Comer con atención plena
Comida y meditación
Con uno u otro nombre, las técnicas de Mindfulness se han usado a lo largo de los siglos como una filosofía de vida y para tratar trastornos como estrés, ansiedad, controlar compulsiones, problemas psicológicos y para liberar las potencialidades del ser humano, desarrollando su autoconsciencia emocional y mejorando el bienestar integral cuerpo-menteespíritu.
La práctica de Mindfulness se aplica también a la alimentación porque, además de comer alimentos nutritivos, es importante ser conscientes de la forma en que comemos, para disfrutar los alimentos y establecer una conexión armónica con la comida y evitar las consecuencias de los excesos (sobrepeso, obesidad, enfermedades).
Comer conscientemente implica dar pequeños bocados o sorbos y apreciar el despliegue de sabores, la con- sistencia del alimento, la humedad, la textura… hasta convertir ésta práctica en una experiencia espiritual.
Tiempo y sabor
La prisa y la enfermedad conocida como “falta de tiempo” favorecen literalmente que se suela “tragar la comida” sin ser verdaderamente conscientes de lo que se lleva a la boca. Este mal hábito genera un descontrol alimenticio, ya que es muy difícil notar cuándo se está satisfecho si no le damos oportunidad al cuerpo de mandar al cerebro la información de que ya es suficiente comida. Además, si comes a prisa vas a perderte de un momento muy íntimo y placentero cuando pones en tu boca los alimentos y puedes disfrutar su sabor, olor, textura, temperatura, etc.
Antes de comer
Con Mindfulness te regalas un momento de tranquilidad y generas un ambiente agradable antes de comer. Apaga las pantallas y deja cualquier otra cosa que estés haciendo que no tenga que ver con el acto de comer. Luego, cuando estés ante tu comida, inspira profundamente por la nariz y espira por la boca unas cuantas veces. Vive el presente, abre tu consciencia.
El actual éxito de las prácticas de “Mindfulness” llega también a la comida. Como venimos publicando en Integral, se trata de una práctica más o menos emparentada con el budismo que ayuda a vivir con plenitud el momento presente.
Puedes hacer también una breve meditación de agradecimiento por tener la dicha de contar con comida sabrosa y nutritiva y porque tienes la capacidad de disfrutar cada bocado con todos tus sentidos.
Masticar
Come lentamente, masticando muchas veces cada bocado y pasándolo por toda la superficie de tu boca, mientras haces esto deja los cubiertos sobre el plato. No tomes un nuevo bocado hasta que termines el primero y hayas respirado profundamente. Haz muchas pausas mientas disfrutas los alimentos y haz más intensas las sensaciones que tu cuerpo está experimentando.
Si sigues estas sencillas recomendaciones estarás practicando la alimentación consciente.
1. COME CON GRATITUD
Antes de comer, agradece la oportunidad y la dicha de tener comida. Aprecia todo lo que ha sucedido para que llegue esa comida a tu mesa. La interacción de la tierra, el agua, el aire, el trabajo de los campesinos, la preparación y el transporte… Las habilidades personales que han combinado los alimentos y obtenido esos platos deliciosos.
Valora la presencia de otras personas si estás comiendo acompañado.
Ser consciente de todo eso contribuye a valorar y apreciar todo lo que te llevas a la boca y te convertirá en una persona consciente de sus elecciones y que se nutre no solo de alimentos, sino de todo aquello que le rodea.
2. INVOLUCRA TODOS TUS SENTIDOS
Las sensaciones se vuelven más intensas a medida que percibes el color, la textura, la temperatura, el volumen, la humedad, los sonidos que emites al comer, etc. Ejercita tu paladar comiendo como si fuera la primera vez que pruebas algo.
3. PEQUEÑAS RACIONES
Una excelente estrategia es: sírvete la comida en platos pequeños (menores de 22 cm de diámetro) para comer menos y evita despilfarros de comida al comer abundantemente, porque lo que comes de más irá a parar a tu barriga y caderas, porque las calorías sobrantes las guarda el organismo en forma de grasa.
4. DA PEQUEÑOS BOCADOS Y MASTÍCALOS METICULOSAMENTE
Otra estrategia consiste en sustituir los cubiertos por unos más pequeños. Toma pequeñas porciones de alimentos y mastícalos perfectamente, al menos entre 20 y 40 veces. Aprecia todas sus características y mientras tragas el bocado sigue disfrutando su sabor y respira profundamente; ahora puedes continuar comiendo.
Esta estrategia ayuda a mejorar tu digestión que, como se sabe, comienza en la boca cuando las enzimas de la saliva empiezan a digerir los azúcares. Así tu sistema digestivo se esforzará menos al digerir trozos de comida más pequeños.
Además, si comes con tu mano no dominante comerás más lento y te volverás más consciente de lo que te llevas a la boca.
Siete recomendaciones para comer conscientemente