De la genética a la epigenética
La transición del estudio genético, más clásico, al epigenético, que tiene en cuenta las múltiples influencias externas en nuestro ADN, tendrá importantes consecuencias prácticas. Si establecemos una comparación entre las concepciones de la genética y las de la epigenética podemos comprobar cómo, frente al reduccionismo y limitaciones de la primera, se abre una amplio abanico de posibilidades que representará cambios notables en nuestra forma de vivir.
LA GENÉTICA y las tecnologías desarrolladas a partir de sus supuestos tienden a tratar los seres vivos como seres inertes, es decir, como meros desarrolladores de un plan exterior (el de los genes que proceden de los padres). En cambio, la epigenética estudia cómo los seres vivos, que tratan de sobrevivir en su entorno, actualizan la información recibida en un proceso dinámico a lo largo de su existencia.
LA EPIGENÉTICA demuestra que los genes están condicionados por su entorno bioquímico y que sabemos muy poco acerca del funcionamiento celular. Por tanto, tampoco sabemos cómo responden las células a la introducción de nuevos genes mediante ingeniería genética. No está claro que un gen encargado de segregar una proteína antibiótica en una bacteria haga el mismo trabajo al ser introducido en una planta, donde su entorno es completamente diferente.
EL CONOCIMIENTO de los fenómenos epigenéticos puede revelar que procedimientos médicos que hasta ahora se consideraban seguros no lo son tanto en la práctica. Por ejemplo, el proceso de fertilización in vitro puede alterar los genes que se van a expresar (o no) en el recién nacido a lo largo de su vida. Ahí puede encontrarse, por ejemplo, la causa del raro síndrome de Beckwith-wiedemann, pues lo sufren cuatro veces más los niños concebidos por fertilización in vitro (y muy posiblemente lo padezcan también los hijos y nietos de estos niños). Por otro lado, pocas dolencias pueden explicarse según el modelo «un gen, una enfermedad». La mayoría tienen causas multifactoriales: influyen varios genes que interaccionan entre sí y con los elementos que forman el entorno celular (nutrientes, hormonas...).
RESPONSABLES MÁS DIRECTOS DEL FUTURO. El aire, la comida, incluso lo que vieron nuestros abuelos condicionó sus vidas y, según la epigenética, también la nuestra mucho después. Y lo que hacemos y nos suceda afectará a nuestros nietos. Así, nuestra idea de responsabilidad individual puede resultar afectada: ya no podremos decir que hacemos lo que deseamos mientras no perjudique a los demás, porque «esos demás» incluyen a hijos, nietos ...