El gas radón y la salud
El mayor riesgo que esconde el gas radón es que es capaz de descomponerse fácilmente y emitir pequeñas partículas radioactivas.
A la mayoría de vosotros os sonará el gas radón como ese que os aprendisteis de carrerilla cuando estudiabais la tabla periódica junto al helio, neón, argón, kriptón y xenón. El radón terminaba la lista de gases ‘nobles’... hasta
2002, cuando entró en escena el oganesón, gas sintético para ampliar esa fila de elementos químicos.
Pues bien, según estudios realizados en Estados Unidos el gas radón no es tan noble, sino que bajo su carácter radioactivo esconde algunos peligros para la salud.
Tal y como explican los expertos, el radón es un gas incoloro, inodoro y radiactivo. Proviene de la descomposición natural de los elementos químicos radiactivos uranio o torio, que se encuentran en casi todos los suelos.
¿Cómo puede afectar al ser humano? Generalmente, el gas radón se mueve a través del suelo y entra a las casas a través de grietas en el piso, paredes y cimientos. Allí se acumula y hay que vigilar que su índice no se dispare por encima de los umbrales recomendados. El mayor riesgo que esconde el gas radón es que es capaz de descomponerse fácilmente y emitir pequeñas partículas radiactivas que terminan afectando a los pulmones al respirar, aumentando el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. En EEUU varios estudios apuntan que la exposición al radón es la segunda causa principal de cáncer de pulmón después del tabaquismo. En España expertos atribuyen al gas radón más de1.500 muertes al año.
Las Agencia de Protección Ambiental y el director general de Salud Pública de los EE.UU. llevan años recomendando analizar todas las casas que se encuentren por debajo de un tercer piso para detectar la presencia de radón. Son pruebas sencillas y económicas, que sólo tardan en hacerse unos minutos, y que ayudan a adoptar medidas para reducir los niveles a través de un proceso llamado mitigación del radón, que lo reduce casi por completo.