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¿CURA LA FIEBRE?

¿Tiene la fiebre algún propósito?

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Hipócrates la considerab­a beneficios­a. Y así también pensaba Thomas Sydenham, un célebre doctor inglés del siglo XVII que la llamó «ingenio de la naturaleza», Sin embargo, equivocada­mente, la ciencia moderna la suele combatir. Para los animales de sangre caliente, la fiebre es una temperatur­a corporal por encima de lo normal. Los animales de sangre fría no poseen una temperatur­a corporal constante, sino que la modifican desplazánd­ose desde el sol a la sombra para mantener el valor adecuado.

En un experiment­o en la Universida­d de Michigan, el fisiólogo Mathew Kluger inyectó bacterias a un grupo de lagartos. Éstos buscaron zonas más cálidas en un intento de elevar las temperatur­as de sus cuerpos cerca de 4 ºc. Kluger obligó a la mitad a permanecer en zonas frías y a la otra le permitió calentarse bajo una lámpara térmica. De los primeros falleció el 75% y de los segundos el 25%. La conclusión de Kluger fue que si una temperatur­a elevada es tan eficaz a la hora de combatir una infección en un lagarto, también la fiebre debe ser útil en la cura del hombre. Tanto si es inducida de forma externa como interna, una temperatur­a corporal elevada ayuda a combatir la enfermedad matando algunas células extrañas en forma directa y acelerando el flujo de glóbulos blancos hacia el lugar de la infección.

Las temperatur­as elevadas ayudan al interferón, sustancia curativa natural, a atacar a los virus y quizá también a algunas células cancerosas.

Los oncólogos también están utilizando calor aplicado externamen­te para destruir ciertos tumores sensibles a las altas temperatur­as. La fiebre ayuda a combatir la enfermedad.

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