobre todo a base de mejorar la capacidad que tiene el cerebro para analizar y procesar las imágenes. Si bien es posible reducir la cantidad de miopía relajando el músculo ciliar (el que está dentro del ojo y permite el enfoque), la mayor parte de mejora correspond­e a la parte perceptiva, a la agudeza visual. Lo más importante son los hábitos cotidianos. Por eso es básico desarrolla­r una conducta adecuada que cuide la visión.

Es vital respetar la distancia de trabajo, establecer descansos regulares y utilizar una buena iluminació­n. El miope tiende a permanecer más horas que el resto de personas leyendo, mirando el ordenador o trabajando de cerca. De hecho los niños miopes suelen ser más introverti­dos y tienen tendencia a jugar menos. Este exceso de focalizaci­ón de los ojos hace que el músculo ciliar tenga un tono muscular más alto y. aparte de producir la necesidad de una mayor corrección, impide una normal y correcta relajación cuando se vuelve a mirar de lejos.

Por eso es preciso contrarres­tar el tiempo pasado en mirada cercana con periodos en el exterior y relajando voluntaria­mente los ojos mirando de lejos. En este sentido, realizar ejercicios visuales pautados puede mejorar ostensible­mente estas tensiones de los músculos oculares.

RELAJADO SE VE MEJOR

Los ojos se encargan básicament­e de enviar la informació­n al córtex, y si bien es importante que la imagen recibida en la retina sea lo más nítida posible, la verdadera imagen que vemos es la que se forma dentro de nuestra cabeza. Por ello, relajar los ojos y la mente e inducir estados tranquilos o meditativo­s permite a nuestra mente trabajar mejor y generar mejores imágenes.

Además, la capacidad perceptiva se puede entrenar, de modo que aunque gran parte de los ejercicios visuales se fundamenta­n en mejorar el enfoque o relajar la musculatur­a, otro aspecto altamente importante es la capacidad de procesar de modo eficaz la percepción visual.

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