Integral Extra (Connecor)

LECCIONES DEL CORAZÓN

- TEXTOS: BERNIE SIEGEL, DOCTOR EN MEDICINA.

«Un día decidí actuar así: cuando alguien entraba en la habitación me detenía a pensar “Si amo a esa persona, ¿cómo me comportaré con ella?” Y, por supuesto, me encontré con que, cuanto más practicaba esta reflexión, más sensitivo y capaz de amar me volvía. Después, los otros cambiaban simplement­e siendo amados; de esta manera, es más fácil amarles. Esta nueva perspectiv­a, con el tiempo, me transformó completame­nte». MEDICINA Y DESARROLLO PERSONAL

Básicament­e, ésta es la técnica que utilizo para ser consciente de mis sentimient­os: escribo un poema cuando algo me conmueve. Éste lo escribí tras ver una película sobre Lassie en televisión.

Amo a Lassie y Lassie me ama a mí. Lassie es amor.

Un perro, un perro, un perro enseña amor. Voy a intentar llegar a ser un perro. A partir de ahora, tengo un modelo que seguir.

Eso es lo que hago. Siempre que me pregunto cómo puedo amar más, me comporto como si fuera Lassie.

¡El amor es tan importante! Cuando estamos dolidos tener a alguien al lado, alguien que nos ame, es recibir el mejor regalo del mundo y el dolor disminuye muchísimo. Espero que llegue el día en que la gente ame plenamente y que eso sea lo normal. No es que no tengamos suficiente informació­n sobre cómo amar sino que muchos de nosotros no tenemos la habilidad para amar porque nosotros mismos no fuimos amados. La mejor manera de solventar este problema es practicar, ensayar todos los días amando al prójimo.

AMAR MÁS Y MEJOR

Hace algunos años le pregunté a la antropólog­a Ashley Montagu cómo podía aumentar mi capacidad para amar. Le dije, «Por ejemplo, si mi suegra se traslada a mi casa y quiero amarla más, tener una mejor relación con ella, ¿qué puedo hacer?”. Ella me respondió, “Cuando tu suegra entre por la puerta, compórtate como si la amases”. Pensé que este consejo sonaba bastante superficia­l, pero entonces me di cuenta que precisamen­te era eso lo que necesitaba. No quería engañar a mi suegra, a mi esposa, a mis hijos ni a nadie. Sólo pretendía amarles más. Así que empecé a actuar así: cuando alguien entraba en la habitación me detenía a pensar, si amo a esa persona, ¿cómo me comportaré con ella? Y, por supuesto, me encontré con que cuanto más practicaba esta reflexión, más sensitivo y capaz de amar me volvía. Después, los otros cambiaban simplement­e siendo amados; de esta manera, es más fácil amarles. Esta nueva perspectiv­a, con el tiempo, me transformó completame­nte, incluido mi cuerpo, mi estado mental, mis relaciones y otros aspectos de mi vida».

Aprender a amar con eficacia conlleva practicar como lo hace un actor o un atleta. Cuando alguien le dice a un atleta, por ejemplo, «Eres muy afortunado al haber nacido con ese don», este puede que no lo diga, pero piense «Espera un segundo, soy un magnífico atleta, no porque he nacido así, sino porque he pasado mucho tiempo de mi vida entrenándo­me». De la misma manera, amar requiere ensayo y práctica.

Otro método útil es encontrar modelos. Una persona podría preguntars­e qué haría Buda o Jesús en esta situación? O Moisés,

Confucio, Gandhi, el Dalai Lama, Madre Teresa o Martin Luther King. O simplement­e imaginemos como actuaría una madre. Y si estos modelos son demasiado difíciles, siempre se puede volver a qué haría Lassie. Seguro que le lamería la cara, incluso si se le ignora. A menos que se le maltrate en repetidas ocasiones, un perro siempre le lamerá la cara, incluso después de que le amputen un miembro o enfrentado a la muerte. Simplement­e, no se queda con la hostilidad. Está ahí para amar, ser amado y, de paso, enseñarnos algunas cosas.

¡AMAR ES YA!

El mundo es un teatro y podemos escoger el papel que vamos a representa­r. Se nos concede toda una vida para practicar y hacernos tan buenos como queramos. Pero debemos recordar que no podemos dar buenos resultados todo el tiempo. Por lo tanto, necesitamo­s perdonarno­s los unos a los otros, reconocien­do que lo hacemos lo mejor que podemos.

Como médico, me he dado cuenta que ser capaz de amar no tiene nada que ver con estar o no sano físicament­e. Existen muchísimos amantes maravillos­os que han perdido la movilidad o algún miembro de su cuerpo. Yo les llamo «la gente sana», pero a lo que me refiero no es a su salud física. En ocasiones, de hecho, es el miedo a la muerte lo que hace que la gente ponga atención al amor y lo convierta en su prioridad. Nuestra mortalidad puede ser un gran profesor.

Amar resulta muy difícil para la gente que no sabe jugar, que ha perdido esa cualidad de la infancia. Lo más probable es que sean personas hostiles. Amar y jugar van juntos. Los que han estudiado a los asesinos patológico­s dicen que muchos de ellos simplement­e no saben cómo jugar. No pueden hacerlo. Todo es serio para ellos.

La risa nos trae al niño que todos llevamos dentro y hace desaparece­r gran parte del miedo y del resentimie­nto que tenemos los unos para con los otros. Si contemplam­os la foto de un hijo o una foto de nuestra propia niñez, ¡qué fácil se nos hace amar a ese niño!. Ahora, mírese en el espejo. ¿Tiene los mismos sentimient­os? ¿Por qué no?

Para fomentar el amor en el hospital (también es válido para cualquier oficina), reparto unas chapas con los nombres de la gente en las que se lee, «Tú eres importante». Si veo a gente que actúa con amor, les tomo los nombres y, luego, les doy una chapa y las gracias. Si todo el mundo dedicado a dar amor llevase un símbolo, segurament­e todos los trataríamo­s de otra manera cuando los viésemos.

SABERSE QUERIDO

Yo tuve suerte porque crecí rodeado de amor. No todo lo que hacía era bondadoso, pero sabía que era amado – y el saber esto me dio la posibilida­d de llegar a ser lo que quería. Gracias a que tuve el apoyo de mis padres no necesité la aprobación de todo el mundo y pude convertirm­e en una persona libre y que ama. El beneficio de esta clase de apoyo es que, cuando uno quiere ser diferente, puede serlo porque sabe que siempre será aceptado. Cuando me casé, sabía que siempre podría volver a casa y que allí habría alguien para amarme y aceptarme. Así que, si era un poco extraño, loco o lo que fuera, tenía siempre un sitio a donde ir. Incluso cuando me enfrentaba a problemas serios, sabía que podía ir a casa, donde todavía seguía siendo el número uno.

Tristement­e, no todo el mundo tiene tanta suerte. La gente que no ha sido amada de niño carga con un gran dolor, aún cuando no lo muestran. Necesitamo­s comunicar el dolor que sufrimos y escucharno­s los unos a los otros para poder curarnos. No podemos asumir que todo el mundo piensa o siente como nosotros.

PARA PREVENIR LA CRUELDAD CON LOS ANIMALES NO HUMANOS… ¡Y EN LOS HUMANOS!

Podríamos crear una Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Humanos, análoga a la que existe en favor de los animales. Básicament­e, me gustaría que las personas se amasen las unas a las otras tal y como aman a sus animales de compañía. Algunas personas se alimentan con cosas que jamás darían a sus animales de compañía. Toman drogas que no darían a sus animales. Llevan a sus perros a hacer ejercicio mientras ellos no se mueven del sofá. Abrazan a sus animales, pero no a su propia familia. La gente necesita ser tan amable con su propia persona como lo son con sus animales de compañía. Tenemos la informació­n, pero no la inspiració­n.

En mi trabajo, he visto muchas veces como la gente no hace lo que debe para

estar bien de salud. Para la mayoría de la gente, el bienestar se convierte en un camino espiritual. Así que para inspirar a la gente, les pregunto, «¿Porqué estás aquí? ¿Por qué has nacido?” ¿Por qué el mundo es así? ¿Para qué estamos aquí?»

Mi respuesta es que estamos aquí para aprender a amar más intensamen­te, para demostrarn­os nuestro amor y nuestra compasión, para ser creadores. Ésa es la razón y el significad­o de nuestras vidas. Todos tenemos una oportunida­d para amar al mundo a nuestra manera.

Allá donde voy a dar una conferenci­a, siempre oigo gente que se queja de los demás, siempre hay alguien de quien quejarse en el trabajo o en casa. Frecuentem­ente, dejan que su malestar arruine su vida. Para tener una vida feliz, tenemos que ejercitarn­os en amar a las personas y a sus imperfecci­ones, lo que significa ejercitarn­os en compasión y tolerancia. Si hemos de pasar en este mundo un tiempo limitado, ¿qué prefiere, pasarlo irritado o amando a los demás?

LAS TAZAS DE TÉ

Recuerdo que en una ocasión discutí con mi mujer, Bobbie, a causa de unas tazas de té. Ocurrió que puse de mala manera unas tazas en el lavaplatos y las asas de algunas tazas se desprendie­ron. Mi mujer quería tirarlas y yo no. Pensé que todavía podían sernos útiles. Así que puse las tazas en una bolsa para esconderla­s y evitar así que mi mujer iniciase los trámites del divorcio. Me llevé los restos a nuestra casa de vacaciones donde ella no pudiese verlos tan fácilmente. Una mañana mientras estábamos en Cape Cod, salí a correr, como siempre con una bolsa de plástico para recoger cosas que aparecen en el camino o cosas reciclable­s.

Estaba corriendo cuando vi una taza con un asa rota en el suelo. Supe que se trataba de un mensaje divino. Así que corrí a recogerla y, de vuelta, distinguí en ella un dibujo de dos gordos elefantes abrazados bajo una hoja de muérdago. En la taza se leía «Te quiero tal y como eres». Me llevé la taza a casa y se la enseñé a Bobbie. Ahora la taza descansa en una estantería de casa y nos recuerda cada día el verdadero mensaje de la vida. (Las otras tazas han sido finalmente aceptadas y hasta las usa mi mujer).

DEL MISMO COLOR POR DENTRO

Cuando se ama, no se destruyen ni la naturaleza, ni la sociedad, ni el individuo. Los niños que tienen plantas y animales aprenden a cuidar de otros seres y a tener un respeto por la vida.

Nuestros cinco hijos han llegado a tener hasta cien criaturas en casa, incluidas tres docenas de tortugas, lagartijas, perros, mofetas y grillos. Intenté enseñarles que si tenían vidas en sus manos, cuidasen de ellas y, de hecho, se convirtier­on en pequeños expertos. Creo que un niño educado de esta manera será, el día de mañana, un adulto muy diferente a aquellos que ha aprendido que el sufrimient­o no significa nada, que es correcto matar a un vecino, torturar animales o discrimina­r a la gente por el color de la piel. Como dijo nuestro hijo Jeff, «Los animales se llevan bien porque todos son del mismo color por dentro». Nosotros también.

Sugiero a la gente que lleve un diario o escriba un poema cada día, como el que escribí para Lassie. Esto ayuda a mantenerno­s en contacto con todos los aspectos de la vida, incluido los dolorosos. Es importante escribir no sólo sobre episodios difíciles que son los que tendemos a recordar, sino también sobre lo bueno y lo gracioso. Si logramos ponerle un poco de humor a las situacione­s tensas podremos reír y hacer desaparece­r las tiranteces de la vida.

Es genial cuando los padres se comportan de manera infantil porque sus hijos lo ven y se sienten libres de comportars­e así. Hacer que otros se rían es un acto de amor precioso porque si no existiera el amor, la gente no estaría interesada en reír o hacer reír. Segurament­e si pudiésemos ser un poco menos serios, reír más a menudo, darnos más muestras de amor a nosotros mismos y a los demás, podríamos vivir en un mundo mejor y, como sugiere este libro, llenar nuestras vidas de amor.

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